Construyendo

El documental En construcción de José Luis Guerín (2001) representa no sólo un documento histórico excepcional, sino un grito de alarma de lo que se nos venía encima y de lo que con ello íbamos a perder.

En construcción IILas imágenes con las que nos tropezamos al inicio del filme nos transportan al barrio chino de la Barcelona de finales de los años cincuenta y principios de los sesenta. Una Barcelona muy distinta de la de Guerín, y mucho más de la de hoy en día. Si bien el filme resulta en ocasiones lento y utiliza en demasía le plano fijo, obtiene con ello el tempo exacto de un inmueble en construcción.

“El Chino” ha sido desde siempre un barrio depauperado y marginal. Durante mucho tiempo fue un verdadero gueto, donde la gente nacía, (sobre)vivía y moría, anclada al barrio. Guerín presenta este sorprendente microcosmos de personajes reales dejados de la mano de dios y olvidados por los políticos; ingenuos como angelitos; resignados a un futuro incierto, cuando no negro; ajenos al brutal cambio de la metrópoli; y en ocasiones solos, como todos. Guerín construye un sorprendente retablo suprarrealista de las gentes del Raval. De su vida cotidiana, de su forma pausada de vivir, de sus rostros. Digna de mención es la secuencia de las excavaciones arqueológicas. En el trascurso de la demolición del edificio se hallan unos restos arqueológicos de lo que antaño fue un cementerio romano. Las obras quedan paradas durante un tiempo. Los obreros de la construcción ceden sus cascos a los arqueólogos. Una  multitud de fisgones se acerca a las vallas para observar y comentar el hallazgo. Son gentes del barrio que parecen salidas de un filme neorrealista de los años cuarenta. Las caras de los transeúntes hablan por sí solas. Asombrados. Perplejos. Curiosos. Escépticos algunos. Se adentran en discusiones, donde suponen la procedencia de los restos y opinan sobre lo que les depara el futuro. Al finalizar las excavaciones los arqueólogos se retiran con los muertos y ceden el relevo de nuevo a los obreros. Los muertos no protestan por las tumbas profanadas, su voz no es tan fuerte como el sonido del vil metal.

La construcción de un bloque de edificios hilvana las vidas de las gentes del barrio del Raval durante dos años, tiempo que duró el rodaje. Dos años de pico, pala y taladradoras a mansalva; de desoídas protestas en los muros del barrio contra la especulación; de trabajo precario, pero trabajo, al fin y al cabo; de muros añejos que caen derribados por máquinas excavadoras, porque en este país se prefiere lo nuevo a lo bueno. Y, sobre todo, se prefiere el taladro a cualquier otra cosa. Dos años de vida real, de vida en la calle. De viejos que tuvieron un barco y ahora no tienen más que una bolsa llena de cachivaches. De adolescentes que se maquillan para ganarse la vida. De marroquíes que creen en dios y en la Internacional. De gentes en peligro de extinción. De un barrio, en fin, que muere al renovarse.

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En construcción de José Luis Guerín (2001)

El filme de Guerín muestra, pues, la vida de esta gente de barrio enmarcada por el nuevo edificio en construcción. Las obras rodean el día a día de los personajes. Pero las viviendas que se están construyendo no serán para ellos, sino para otros, más privilegiados, más hipotecados. El viejo edificio fue derruido para construir uno nuevo. Los antiguos inquilinos fueron desalojados, como tantos otros que les seguirían. El inmueble está prácticamente acabado. Entre los obreros que ultiman su trabajo pasean los futuros propietarios. Los pisos se venden por 15 millones de las antiguas pesetas. Una baratija en comparación con los precios desorbitados de hoy en día. En la frontera de la Mina –un barrio barcelonés aún más depauperado y marginal que el Raval, pero revalorizado en los últimos años por el Fórum de les Cultures, uno de los últimos focos de especulación del terreno en Barcelona- se construían en la época inmuebles por valor de 1 millón de euros, a pagar en hipotecas de a cien años y un día vista, algo más de una cadena perpetua. Una de las futuras propietarias echa una ojeada a través del balcón. Frente a ella se encuentra la fachada de un edificio antiguo, en cuyos balcones se hallan las sábanas y ropas tendidas de sus inquilinos, algunos de los cuales otean asimismo por el balcón sin prestar demasiada atención a sus nuevos vecinos. La mujer, fiel reflejo de la Barcelona burguesa, susurra “ojalá todos los edificios fueran nuevos y tiraran a bajo los viejos”. Señora, no se preocupe que, a pesar de la crisis, el ayuntamiento y las inmobiliarias están en ello.

Un comentario en «Construyendo»

  1. Esta película siempre me ha parecido de lo mejor que se ha hecho en el cine español del siglo XXI. Un placer recuperarla, y si es de esta manera tan profunda, pues mejor. De todas a todas, ARTICULAZO.

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