Como el perro y el gato en el cinematógrafo

Se nota que los guionistas de cine son más amantes de los gatos que de los perros. Más aún, parece que le tengan manía a los canes. Éstos suelen acabar mal en las películas, mientras que los gatos no sólo corren mejor suerte, sino que siempre sobreviven.

Básicamente hay tres tipos de filmes con perros en los que el can es:

a) el mejor amigo del hombre. Cabe decir que este tipo de películas son las menos. Se trata de historias en las que se ensalzan los valores de la amistad incondicional entre hombre y perro, capaces de sacarle unas lágrimas al más duro de corazón. Qué bonitas y qué hermosas. Aunque el perro suele llevarse algún que otro palo. Un ejemplo: Colmillo blanco.

b) un asesino. Aparece en películas de terror o suspense como una amenaza para los protagonistas. Como una sombra en La profecía, la de 1976.

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Grrrr…. Por si Damian no diera suficiente miedo…

O corriendo tras ellos.

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En breve estos dos echarán a correr.

Los perros, como cualquier depredador, provocan un miedo ancestral en los seres humanos. Pues son capaces de cambiar las tornas: hacer que el hombre no sea cazador, sino presa.

c) un matao. Nunca mejor dicho, porque (casi) siempre acaba muerto. De nuevo el marco son filmes de terror, suspense, incluso de acción. En las comedias tampoco se escapan. El perro suele acabar finiquitado, maltrecho o como mínimo humillado:

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Gremlins

A menudo es la primera víctima de un psicópata, que envía un mensaje a sus dueños: «Esto es sólo el comienzo. Tú serás el próximo«. Las películas que siguen este patrón se cuentan por decenas. Hay una, sin embargo, que se pasa tres pueblos: Mujer blanca soltera busca. La neurótica de Jennifer Jason Leigh tira a un cachorro por la ventana desde un sexto piso. ¡Eso es llevar la animadversión hacia los canelos demasiado lejos!

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¡Hay que ser mala para cargarse a este lindo perrito!

Lo curioso del caso es que este tipo de películas no tienen en cuenta que los perros son guardianes. Ése es su trabajo, su pacto con los humanos. Tú me das cobijo, comida y cariño y yo te defiendo de los intrusos. La gente tiene perros para protegerse. Pero ¿de qué sirve el perro si se lo cargan a la mínima de cambio? Parece que no vean venir el peligro. Ni siquiera cuando se trata de su propio dueño, que está a punto de pegarle un tiro –Veteran-. A un gato no le pasa esto. Los felinos, cuando su dueño se pone nervioso, tenso o iracundo, huyen de él como de la peste.

En el cine, los mininos se salvan. Lo mismo da que alguien ponga todo su empeño en cargárselos. Ni ahogado en una pecera, ni enterrado vivo, ni con una sobredosis de cocaína o una explosión de dinamita. Los gatos tiene siete, nueve, ¡cien vidas! Véase Qué suerte, llegaron los parientes.

Son tan monos e indefensos, y corren que se las pelan. Si no, ¿cómo escapó el gato de Alien de semejante monstruo? De hecho, no sólo escapó de él, sino que le plantó cara y finalmente ¡le sobrevivió!

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El minino de «Alien» se las sabe todas.

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Fotografía de la portada de John Lund.

 

 

 

 

 

 

 

2 comentarios en «Como el perro y el gato en el cinematógrafo»

  1. ¡Qué grandes verdades! jajajajaaja Los minimos son mucho más inteligentes que los canes. ¡Dónde va a parar! Me encanta. Me siento muy identificado con este artículo que, además, me ha alegrado el día. Qué jartá de reir, por dios. Y por siempre: «MININOS RULES!»

  2. ¡Qué bueno el artículo! No nos olvidemos del gato de Fina de La que se avecina, que resucita y aparece con su dueña otra vez.

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