Carlos Giménez y «Los Profesionales»

Los Profesionales 2Qué gustazo poder dedicarle unas líneas a algo que significa tanto para mí. Desde que lo leí por primera vez, lo tuve claro: Los Profesionales (1982) sería uno de los cómics de mi vida. Después de una década, no sólo se cumplió mu profecía, sino que se convirtió en una de esos tres cómics que siempre me llevaría a una hipotética isla desierta.

Siempre considerada como una obra menos relevante que Paracuellos (1976) o Barrio (1977), en realidad, Los Profesionales es la culminación del estilo de Carlos Giménez. Escrita tras sus dos atalayas más reconocidas, Los Profesionales nos muestra a un Giménez más sabio, más consciente de que, muchas veces, la crítica entra con mayor profundidad desde un punto de vista menos cruel, más nostálgico. Eso no quita que Giménez aligere su discurso. En cada historieta reflota esa sensación que desde los estudios de Josep Toutain se fomentaba la total impersonalidad del autor. Lo único importante era llegar a tiempo para los encargos. De hecho, de los más de cien historietistas que pasaron por esos estudios, sólo Giménez y Josep Mª Beá llegaron a lo más alto. Luego, el vació.

Lo maravilloso de Los Profesionales es cómo Giménez da voz a toda esta gente olvidada, auténticos personajes, con MAYÚSCULA.  Giménez nos muestra sus sueños, ya sea desde la idea ridícula de fabricar un deportivo “de juguete” a querer convertirse en poeta.

En Los Profesionales, lo grotesco es la realidad en sí misma. Personajes como Filstrup, Menéndez, Redaños o Tony Tano  no se encuentran todos los días… Ni mucho menos. Aún con la capa de delirio que recubre a cada uno de ellos, Giménez es capaz de adentrarse en la humanidad de todos y cada uno de ellos. Eso sí, en momentos muy puntuales. Porque no olvidemos que en Los Profesiones el humor no es negro, sino negrísimo. Aún así, los retratos de Giménez transmiten una añoranza ficticia por unos personales rocambolescos, todos ellos, que se pasaban todo el día buscando víctimas para aplicarles sus “putadas”. Quizá esta era la única manera de supervivencia para toda esta comuna de inadaptados, que se negaban a crecer. Aisla a una marginado, y no ocurrirá nada. Pero junta a veinte o treinta dentro de una misma sala, y a ver qué pasa… En este sentido, el periodista Ludolfio Paramio da en el clavo:  “Lo que me parece más importante es que en Los Profesionales los años de la dictadura y el lento emerger del subdesarrollo no aparecen retratados con tintes de rencor o de ira, sino bajo un prisma de lucidez crítica que deja siempre un cierto margen para la ternura. Nos hemos hecho mayores, y quienes sufrieron la sobreexplotación y el trabajo sin sentido de los años sesenta pueden permitirse el lujo de contemplar con educado humor aquellos duros comienzos. Esta serie es así una especie de autoamnistía, pues traduce la conciencia de que no podemos seguir agarrotados por los fantasmas de los años negros; por eso pienso que con Los Profesionales Carlos Giménez ha cerrado una etapa, todo un rito de transición en su obra, desde la madurez como dibujante a la madurez como guionista y como ciudadano”[1].

Los Profesionales 1Pero volvamos a la cuestión de las “putadas”. Pese a su cariz crítico, el sabio uso del contexto social y ser, en definitiva, un retrato de agudísimo de aquellos años, Los Profesionales no deja de ser un cómic de humor en su más pura esencia. Quizá esta es la cuestión por la que sigue siendo una obra menos valorada que otras del mismo autor. Menuda chorrada, ¿acaso es menos profundo o más sencillo hacer comedia? Los Profesionales desencaja las mandíbulas como cepos de oso. ¿No resulta maravilloso poder partirse la caja torácica de pura risa? Leer Los Profesionales implica la obligación de tener un orinal a mano, no vaya a ser… Creedme, lograr algo así no se trata únicamente de contar un chiste o una anécdota, sin más. NO. Para alcanzar tan fantástico fin, Giménez perfecciona su estilo mediante un uso brillante del espacio en la viñeta. Lo suyo parece una mezcla del tono coral de Berlanga y la capacidad de Mizoguchi para gestar un estilo “invisible”: nosotros no seguimos la escena, estamos dentro de ella. Literalmente. Incluso en los primeros planos, da la sensación de que somos partícipes en primera persona del conflicto que ocurre. Giménez nunca nos apunta con la mirada de sus personajes, en vez de eso, la desvía la suficiente como para que podamos contemplarlos a una distancia perfecta. Las viñetas cobran vida delante de nuestros ojos como si estuviéramos a medio metro de sus creaciones, pero sin que éstas puedan advertir nuestra presencia.

Los Profesionales 3
«Los Profesionales», documento vital de una época.

Ya para ir terminando, no puedo dejar pasar un hecho fundamental: las “putadas” que se encuentran entre estas páginas han pasado en la realidad. Y quizá en este punto reside el gran mérito de Los Profesionales, quitarnos la curiosidad de verlas como hechos reales, sino como que realmente son: una ficción sobre unos hechos ocurridos.

“Algunas de las anécdotas que cuenta Carlos Giménez en Los Profesionales, me las contaba mi hermano, que dibujaba en el estudio de “Creaciones Ilustradas”. Yo era entonces muy jovencito y me entusiasmaba con las historias. Pensaba lo fabuloso y divertido que tenías que ser pertenecer a aquel ambiente, en contraste con lo gris en aquellos “años cincuenta”. Unos años después tuve ocasión de entrar a trabajar en el “estudio”, y pude vivir algunas de ellas, y por qué no, sufrir en mis carnes otras, como la muy “celebrada” frase que se me deslizó en un guión del Oeste que escribí, en el que el protagonista llegaba a un pueblo, y los del lugar, gente patibularia, le preguntaban: “Amigo… ¿Es Vd. amigo o enemigo?”. La rechifla general y esto me decidió a abandonar los guiones de comics, con lo cual,  realmente, poco se perdió el mundo”[2].

Los Profesionales es una obra que consigue lo que todas las grandes creaciones: no poder olvidarte nunca de ellas. Tras leerlo, ya nunca más se podrá volver a vivir el día de los Santos Inocentes de la misma forma… Os lo aseguro.



[1] Paramio, Ludolfio: Los Profesionales 2, Ediciones Glenat, página 5.

[2] Miralles, Marcel: Los Profesionales 2, Ediciones Glenat, página 55.