«Con la muerte en los talones» y/o «Desafío total»

Demos un repaso a la influencia/paralelismos de Con la muerte en los talones (1959) de Alfred Hitchcock en Desafío total (1990) de Paul Verhoeven.

¡Venga!

En primer lugar, la trama. Ambos largometrajes giran en torno a un hombre constantemente perseguido.

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La música, compuesta por Bernard Herrmann en el filme de Hitchcock es ya un clásico que representa a la perfección la idea del suspense, de ese verse acosado sin tregua. En la película de Verhoeven, la música de Jerry Goldsmith es un claro homenaje a Con la muerte en los talones. Aunque, reiterada en demasía, cansa.

En las dos películas aparecen mujeres fatales, cómo no, rubias ellas, que confunden y engañan al protagonista.

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Eva Marie Saint de Con la muerte es la quintaesencia de la mujer inaccesible para Hitchcock, sublimada como la mujer ideal, pero al mismo tiempo denigrada a la categoría de ramera.

En Desafío, aparece Sharon Stone como femme fatale, ¡madre mía!, la zagala posee un coeficiente intelectual que ronda los 150, aún hoy se me hace raro verla emparejada con semejante troglo.

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Yo es que no doy crédito…

En fin, Schwarzenegger no tarda en deshacerse de ella –no le queda más remedio- y en encontrar la horma de su zapato, su sueño hecho realidad, una joven opuesta en físico e integridad a la otra.

El terreno rocoso y árido de Marte recuerda a la escena final de Con la muerte en los talones, el Monte Rushmore.

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El paralelismo entre los dos personajes principales es notable. Roger Thornhill (Cary Grant) es un hombre que, por una casualidad del destino, se ve envuelto en una trama de espionaje y es confundido por un espía que, en realidad, no existe. Durante la mayor parte del filme intenta probar que él no es el espía, sino un hombre corriente. Por otro lado, Douglas Quaid/Hauser (Arnold Schwarzenegger) desea abandonar su vida tediosa de obrero de la construcción y hacer algo realmente importante

¡Ay, ¿se imaginan ustedes si otros tantos como él dejaran sus taladros y martillos y lo intentasen! ¡¡Eso sí que sería el próximo paso en la evolución de la especie humana y no el de «2001, una odisea del espacio»!!

, de modo que sin saber muy bien cómo se adentra en una nueva vida repleta de acción y sentido que hará realidad todas sus fantasías. En su afán por recobrar la memoria, Douglas Quaid descubre algo feo, pero que muy feo: en su anterior «vida» él no era un espía idealista que luchaba contra el mal y el poder, sino todo lo contrario, un vendido sin escrúpulos. Hecho que, por otro lado, no turba demasiado al protagonista, quién sabe si porque le siguen yendo detrás los malotes o porque es Arnold Schwarzenegger y el pobre no da para más.

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¿Eh?

Por último, Con la muerte en los talones, sin duda alguna obra maestra del cinematógrafo, es una película que representa fielmente el desasosiego que experimenta cualquier persona al verse perseguida, acosada y amenazada de muerte sin motivo alguno, o si queremos simplificarlo más: el hecho de estar siendo perseguido por un depredador. La película trata de lo más verdadero, lo más primitivo: el miedo a una muerte inminente. Y se refleja en ese ir corriendo, pies para que os quiero, del protagonista.

Sin embargo, eso es todo, no se puede extraer de esta película ninguna cuestión filosófica, ningún atisbo de duda o conflicto. Desafío total, en cambio, cuestiona la veracidad propia de la existencia –La vida es sueño de Calderón de la Barca-, y aquello que decidimos hacer con ella.

Y es que Verhoeven es un filósofo, mientras que Hitchcock…