Clonación. Apuntes de 2001 (V): clonación humana

Ayer era ciencia-ficción: literatura y cine

La ciencia-ficción ha sido para el ser humano un instrumento para imaginar el futuro. Cabe decir que los hombres no han imaginado un futuro demasiado prometedor, lo cual me parece razonable si miramos hacia atrás. ¿Por qué tendríamos que suponer que las cosas iban a mejorar?

La rápida evolución de la ciencia y la tecnología a partir del siglo XVII es sólo el principio de lo que iba a acontecer o de lo que podía acontecer (si es que realmente hay alguna diferencia).

En 1831 como fruto de una tertulia con Perecy Shelley, Lord Byron y John Polidan se gesta el que sería el paradigma de novela romántica del siglo XIX, Frankenstein de Mary Shelley. La obsesión de su protagonista, Victor Frankenstein por la muerte es el principio y el detonante de toda su investigación. El mito de la creación y el posterior horror ante lo creado se hace patente en esta novela. Quizá Dios también se sintió así.

I had worked hard for nearly two years,

for the sole purpose of infusing life into an inanimate body. 

For this I had deprived myself of rest and health. 

had desired it with an ardour that far exceeded moderation;

but now that I had finished, the beauty of the dream vanished,

and breathless horror and disgust filled my heart.

Unable to endure the aspect of the being I had created, I rushed out of the room,

and continued a long time traversing my bedchamber,

unable to compose my mind to sleep [1].

Numerosas obras literarias y cinematográficas le han seguido. El tema del hombre como creador ha seguido fascinado al ser humano, quizá por la semejanza con Dios que esto supondría. La película Blade runner (1982) de Ridley Scott se sitúa a principios de la era 2000. El mundo está poblado por seres humanos y por replicantes, unos seres parecidos a los hombres pero con más fuerza y tan sólo con 5 años de vida. Los replicantes se revelarán contra su creador y su muerte prematura.

La novela Los niños del Brasil de Ira Levin (y su homónima cinematográfica) es la muestra más clara y arriesgada de lo que la clonación puede llegar a suponer. En la novela un científico nazi, Joseph Mengele, consigue clonar a decenas de niños a partir de unas células de Adolf Hitler. Pretende crear el mismo ambiente en el que se crió el dictador para que su copia sea lo más fidedigna posible. Algo que resultaría verdaderamente difícil, ya que a pesar de que las circunstancias más propensas al clon fueran similares, no lo sería en absoluto el entorno histórico.

Prohibiciones: tratados y legislaciones sobre la clonación humana

En enero de 1998 diecinueve países firman un acuerdo prohibiendo la práctica de la clonación. Fue el desencadenamiento que provocó el nacimiento de Dolly. Quizá también repercutieron las declaraciones del doctor Richard Seed a favor de la clonación en humanos. España, como Argentina, era uno de los países que ya disponía de una ley prohibitiva entonces.

En agosto de 2001 la Cámara de Representantes de EEUU promovió una ley para ilegalizar cualquier experimento que implicara la clonación de embriones, es decir, la clonación terapéutica y la clonación reproductiva. Convertía esta práctica en delito federal con penas de hasta diez años y multas de un millón de dólares. También incluía una prohibición sobre la importación de productos clonados. A pesar de todo, actualmente el debate está estancado y el texto no ha llegado a convertirse en ley. El presidente Bush ha vetado el uso de la financiación pública en este tipo de proyecto, lo que no soluciona nada en absoluto, más bien lo contrario, ya que propicia al sector privado en este tipo de investigación.

Recientemente se ha ilegalizado en Japón la clonación de seres humanos. Las penas van desde los diez años y las multas superan los 80.000 dólares. A pesar de ello, Japón no ha prohibido la clonación terapéutica por su gran potencial en la investigación.  El motivo principal de esta ley prohibitiva ha sido el impacto que puede tener la dignidad humana y la seguridad de la especie. Asimismo en el Reino Unido el Parlamento prohibió la clonación reproductiva el pasado 29 de noviembre de 2001. La medida fue adoptada por la vía de urgencia después de que un tribunal considerara que la legislación británica no prohibía esta posibilidad.

La práctica de la clonación no está prohibida en muchos países lo que deja un vacío legal en el que pueden infiltrarse investigadores sin prejuicios. La ley avanza lentamente, pero en cuestiones de este tipo debería dársele un empujoncito antes de que sea demasiado tarde y alguien justifique su experimento diciendo “de hecho, no está prohibido”.

 Del porqué es importante diferenciar la clonación terapéutica de la reproductiva

Como ya he anticipado antes la diferencia entre la clonación terapéutica y la reproductiva es enorme. En el primer caso, se trata de clonar un embrión y no dejar que se desarrolle más de cinco días. En el segundo, estamos hablando de hacer una copia de un ser humano.

La clonación terapéutica presenta muchas ventajas: la curación de enfermedades hasta ahora incurables, los trasplantes en los que no habría rechazo por parte del paciente, etc. En cambio, la clonación reproductiva no presenta, en principio, ninguna ventaja y comporta profundos problemas morales. Personalmente no se me ocurre ningún motivo por el que (en el caso de que fuese una técnica avanzada y segura), debiera llevarse a cabo. No obstante, algunas personas mucho más imaginativas han puesto sobre la mesa diferentes motivos por los que sería lícito hacerla. De eso me encargaré en el apartado 5 sobre la clonación de seres humanos.

La comunidad científica, en su mayoría, piensa que la clonación terapéutica será la medicina del futuro. Anna Veiga, doctora en biología y jefe de la sección de biología del Instituto Deixeus ha afirmado que “la medicina en unos años estará basada en lo que se descubra por este camino (la clonación terapéutica)[2] y que se tratará de “una medicina que cambiará absolutamente el concepto que hemos tenido hasta el momento”[3].

Actualmente los políticos se están preocupando más de la opinión pública, que no está lo suficientemente bien informada, que en tomar decisiones adecuadas. La dicotomía entre clonación terapéutica y clonación reproductiva es suficientemente patente, y no es necesario prohibir la primera por miedo a que si no es así se lleve a cabo la segunda. Sería del mismo modo iluso el prohibir los transplantes por miedo al tráfico ilegal.

La prohibición de la clonación terapéutica en determinados países puede abocarlos a un vacío en la investigación científica que con el tiempo puede llegar a ser enorme, y crear también una dependencia con los países en los que no existe tal prohibición, ya que tarde o temprano les tendrán que comprar este tipo de tecnología. Algo que de ser así, resultaría el doble de costoso.

 La instauración de la clonación reproductiva y los peligros que comportaría

La instauración de la clonación de seres humanos pasa en primer lugar por la aceptación social. El primer paso que podría darse a este respecto sería una clonación terapéutica, para después ir ganando terreno hasta llegar al punto de que se podría solicitar un clon de un ser humano en casos específicos, como la muerte prematura de un hijo recién nacido, el fallecimiento de la pareja en un accidente, etc.  Sin duda, esto es algo imposible de realizar hoy en día, pero en un futuro no muy lejano podrá llevarse a cabo.

Conociendo las estadísticas que se han hecho sobre los animales clonados resulta inquietante que se piense en clonar a seres humanos. La clonación es una técnica prácticamente nueva. Desde el nacimiento de las primeras ranas en 1952 el número de fracasos ha sido inmensamente mayor al de éxitos. Alan Colman declaró que “la escasa supervivencia de los animales clonados y los defectos que presentaron en su nacimiento desaconsejan la clonación humana”[4] y que “la clonación humana es ineficaz e insegura”[5]. El doctor David Magnus, experto el clonación de la Universidad de Pensilvania manifestó que “el primer clon será un niño con deformidades”[6]. Asimismo Rudolf Jaenisch e Ian Wilmut  aseguran que, de clonarse humanos, los pocos niños que nacieran correrían el riesgo de padecer daños irreparables y demoledores como problemas cardiovasculares, malformaciones renales deficiencias mentales e insuficiencias respiratorias. Han declarado que “si se intenta la clonación humana, los embriones que no mueran temprano pueden convertirse en niños y adultos anormales”[7].

Así pues, el utilizar esta técnica para crear un ser humano comportaría exponer a un grave peligro al feto y al futuro individuo. El hecho de que existan estos riesgos debería ser suficiente para que esta práctica se prohibiese.


[1] Mary Shelley, Frankenstein, Hertfordshire, 1993. Capítulo 5, págs 37-38

[2] Xavier Montanyà, «Molts governs posen fre a la clonación terapèutica per por”, en El Temps

[3] Ibídem.

[4] http://www.ideal.es/waste/clonacion.htm

[5] http://www.ideal.es/waste/clonacion.htm

[6] http://www.ideal.es/waste/clonacion.htm