Clonación. Apuntes de 2001 (VII): la lista de lavandería

Hans Jonas en su ensayo Técnica, medicina y ética se pregunta qué se consigue con la clonación? ¿Qué motivos hay para desearlo? En dicho ensayo recoge la “lista de lavandería de posibles aplicaciones, que crece constantemente en espera de una técnica plenamente formada” de Leon Kass. Se trata de una lista de razones por las que debería clonarse a un ser humano:

  1. Réplica de individuos de gran genio o belleza, para mejorar la especie o para hacer la vida más agradable.
  2. Réplica de sanos para evitar el riesgo de enfermedades hereditarias contenido en la lotería de la recombinación sexual.
  3. Facilitamiento de grandes series de sujetos de la misma herencia para estudios científicos sobre la importancia relativa de lo innato y el entorno en diversos aspectos de la actividad humana.
  4. Proporcionar un hijo a un matrimonio estéril.
  5. Proporcionar un hijo a alguien con un genotipo de elección propia: de un famoso admirado, de un fallecido querido, del cónyuge o de sí mismo.
  6. Control sexual de los futuros hijos: el sexo de un clon es el mismo que el de la persona de la que procede el núcleo celular implantado.
  7. Producción de equipos de sujetos idénticos para utilizaciones especiales en la guerra y la paz (espionaje no excluido).
  8. Producción de copias embrionales de cada persona, congelación hasta que sea necesaria como reserva de órganos para transplante a su gemelo de idéntica herencia.
  9.  Batir a los rusos y chinos, no dejar que se produzcan lagunas en las clonaciones”[1].

Jonas menciona en el último punto “las Olimpiadas y similares competiciones internacionales”[2] . Y añade a la lista otra razón: 10:“Curiosidad… vamos a ver qué sale”[3]. Yo ampliaría la lista en dos puntos más: 11: Producción de seres con las mismas creencias religiosas. En estos momentos resultaría muy útil por la batalla que se está librando en Afganistán. Estados Unidos necesita ahora más fieles que nunca. 12: Producción de copias con las mismas inclinaciones ideológicas. Los ultraderechistas y los nacionalistas se frotarían las manos con este último punto.

Jonas hace hincapié en que, aunque esta lista resulte graciosa, es sumamente seria. Demuestra nada más y nada menos a lo que se puede llegar sin tener en consideración la libertad del clonado, es decir, vulnerando el principio de autonomía.

Hans Jonas y el derecho a la ignorancia

Hans Jonas planteó hace casi veinte años el problema existencial del propio individuo clonado al saberse un clon.

Compara los gemelos idénticos con los clones. Argumenta que los primeros son «estrictamente simultáneos»[4]. Este es el rasgo fundamental que diferencia a los gemelos idénticos de los clones. Este hecho podría suponer un grave problema para el clon, ya que podría «encontrarse por la calle a su propia ancianidad, quizá acompañada de su infancia»[5].

No obstante, para Honas el problema principal del clon radica en es que es un individuo diseñado ex profeso por terceras personas. Se podría pensar que quizá el clon nunca llegara a conocer la naturaleza de su creación, pero como dice Jonas, existirían “archivos, bancos de datos y expedientes secretos con su notoria propensión a la «fuga»”[6] sin olvidar la «indiscreción y charlatanería»[7] (que por mucho que evolucione el mundo nunca se acaba), que podrían dar a conocer la verdad al clon .

Los hombres conocen su propia naturaleza con el paso de los años, se van descubriendo a sí mismos. Pero el clon no tendría esta oportunidad, el clon ya se conoce y «este presunto conocimiento tiene que asfixiar en el sujeto por así decirlo cartografiado de antemano toda inmediatez del experimento tentativo y el hallazgo progesivo de «sí mismo» con el que normalmente una vida esforzada se sorprende para bien o para mal»[8]. De ahí radica el «derecho a no saber». «El clon sabe (o cree saber) demasiado sobre sí mismo, y otros saben (o creen saber) demasiado sobre él»[9]. Y ambos hechos son «paralizantes para la espontaneidad de su llegar a ser «él mismo»»[10].

A pesar de que en el proceso de evolución de un individuo se ve marcado, no solamente por su herencia genética, sino también por el entorno, Jonas citando a Leon Kass advierte que resultaría muy fácil poner a un clon de Rubinstein a un piano a temprana edad. «Si una pareja decide clonar a un Rubinstein, ¿puede caber duda de que el pequeño Arthur será tempranamente puesto ante un piano y «animado» a tocar?»[11].

Su argumento en contra de la clonación deriva del derecho a no saber sobre uno mismo, el derecho a la ignorancia. El hombre ha visto siempre la ignorancia como un defecto, sobre todo la ignorancia sobre uno mismo, pero en el caso del problema de la clonación la ignorancia supone un bien. El derecho a no saber, dice Jonas, es «el paso que tenemos que dar ahora en vista a una situación nueva»[12] . Se trata de un «derecho que hasta ahora había estado latente a falta de aplicabilidad»[13].

Jonas señala que «al producto de la clonación se le ha robado de antemano la libertad, que sólo puede prosperar bajo la protección de la ignorancia. Robar premeditadamente esta libertad a un futuro ser humano es un crimen inexpiable, que no debe ser cometido ni una sola vez»[14]. Propone que ahora aboguemos por “el respeto del derecho a la necesaria ignorancia por parte de la posible víctima de nuestra acción»[15].

Acaba su exposición con un mandato moral fruto del poder actual de la ciencia: «Nunca se puede negar a una existencia completa el derecho a aquella ignorancia que es condición de la posibilidad del acto auténtico, es decir de la libertad; o bien: respeta el derecho de toda vida humana a encontrar su propio camino y ser una sorpresa para sí misma»[16].

Hipótesis sobre la clonación humana

La problemática de la clonación humana radica fundamentalmente en el hecho de que, como siempre, en el momento en que sea posible se hará. Las prohibiciones a veces sirven de poco. La historia está plagada de experimentos con seres humanos. Quizá el ejemplo más aterrador es el de los campos de exterminio en la II Guerra Mundial. Adolf Hitler se sirvió de seres humanos para intentar alcanzar su quimera aria.

La investigación con seres humanos, aun se haga por el bien común, nunca es lícita,  a no ser que se cuente con la aprobación del individuo. El individuo es a este respecto intocable.

La clonación puede ser un medio para la experimentación con hombres. La vulnerabilidad del clon radica en ser un individuo que ha sido creado. No sólo se le ha dado la vida de forma artificial, sino que es una copia exacta de otro individuo. Aparte de los conflictos morales que esto implica, no resulta demasiado difícil hacer cábalas respecto a lo que puede suceder a un nivel práctico. La creación de seres clónicos como un mero instrumento (objeto) para la investigación científica, también psicológica o sociológica. Creación de hombres sin piernas para las misiones espaciales, en las que el espacio es sumamente reducido; creación de individuos que serían expuestos a determinados virus para la investigación de armas biológicas; creación de colonias de clones donde vivirían aislados del resto del mundo para la investigación de la conducta, personalidad, relaciones sociales, etc. Desde luego, la perspectiva no resulta muy alentadora.


[1] Leon R. Kass, “New Beginning i Life”, en The New Genetics and the Future of Man, Grand Rapids, Mich., 1972

[2] Hans Jonas, Téncina, medicina y ética, Barcelona ,1997, pág. 124

[3] Ibídem. pág. 124

[4] Hans Jonas, Técnica, medicina y ética, Barcelona 1997, pág. 126.

[5] Ibídem.pág. 122

[6] Ibídemp pág. 128

[7] Ibídem. pág. 128

[8] Ibídem. págs. 127-128

[9] Ibídem. pág. 127

[10] Ibídem. pág. 127

[11] Ibídem. pág. 128

[12] Ibídem. pág. 127

[13] Ibídem. pág. 127

[14] Ibídem. pág. 128

[15] Ibídem. pág. 129

[16] Ibídem. pág. 130