«Capricornio Uno» de Peter Hyams

Vía Láctea. Sistema solar. Planeta tierra. Estados Unidos. Houston.

En la década de los setenta, la NASA se prepara para su primera misión a Marte. Pocos minutos antes del lanzamiento, cuando la tripulación -el coronel Charles Brubaker, el teniente coronel Peter Willis y el comandante John Walker- realiza las últimas comprobaciones, es instada a salir de la nave

-¿Tiene la bondad de seguirme con sus hombres? No hay tiempo para explicaciones… ¡Es una emergencia!

y conducida a una alejada base militar situada en medio del desierto.

Mientras tanto, la nave despega sin tripulación frente al público y la prensa, como si nada. Algunos de los asistentes están más preocupados de sus politiqueos y de enseñar a la juventud mediante el habitual abuso de poder.

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Buen chico. Así se aprende. Así se pasa por el aro.

Los ingenieros de la NASA no se han percatado del fraude; tampoco las mujeres de los astronautas. Únicamente lo conocen unas pocas personas. Entre ellas, el doctor James Kelloway, quien se presenta en la base militar para informar de lo sucedido a la tripulación: se descubrió un fallo en el sistema que les habría costado la vida. Era demasiado tarde para repararlo, pero no podían abortar la misión; habría sido el fin del programa espacial:

-Si hubiera habido otro camino, si hubiera existido la más remota alternativa, habría dado lo que fuese por no estar con vosotros aquí y ahora.

Al conocerse Kelloway y Brubaker, ambos pensaban que Marte iba a ser la nueva frontera. Luego, lloraron cuando Armstrong pisó la Luna. Sin embargo, años después el público había perdido el interés por los viajes espaciales.

-Cuando el Apolo XVI alunizó, mucha gente llamó a las emisoras de televisión preguntando que por qué habían suprimido la película Te quiero, Lucy.Y era una  reposición. Lo habría comprendido si se hubiera tratado de un programa nuevo de Lucy Bolton. Total, qué significa un paseo por la Luna. Pero contra una reposición, ¡cielos!Y luego, todo el mundo empezó a hablar de cuánto costaba el programa. ¿Valía la pena gastar 20.000 millones para ir  a otro planeta? ¿Por qué no se lo gastan en luchar contra el cáncer o en arreglar los suburbios? ¡Por todos los santos, ¿cuánto cuesta un sueño?!

El discurso del doctor está lleno de buenas intenciones. Ahora bien, el plan se erige sobre una mentira que los cosmonautas no están dispuestos a respaldar. Al menos hasta que Kelloway deja a un lado su palabrería y sus buenas maneras y les insinúa que, como no cooperen, sus familias morirán. Los astronautas claudican y, durante varios meses, hacen creer al mundo entero que viajan hacia Marte, que aterrizan en Marte, que regresan de Marte. Todo ello, filmado y retransmitido desde  un hangar que simula el planeta rojo.

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El decorado.

Capricornio Uno, escrita y dirigida por Peter Hyams en 1977, es un filme difícil de etiquetar. Podría tratarse de una película de ciencia ficción, ya que, a pesar de situarse en un tiempo coetáneo, aborda la posibilidad de un viaje a un planeta inexplorado. Por supuesto, podría englobarse en la órbita de las teorías de la conspiración, consiguiendo una aproximación asombrosamente realista tanto en el carácter del malo de la película -Kelloway-, el entramado de personas y de autoridades que apoyan el fraude, como en los sucesos acaecidos. Por ejemplo, cuando el ingeniero de la NASA empieza a sospechar que las transmisiones desde Marte parecen provenir de un radio de 500 kilómetros y así se lo transmite a sus superiores y a su buen amigo, Robert Caulfield, periodista, el ingeniero simplemente desaparece. En su apartamento ahora vive una ama de casa que prepara deliciosas comidas al horno y que recibe por correo su revista favorita desde hace meses. De ahí en adelante, el espectador, al igual que el periodista, no sabe lo que fue de él. Nunca se sabrá. Sólo cabe imaginárselo… Es la pura realidad.

Por otro lado, es de ley mencionar la ironía de la trama: la misión a Marte es una farsa. Como reza la frase publicitaria de la película: «¿Estarías conmocionado si descubrieses que el mayor momento de nuestra historia reciente no hubiese sucedido en absoluto?», que remite inevitablemente al primer viaje a la luna -no había transcurrido siquiera una década-. Muy en la línea del cine americano de los setenta, harto intrépido, punzante y, lo mejor de todo, políticamente incorrecto.

Dicho esto, Capricornio Uno puede considerarse, ante todo, como un filme de acción: la escena del coche que circula sin frenos es trepidante; también las dos escenas de los aviones; además, la última no está falta de humor. Grande, Telly Savalas y el personaje que interpreta, un piloto con principios:

-Sr. Albain, ¿cuánto cobra por fumigar un campo?

-25 dólares.

-Yo querría alquilar su avioneta.

-Entonces son 100.

-Acaba usted de decir que son 25.

-25 dólares por fumigar un campo, pero usted no tiene campo, porque no es un campesino, lo que quiere decir que no es usted pobre. Y me parece que es un pervertido.

 

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¡Agache la cabezota, tío listo!

La genialidad del filme radica en el hecho de que la espectacular huida de los astronautas tiene lugar no al final, como habría sido el caso en una película convencional, sino a mitad de metraje. Pues la aventura no ha hecho más que empezar. Los tres hombres se enfrentan, por separado, a un terreno desértico y hostil calcado a la superficie marciana. Sin apenas agua, faltos de alimentos, con un sol de justicia y dos helicópteros acechándolos, deberán luchar por su propia supervivencia. Una verdadera odisea, mayor incluso que el viaje espacial.

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Si bien el desenlace del filme, con los dos supervivientes corriendo a cámara lenta acompañados de una melodía  épica, resulta a primera vista edulcorado, tiene una clara intención de chocar al espectador, descolocarlo. Presenta a ambos personajes como héroes, como si fuesen los primeros hombres que alcanzaron el planeta Marte. Parece el final de una película comercial, lo que resulta inaudito para el espectador. Sin embargo, el filme obliga a leer entre líneas: esos dos tipos no se achantan ante el poder. Son otra clase de héroes. ¡Maldita sea! ¡Han sobrevivido a un fraude interplanetario!

 

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