Clark Gable, «El Rey» de Hollywood

William Clark Gable nació (hace cien años) en una familia de granjeros de ascendencia alemana el 1 de febrero de 1901 en Cádiz (Ohio, Estados Unidos), según la Enciclopedia Británica, aunque otros biógrafos afirman que era natural de Meadville, (Pensylvania, Estados Unidos). Se asegura que existen dos partidas de nacimiento que así lo testifican. Sus raíces alemanas fueron celosamente ocultadas por el departamento de publicidad de la Metro-Goldwyn-Mayer porque el apogeo de la popularidad del actor coincidió con el ascenso del nazismo en Alemania y con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, procurándose preservar al actor de cualquier connotación biográfica negativa. Su estirpe alemana se trocó por holandesa en los boletines publicitarios.

Su madre falleció de epilepsia a los 7 años de nacer Clark, razón por la cual fue entregado a la custodia de sus abuelos hasta que su padre contrajo nuevo matrimonio dos años más tarde. En lo que todos los enciclopedistas se ponen de acuerdo es en la fecha de su muerte, que ocurrió en Hollywood el 16 de noviembre de 1960, dos días después de terminar el rodaje de Vidas rebeldes a causa de un ataque cardíaco. Le llamaron «El Rey» en lo saños dorados de Hollywood, cuando este título se concedía anualmente a dos intérpretes de ambos sexos que más habían destacado en popularidad. Gable obtuvo la soberanía en 1938 (junto a Mirna Loy). Le quedó como título vitalicio.

Aunque educado en el campo, no mostró ninguna afición por la agricultura, contrariando la voluntad de su padre con el que mantuvo siempre tensas relaciones. Sin embargo, inició estudios nocturnos de medicina en la Universidad de Akron (Ohio), carrera que abandonó al descubrir su verdadera vocación, al asistir por primera vez a una representación de The Bird of Paradise. A los 19 años rompió con su familia y vagabundeó errante como meritorio en modestas compañías por el Medio Oeste americano. Para ganarse la vida trabajó como descargador de muelles, vendedor de corbatas, jornalero en unos campos de lúpulo; fue leñador, instalador de postes telegráficos y figurante de teatro y cine en Hollywood, apareciendo en La viuda alegre, de Stroheim. Hizo tournés teatrales con The Jewell Players, hasta que en una ocasión se le presentó la oportunidad de interpretar un pequeño papel, junto a Lionel Barrymore, en Broadway que el sirvió de trampolín para conquistar más tarde su verdadero éxito encarnando a un gánster en el drama Alma libre, que le abrió las puertas de Hollywood en 1931. Con Barrymore siguió cursos de arte dramático y trabajó en varios teatros neoyorquinos. Aquel fue un año afortunado porque lo contrató la Metro rodando 12 películas, imponiéndose rápidamente por su físico y galanura, tanto en películas de acción como en dramas. Su progresión fue tan rápida y su impacto en las pantallas tan rotundo, gracias a su talento como actor, que en 1934 obtuvo un Oscar por el papel en la película Sucedió una noche. La estatuilla la compró Steven Spielberg en una subasta en 1996 por 79 millones de pesetas [475.000 euros] y la devolvió a la Academia de Hollywood.

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«Sucedió una noche».

Clark Gable mantuvo una inestable vida sentimental, salpimentada de romances auténticos y publicitarios y matrimonios alocados, excepto cuando estuvo casado con Carole Lombard, que fue su gran amor. Se casó y divorció en cinco ocasiones. Su primera esposa fue Josephine Dillon (1924-1930). Josephine, actriz de teatro y 14 años mayor que él, fue su auténtico Pigmalion, además de profesora de dicción y agente de publicidad hasta su debut cinematográfico como extra en 1924. La había conocido reparándole el teléfono. Se casó después con Rhea Laugham (1930-1935). Contrajo luego matrimonio con la actriz Carole Lombard (1939-1942), que falleció en accidente de avión. «El se enamoró de Carole -cuentan los biógrafos- cuando la vio descender de un coche tirado por 4 caballos blancos, toda vestida de blanco chiffon, como envuelta en una nube». Al parecer, Clark quedó literalmente hipnotizado por aquella aparición. Tras media hora de muda adoración, la sacó a bailar ante el estupor de quienes conocían su desdén por la danza. Aquella hermosa historia de amor tuvo un inesperado final trágico que no hubiera firmado ningún guionista de Hollywood. A raíz de su muerte, Clark Gavle abandonó temporalmente el cine, alistándose como piloto en 1942. «Dejo el cine; me voy a la guerra; espero no regresar vivo», anunció. Permaneció en Europa desempeñando diversos cometidos hasta alcanzar el grado de mayor. Curiosamente, y a pesar de ocultar sus raíces alemanas, fue el actor preferido de Hitler, que también le tiró los tejos a Imperio Argentina. Gable reapareció en el cine en 1944. Su cuarta esposa fue Silvia Hawkes, lady Ashley (1949-1952), y Kay Williams Spreckels (1955) la quinta y última, de la que el 30 de septiembre de 1960 nació su único hijo, John.

Sus comienzos en el cine no fueron esperanzadores. Cuentan que el productor Jack Warner montó en cólera una tarde al comprobar que el estudio había gastado 500 dólares en retratar a alguien con cara de mono. «¿Acaso -bramó- no vieron sus enormes orejas como asas de botijo cuando hablaron con él la primera vez? ¿Y esos pies tan grandes y esas manazas, para no hablar de la fealdad de su rostro de chimpancé?». Eso ocurrió en 1930, pero tan sólo un año después Warner se tragó aquellas palabras: «Se está fabricando una gran estrella -declaró a la prensa-. Una estrella que, en mi opinión, ofuscará a todas cuantas ha dado el cine. Nunca he visto vibrar con tanto entusiasmo al público como cuando Gable aparece en la pantalla». Sin embargo, Jack Warner no contrató a Clark Gable y sí lo hizo la Metro. Pero cuando las grandes productoras aceptaron que la época de Rodolfo Valentino había pasado, Gable fue denominado «El Rey» en 1938, convirtiéndose en el actor mejor pagado, en el arquetipo de hombre duro, de mirada magnética y rebosante de sex-appeal, aunque feo. En poco tiempo se convirtió en un ídolo nacional y la pareja indiscutible de las más importantes estrellas de aquellos años en que la Metro se vanagloriaba de tener «más estrellas que el propio cielo».

Clark Gable fue un mito de la cinematografía americana, el prototipo del galán seductor, tierno, mujeriego, el macho más macho de América, sentimental, elegante, rudo y cínico, un sex symbol irreductible, de mirada penetrante y sonrisa nacarina.

Sus diez éxitos

Alma libre, de Clarence Brown (1931). Primer gran éxito en la carrera de Clark Gable, que había comenzado en el cine mudo y se había formado como intérprete en el teatro. Esta película fue su séptimo trabajo en 1931, un año decisivo en su lanzamiento al estrellato. Hacía el papel de un gánster que, por breve, fue rechazado por las figuras.

Susan Lenox, de Robert Z. Leonard (1931). La Metro publicitó la película con la frase: «Garbo en brazos del excitante Clark Gable». El actor era ya un mito erótico, aunque sin bigote. La película se basaba en una novela romántica publicada, con cierto revuelo, en 1917.

Tierra de pasión, de Victor Fleming (1932). Una historia de aventuras orientales en las que Gable castigaba duramente a una sensual Jean Harlow. Con el mismo argumento, John Ford hizo en 1953 Mogambo, ridículamente manipulada por la censura española en el doblaje.

Sucedió una noche, de Frank Capra (1934). Con esta película Gable se llevó uno de los 5 Oscar con que fue premiada. Relataba la historia de una jovencita rica, Claudette Colbert, que huía de su casa y vivía una aventura sentimental con un periodista. En una escena, Clark se quitaba la camiseta, lo que ocasionó una disminución del 90% en las ventas de dicha prenda.

Mares de China, de Tay Garnett (1935). Película de amor y aventuras orientales, formando pareja con Jean Harlow. En 1935, la Metro subió a 4.000 dólares semanales el sueldo del actor, que ya estaba instalado desde hacía años en la lista de los 10 intérpretes más taquilleros de Hollywood.

Rebelión a bordo, de Frank Lloyd (1935). Nueva película de aventuras en el mar, basada en hechos históricos: la rebelión de la goleta Bounty contra el despótico capitán Bligh. Gable hizo el papel del primer oficial Fletcher Christian, que encabeza el motín.

San Francisco, de W.S. van Dyke (1936). Evocación del terremoto que sufrió en 1906 la ciudad californiana -reproducida en los estudios con gran vistosidad y verosimilitud- con el aderezo del consiguiente romance. Junto a Clark Gable trabajó Jeanette McDonald.

Lo que el viento se llevó, de Victor Fleming (1939). El estreno de la película se celebró en Atlanta, coincidiendo con el tercer matrimonio de Clark Gable, que se casaba con la bella rubia Carole Lombard. «¿Qué más pueden desear dos personas?», decía un pie de foto publicitaria. El romance fue presentado como un bello cuento de hadas, roto por el accidente de aviación que le costó la vida a Carole.

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Otra película que Gable estuvo a punto de no hacer, ya que hubo otros candidatos previos para el papel de Rett Butler, el apuesto sudista que mantenía tensas relaciones con la temible Escarlata O’Hara, interpretada por Vivien Leigh. En 1938, la revista Photoplay publicó una lista de candidatos al papel: Ronald Colman, Errol Flynn, Gary Cooper, Frederich March, Warner Baxter, Basil Rathbone e, incluso, Groucho Marx. En la misma revista, un retrato robot de Rett Butler ya reproducía los rasgos de Gable y rechazaba cualquier otra competencia. Pasado el tiempo, nadie imagina a otro Rett Butler que no fuera Clark Gable, que reconoció que debía su duradera fama a esta película supertaquillera que obtuvo 10 Oscar y se repone continuamente en todo el mundo. Cuando Gable aceptó el reto de protagonizar Lo que el viento se llevó, llevaba 15 años de carrera, pues su debuto oficial data de 1924, trabajando como extra en La frivolidad de una dama La viuda alegre. Sin embargo, sus relaciones con Vivien Leigh ya no eran tan maravillosas como en tiempos de su supuesto idilio, tras el matrimonio de Clark. «Nunca se había visto a dos actores trabajar juntos con tanto odio», comentaban los técnicos. Vivien se negaba rotundamente a besar al hombre más deseado de América, pretextando que «apestaba a alcohol y a salvaje». Clark tampoco mostraba mucho apasionamiento, y el director, Victor Fleming, tuvo que recurrir a trucos y artificios escénicos para enmascarar una ruptura irremediable y acabar la película.

Mogambo, de John Ford (1953). Nada menos que Ava Gadner y Grace Kelly se disputaban, con muy diferentes armas, el amor de Gable en este remakede Tierra de pasión, ahora en escenario africano. Gable había dejado de pertenecer al firmamento de estrellas de la Metro y estaba en franca decadencia.

Vidas rebeldes, de John Huston (1961). La película se estrenó 2 meses después de morir Clark Gable, confirmando fatalmente el carácter crepuscular que tenía la historia de 3 veteranos cowboys. En el reparto figuraban Marilyn Monroe, Montgomery Clift y Thelma Ritter, que también morirían muy pronto. Interpretó un personaje casi autobiográfico, junto a Marilyn Monroe, con guión de Arthur Miller.

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 Este artículo de Juan Soto Viñolo fue publicado en el Dominical de El Periódico el 4 de febrero de 2001.

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