Babylon Berlin, primera temporada

Por mucho que alardeen los promotores de la televisión por cable, a día de hoy la mayoría de series te dejan con una sensación de tomadura de pelo, de pérdida de tiempo, de arrepentimiento, lo mismo que sucede con algunas las relaciones cuando llegan a su fin.

Es raro encontrarse con una serie bien construida, y aún más acabar un episodio con el cosquilleo que provoca esa emoción por ver qué pasará en el siguiente. Éste fue el caso de la primera temporada de Babylon Berlin. El contexto ya apuntaba maneras

metrópoli berlinesa + años veinte

=

algo emocionante

Y lo cierto es que no defrauda.

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La trama fascina, la acción es trepidante. En más de una ocasión, al comienzo de los episodios, tu cabeza se para de pronto y te dice: «Parece mentira que hayan pasado tantas cosas en apenas diez minutos».

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Género policiaco que se abre a lo social, lo político e histórico. Escenas como la subasta de empleos en la comisaría de policía, o aquella en la que aparecen personas de pie en la calle sosteniendo en las manos sendos carteles que rezan: «Busco trabajo», aparecen con extrema naturalidad, y retrotraen a aquellas escenas que hacen referencia a las secuelas de la Gran Guerra que todavía arrastraba Alemania, en lo económico pero también en lo psicológico. Muy gráficos son los pasajes de la manifestación del primero de mayo, en lo que se refiere a la actuación de la policía que carga contra los manifestantes nada más y nada menos que con artillería pesada.

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Los personajes están muy bien definidos. No sólo eso, son poliédricos, con sus luces y sus sombras, ahora bien este aspecto está tratado con una sencillez tan real, que cobran vida, son de carne y hueso. En esta serie no hay héroes, únicamente seres humanos con un pasado, un presente y una situación de clase o ideología. El protagonista, Gereon Ralth (Volker Bruch), inspector de policía, es un joven atractivo, pequeño de estatura, que ha sido enviado desde su Colonia natal a Berlín con una misión determinada: recuperar un material que, de salir a la luz, pondría en peligro a un alto cargo. Gereon sufre estrés postraumático a raíz de la guerra. Por si esto fuera poco, mantiene una relación secreta con la mujer de su hermano, desaparecido en combate.

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Volker Bruch comparte reparto protagonista con Liv Lisa Fries, quien interpreta a Charlotte Ritter, una chica que se busca la vida como buenamente puede, ya sea trabajando de secretaria, como vendiendo favores sexuales en un club nocturno. Mientras que Gereon Ralth se define ya al comienzo de la serie como un hombre algo inexperto y torpe, al que se le caen las pistolas de la mano, se le escapan sospechosos o cosas mucho peores, ella es el personaje que destaca por sus habilidades sociales, por su curiosidad y tenacidad para abrirse camino en la vida y encontrar una profesión en la que pueda realizarse. No en vano, Charlotte es la cabeza de una familia de ocho miembros: madre, abuelo, hermanas, cuñados y sobrinos, incluidos. Todos ellos viven en un piso diminuto, hacinados; Lotte comparte catre con su hermana pequeña.

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La fotografía aquí es sobresaliente: los tonos ocre -marrones, amarillos pálidos, beige- retrotraen al espectador hacia el imaginario de la revolución industrial. En efecto, las condiciones de vida de Charlotte y su familia se asemejan más a las del siglo XIX que a las del XX, y contrastan sobremanera con las escenas de la vida nocturna berlinesa, de los cabarets, de los clubs, donde cada cual viste sus mejores galas. El aspecto de Charlotte Ritter varía también según la hora del día. De noche, se maquilla y toma prestados vestidos elegantes del club nocturno donde alterna. Por la mañana va a trabajar con la cara lavada y ojerosa, apenas sin haber pegado ojo. Su hermana le pregunta: «Lotte, ¿no has dormido». «No», responde la joven. «¿Y te vas a trabajar? ¿Cómo eres capaz?». «Todo el que duerme, se pierde estar despierto. Tengo que estar alerta».

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Sí, uno de los puntos fuertes de la primera temporada de Babylon Berlín es la habilidad de mostrar las distintas facetas de un personaje. La escena final del piloto es en este aspecto reveladora. Gereon que, durante todo el episodio se ha mostrado como un personaje retraído y bastante estirado, acaba su jornada yéndose a una taberna. Se sienta en la barra y se pide un trago. Mientras tanto, al fondo del local un grupo de personas tocan música y bailan. El inspector de policía se percata de ellos y va hacia allí. Invitado por una mujer que se mueve al son de la música vibrante, Gereon empieza a bailar como un loco. ¡¡Son los años veinte!!

TV/ Babylon Berlin