ABBA, los años mágicos (V)

MORIR MATANDO

De 1974 a 1980, ABBA habían dejado una estela inmortal de singles que reforzaban la idea de que no todo era inspiración, sino que provenía de un trabajo donde la presencia de Agnetha y Anne-Frid iba más allá de su añadido vocal a la música y las letras compuestas por Benny y Björg.

1981 fue el año en el que el soft rock comenzaba a decaer. El heavy metal se había impuesto como fuerza dominante. Van Halen, Judas Priest, Iron Maiden, el público necesitaba héroes que recordaran a ídolos caídos como Led Zeppelin y los Black Sabbath de Ozzy Osbourne, y el campo de abono se presentaba idóneo.

Desde el otro extremo, la fiebre disco comenzaba a decaer y emergía la revolución synthpop. Entre grupos como Soft Cell, Depeche Mode y The Human League, se estaba gestando la revolución de las máquinas verbalizada por Kraftwerk en los años previos. Los nuevos románticos estaban al caer. Duran Duran, Spandau Ballet y ABC desprendían desfachatez, androginia y pop grandilocuente por los cuatro costados. Los hijos bastardos de David Bowie dominaban el arranque de los ochenta, una década en la que ABBA ya no se sentían como el titiritero que mueve los hilos.

DULCE DECADENCIA

Para los cuatro suecos de oro la presión seguía latente como el primer día. “Hay una enorme presión sobre nosotros”, decía Benny Andersson en 1981. “Se ha vuelto necesario aislarnos del mundo exterior, de lo contrario ya no tendríamos un momento de paz. Eso no es muy divertido, porque de alguna manera estás encerrado. Aunque, personalmente, no me importa mucho. Tampoco a Björn. La mayor parte del tiempo estamos ocupados con nuestra música y entonces ni siquiera nos damos cuenta de lo que sucede a nuestro alrededor. Pero a las chicas les está costando mucho hacerlo. Especialmente a Agnetha, que a veces no puede manejarlo”.

“Soy alguien que tiene miedo de muchas cosas. Tengo fobias, ansiedades enfermizas. Tengo miedo de mezclarme con la gente. No puedo ir de compras. No puedo salir a restaurantes o bares”, explicaba Agnetha. “Si salgo, la gente me mira y no puedo con eso. Ese miedo a salir por la puerta es mi mayor fobia. Soy una persona muy ansiosa. Soy capaz de manejar algunos miedos que tengo, como mi miedo a volar. Antes de que mi avión despegue, me tomo una bebida. Cuando estamos en el aire, tomo otra y justo antes de aterrizar, otra. De esa manera, estoy medio borracha cuando llego a mi destino. Pero gracias a ello ya no me preocupo de volar”.

02139081093102938

Benny, Björn, Agnetha y Anni-Frid seguían obcecados en perpetuar su reinado a todo costa, y para ello lo dieron todo en unas sesiones que duraron nueve meses, de marzo a noviembre de 1981. Tiempo necesario para parir ‘The Visitors’, una colección que únicamente adolece de no contar con un mega hit como ‘Mamma Mia’, ‘Dancing Queen’, ‘Chiquitita’. La melancolía de un adiós en ciernes se transmite desde esa portada en la penumbra, donde no hay rastro de celebración ni invitación a una dimensión ensoñadora donde perderse. Es como si fueran conscientes de que la historia estaba llegando a su fin. Las palabras que habían pregonado cuatro años antes sobre disolverse cuando fueran conscientes de que su fama comenzaba a erosionarse se hicieron realidad a través de un trabajo donde la tristeza se impone a la euforia y glamour de álbumes precedentes. Que un baladón de altos vuelos como ‘Slipping Through My Fingers’ fuera el single de promoción para invadir el mercado japonés define a la perfección las constantes vitales que dominaban sus nuevas canciones. Más aún que el primer single oficial para todo el mundo fuera ‘One of Us’, publicado el siete de diciembre de 1981, donde Agnetha aparece en el vídeo sacando las telarañas a los recuerdos de una relación muerta.

 

VOCES MÁGICAS

La oscuridad había sido interiorizada totalmente, aunque por momentos las voces de Agnetha y Anne-Frid parecían evocar todo lo contrario. Todo un crisol de poderes vocales que podrían arreglar el día de cualquier ser bípedo con un mínimo de sentimiento.

Pero, así como en los discos pretéritos, la influencia de ambas mujeres iba más allá de la mera ornamentación vocal. “A veces se ha insinuado en libros y artículos sobre nosotros que ‘las chicas no tenían mucho que ver con el trabajo en el estudio’, o que ‘simplemente hacían lo que se les decía’, pero claro que no es así”, dice Agnetha. “Cuando trabajas como productor, como yo lo he hecho, y pasas tanto tiempo en el estudio, aprendes una o dos cosas Sé que he contribuido con muchas ideas para arreglos, partes de armonía, trucos y soluciones para varios problemas a lo largo de los años”. Frida hizo una observación similar cuando ella y Agnetha obtuvieron un premio sueco de por vida de ABBA en 2009. “Björn y Benny son considerados los genios de la banda, pero todo el trabajo creativo en la banda ocurrió en el estudio”, dijo en una entrevista después de la ceremonia. “Esto a menudo se olvida. [Trabajamos juntos] por muchas, muchas horas. Es increíblemente afortunado que hayamos creado este sonido vocal juntos”.

Más que nunca, en ‘The Visitors’, la participación de Agnetha y Anne-Frid en el estudio se hace más patente que nunca, lo cual transciende en el acabado final de un exultante ramillete de cortes gestados desde las entrañas del dolor. Pero obras de orfebrería pop como ‘Head Over Heels’ certificaron que el mundo no estaba preparados para unos ABBA más depresivos, aunque más brillantes que nunca. A pesar de ser su sencillo con menos ventas en siete años, en cortes como el señalado se impone más que nunca la sensibilidad femenina de una canción donde, aunque haya sido orquestada por Björn y Benny, cuenta con un peso más definitivo que nunca por la parte que le toca a la dupla de mujeres del grupo. “Tuvimos la ventaja de tener siempre la oportunidad de revisar las teclas en el piano, y lo hicimos muchas veces”, recuerda Frid. “Antes de que los muchachos ingresaran al estudio para grabar las pistas, generalmente lo probábamos en casa para asegurarnos de quién iba a ser la que iba a cantar cierta parte, qué modos eran los adecuados para nuestras voces, etc. Luego entrábamos en el estudio y lo desarrollábamos”.

Con el paso de los discos, fue cambiando la dinámica establecida a la hora de grabar. Al principio, lo normal era montar todo el engranaje instrumental y dejar las voces para el final. Normalmente, Agnetha y Anne-Frid eran capaces de terminar su tarea a canción por día. Pero esta forma de trabajar fue cambiando a partir de ‘Arrival’. De 1976 en adelante, su labor ya no era añadir sus voces cuando estuviera montada toda la canción, sino únicamente a partir de las pistas básicas. Este cambio les ofrecía la posibilidad de participar más activamente en la construcción de cada uno de los detalles de unas canciones donde, según su grado de inspiración, ellas siempre tenían la última palabra. “El trabajo de estudio fue la mejor parte de todo: dar forma a las canciones e intentar interpretarlas a tu manera”, dice Agnetha. “Siempre he sentido que el trabajo de estudio era nuestra fuerza. Ahí es donde nació todo, es donde creamos. En el estudio puedes concentrarte en una cosa: cantar. En el escenario puedes distraerte y estar afectada por tantas cosas que, tal vez, no puedas expresar el mismo tipo de emoción”. Con otros artistas, esta suele ser la parte más difícil, pero, de alguna manera, Agnetha y Frida parecían estar limitadas para este trabajo. “Casi nunca nos quedamos atascadas en las voces, lo que casi siempre sucede con otros artistas: ‘Lo intentaremos de nuevo mañana o la próxima semana’. Las dos éramos muy persistentes, trabajábamos duro y enérgicamente. Nunca se habló de ‘¡Oh, hoy no, tengo que sentirme inspirada!’, reconoce Agnetha. “Hemos adquirido una cierta rutina de trabajo a lo largo de los años”, explica Frid. “Además, cuando estábamos en el estudio, trabajamos muy duro desde las nueve de la mañana hasta el almuerzo y luego continuábamos hasta que nos retirábamos, por así decirlo. No había límite de tiempo, excepto tal vez para Agnetha, que tenía niños pequeños a los que cuidar, pero incluso así nunca dejábamos de trabajar antes de las siete u ocho de la noche”.

 

CRÓNICA DE UN FIN ANUNCIADO

En pleno 1980, entre los miles de artículos escritos sobre ABBA, la revisa Bravo tuvo la suerte de encontrarse con los cuatro miembros de la banda para hacerles siete preguntas donde los suecos se mostraron más sinceros que nunca. La sensación de que cada entrevista concedida podía ser la última con el grupo aún en funcionamiento estimulaba la ansiedad del periodista que se ve ante una oportunidad única. Así fue en esta ocasión, donde, a pesar de cierta sensación de “todo va bien”, no se puede disimular la llegada del capítulo final a una década inaudita de éxitos sin reconocimiento real por parte de una prensa que, casi siempre, buscó más la salsa rosa en torno al grupo que sus méritos artísticos.

Bravo: ¿Cómo se te ocurrió el nombre ABBA?

Björn: “Cuando nos presentamos por primera vez en un restaurante en Gotemburgo, nos llamábamos Engaged Couples. Pero eso fue un fracaso. Nuestro primer álbum fue anunciado como ‘Björn, Benny, Agnetha & Frida’, hasta que, tras una serie de reuniones, nuestro manager simplemente acortó nuestros nombres. Así es como se le ocurrió a ABBA”.

Bravo: Al principio, había bastante confusión: Agnetha se llamaba Anna.

Benny: “Pensamos que eso era mejor porque sonaba tan anticuado”.

Bravo: ¿Cómo se te ocurrió el logotipo con la ‘B’ revertida?

Agnetha: “¡Eso surgió durante una sesión de fotos para Bravo! Tuvimos que sostener las letras iniciales de nuestros nombres en tamaño real. Benny se giró alrededor de su B y no lo notamos hasta que las imágenes estaban listas. Nos gustó tanto que decidimos registrar los derechos de autor de ese logotipo”.

Bravo: ¿Por qué haces giras tan raramente?

Anni-Frid: “Por fuera puede parecer que somos muy perezosos. Pero Benny y Björn a menudo trabajan en el estudio durante meses y meses hasta que encuentran las canciones adecuadas. No lanzamos todo lo que grabamos. Aparte de para eso, se deben hacer películas promocionales, sesiones de fotos para la portada y cada gira necesita al menos tres meses de preparación. Solo queremos lo mejor y todo tiene que ser perfecto”.

Bravo: ¿A menudo pasan tiempo juntos en privado?

Björn: “No tanto en estos días. En los viejos tiempos pasábamos nuestras vacaciones y fines de semana juntos, pero hoy en día preferimos ir por caminos separados, en privado”.

Bravo: A menudo se ha escrito que Agnetha y Anni-Frid no se llevan bien, especialmente en las giras.

Agnetha: “Eso siempre sucede cuando las personas pasan tanto tiempo juntas. Soy un tipo ardiente de persona que suele saltar a las primeras de cambio. Pero también puedo superarlo fácilmente. Anni-Frid, por otro lado, tiene un corazón de piedra, puede aguantar mucho, hasta que se desborda. Pero cuando tenemos un encontronazo, nos decimos todo lo que pensamos y después de eso todo vuelve a estar bien”.

Bravo: ¿Cuánto tiempo continuará ABBA?

Benny: “Mientras nuestros fans piensen que nuestra música es buena. Acabamos de renovar nuestro contrato”.

Finalmente, el final de ABBA se fue confirmando a lo largo de 1982. El resto de los años 80 su recuerdo fue borrado del mapa como si de un acontecimiento intranscendente se tratara. Tal como me comentaba el autor pop Javier Álvarez, fan confeso del cuarteto, resulta tremendamente desconcertante que, en una era donde hay camisetas de todos los grupos habidos y por haber (incluso en Zara…), casi no haya de la banda que ostenta el record de discos vendidos en Europa.

A pesar de que para muchos siga siendo tabú reconocer a ABBA como el grupo de sus amores, diez años después de haber abandonado la función, se publicada el recopilatorio ‘Gold: Greatest Hits’ (1992). Con treinta millones de ventas en todo el mundo, volvieron a sacar a todos sus fans de la madriguera y, por el camino, hicieron nuevos. Sobre todo, en Estados Unidos, donde, por primera vez, triunfaban por todo lo alto. Ironías del destino, al final, el deseo más fervoroso de los suecos se cumplía mediante seis millones de ventas a lo largo del país de las barras y estrellas.

El triunfo tardío del grupo en tierras yanquis significó la venganza más dulce y contundente posible. En una época donde la visión de la crítica fue tornando progresivamente hacia los valores pop, el redescubrimiento de ABBA los ha vuelto a situar como lo que siempre fueron: monarcas del pop, a la altura de los más grandes.