Con los ojos de un niño

El escritor Jaime de Armiñán (Madrid 1927) hace en La dulce España. Memorias de un niño partido en dos (premio Comillas) un notable ejercicio de reconstrucción sentimental e histórica mediante un fresco literario y coral que recrea su infancia desde el seno familiar y la guerra civil. Describe con dulzura su niñez envuelta en el desbarajuste de un país roto por la guerra. Un zagal curioso al que el paso del tiempo le va despojando de su inocencia.

Con mirada infantil, ignorando el riesgo que corría –para los niños, la guerra fue un juego y las bombas, fuegos artificiales-, Armiñán se sumerge en el desarrollo de aquellos hechos. A través de un relato rico en descripciones introspectivas, narra con detalle los años que le tocó vivir: la República, la rebelión del 18 de julio de 1936, la victoria franquista, el exilio y el primer dolor por la muerte de un ser querido, su tío Alel.

Arminán procede de una ilustre familia de actores, políticos y escritores vinculados a una sociedad cambiante y convulsa. El autor dedica estas memoras de infancia a sus padres, la actriz Carmita Oliver, que renunció al teatro por el matrimonio, y el gobernador republicano Luis de Armiñán Odriozola. «A los ochenta años mi madre descubre que no ha sido feliz, que le han hecho la cusca mandinga», escribe. A partir de sus padres, y con ellos, van apareciendo personas y personalidades entre el año de su nacimiento y 1945, cuando el autor detiene en París su relato. Desde su amigo Currinche hasta el general Franco, desde Antonio Machado a Manolo Bienvenidas, desde su abuela, la actriz Carmen Cobeña, a Miguel Primo de Rivera, nada se le escapa a Arminán, el cual aportar sucesos inéditos de la guerra en un relato enjundioso.

Hijo único, enfermizo y mimado, Armián traza un retrato magistral de sí mismo, de su familia republicana «en trancos de decadencia» y de su tiempo; es un testigo de los vaivenes de la guerra civil en diferentes escenarios: Madrid, San Sebastián, Burgos y Salamanca. Su padre, periodista de El Heraldo de Madrid, fue nombrado gobernador civil de Lugo, Córdoba y Cádiz. Luego, destituido, se ganó la vida redactando crónicas de guerra a seis duros.

Son unas memorias densas, enriquecidas con algunos textos de sus padres. Su familia, su educación, el teatro, el cine de Hollywood, el periodismo, el fútbol, los toros y, sobre todo, la guerra civil con las secuelas sociopolíticas de la posguerra, son la base del edificio literario impecable y de lectura obligada que levanta Armiñán. Es la visión tierna y penetrante de un niño apodado Paupico, tan frágil como inteligente, premiado con los años con una pluma galana y erudita, capaz de recuperar unos años de la historia de España contando sus juegos infantiles y sus primeros desengaños.

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Esta crítica literaria se publicó el 9 de marzo de 2001 en El Periódico de Cataluña (página 9 de la sección «Libros»). Su autor, Juan Soto Viñolo.

Con los ojos de un niño Soto