De Sex Pistols a Buzzcocks: la revolución no será televisada

“El norte es un país diferente, uno formado por salvajes paisajes nocturnos de aflicción afectada”.

Morrissey

 

 

1976 siempre será reconocido en Gran Bretaña como el año de la explosión “Sex Pistols”. Aquellos cuatro tipos, movidos por el titiritero Malcolm McLaren, atrancaron la rueda de los acontecimientos para que todo se desbordara a chorros. Pero antes de que su propagación tomara tintes de éxito rodado, fueron desembarcando en diferentes puertos. En cada pequeña sala o club que tocaban, se prendía una semilla. Los asistentes tomaron una idea: “cualquiera puede hacerlo”. Si Brian Eno dijo una vez que la poca gente que, en su momento, se había comprado el primer LP de la Velvet Underground había formado un grupo, lo mismo se puede decir de todos los que acudieron a los conciertos que ofrecieron los Pistols a lo largo del 76. Y uno de esos conciertos tuvo lugar un 4 de junio de 1976. Fue como tirar una moneda al aire trucada. Saliera lo que saliera, ahí se encontraba el kilómetro cero de una nueva fase.

 Paul Morley: “Más de cien años después de la Revolución Industrial, que parecía destinada a aplastar a la zona en polvo y el aislamiento como el mundo que inspiró, trasladó a Manchester fuera del camino, una revolución emocional ocurrió, que sería empujar a Manchester hacia el siglo 21. Esto sucedió porque Johnny Rotten mostró a Howard Devoto una manera de explotar positivamente su interés por la música, el teatro, la poesía y la filosofía. Devoto, digamos, por el placer de hacerlo, porque la historia tiene que empezar en alguna parte, con una explosión, o un legendario concierto de punk. Era el hombre que cambió el Manchester porque tenía una idea acerca de lo que se necesita para pasar en el momento justo, en el lugar adecuado. Dispuso que los Sex Pistols tocaran en Manchester antes de que el resto del país hubiera alcanzado la idea de que no había tal cosa como un Sex Pistol”[1].

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Los Buzzcoks en acción.

Los antecedentes de este concierto partieron de unos meses antes, cuando en febrero Pete Shelley y Howard Devoto, la cabeza bicéfala de los Buzzcocks en aquellos momentos, leyeron una reseña de un concierto de los Sex Pistols. La frase “nos estamos por la música, sino por el caos” cayó como una estalactita metálica en sus quijoteras. A la semana siguiente, ya estaban en Londres. Fueron a un concierto de aquellos proclamadores del advenimiento punk. Hablaron con Malcolm McLaren. Le dijeron que les iban a conseguir una actuación en el Lesser Free Trade de Manchester. Dicho y hecho.

 Entre los contados asistentes que acudieron a la ceremonia Pistol, se encontraba Tony Wilson. Presentador del programa So It Goes, perteneciente a Granada, el canal local de Manchester.

 Tony Wilson: “En 1976, dos o tres personas controlaban toda la música en la televisión, y no les gustaba el punk. Así, durante un año, si deseabas ver a las bandas más emocionantes del mundo, estaban en un programa regional que se emitía en Manchester. Mi show”[2].

 El Show de Wilson había sido uno de los canales más sólidos en la propagación del germen punk. Entre las bandas que pasaron por su programa, ahí estaban algunas de las más significativas de la capital: The Stranglers, Siouxsie & The Banshees y The Jam. Su programa había sido básico en despertar la conciencia de que algo estaba ocurriendo.

 El día que los Pistols desembarcaron por primera vez en Manchester, Wilson acudió a la llamada. Wilson intuía algo, sabía que aquella fecha iba a ser el comienzo de algo que había que aprovechar, exprimir, y para lo que él tendría que ser el abanderado. Cuando los Pistols hicieron acto de presencia, no hizo falta ni un solo acorde desafinado… Pero cuando aquellos verdugos de la indiferencia restañaron sus instrumentos en un acto subliminal de la no-virtud como credo inquebrantable, Johnny Rotten comenzó a escupir palabras como una serpiente hipnotizadora. El efecto fue instantáneo.

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Tony Wilson en «So It Goes».

 Tony Wilson: “Maldita sea es ‘Stepping Stone’. Y en los siguientes sesenta segundos escuchando a los Pistols cómo asesinaban con violencia y luego resucitaban este sencillo clásico del pop, todo quedó claro, al igual que todo quedó destruido. Sólo escuchando lo viejo se revelaba lo nuevo. Destruiré este templo, y en tres días lo levantaré, dijo el Señor, dijo Johnny Rotten. Claridad para el único gilipollas intelectual del público. La melodía, la canción, la letra y el ritmo de esta joya de los Monkees fueron atacados con una confianza extrema, con una ira extrema. En su completa indiferencia hacia los detalles de la técnica y el respeto, devolvieron a esa conocida canción el espíritu, que es la única puta razón por la que existe al fin y al cabo. Robert Johnson vendió su alma en la encrucijada. La vendió por esto. Hizo un buen trato”[3].

 Mark E. Smith: “Hasta que vi a los Pistols haciendo cosas como ‘Stepping Stone’ y otras canciones de garage, la idea de nosotros [The Fall] tocando en público era pura fantasía”[4].

Tony Wilson: “4 de junio de 1976, los Sex Pistols tocan en Manchester por primera vez. Sólo hay 42 personas en la audiencia, pero todos ellos están aturdidos, en estado de shock, pero absorbiendo la energía que todos ellos están empezando a alimenta de poder, energía y magia. Inspirados, van a salir y realizar maravillas. Allá en la parte posterior está Howard Devoto y Pete Shelley; organizaron el concierto, están millas por delante de todo el mundo en Manchester, ya están en los Buzzcocks. Al otro lado del pasillo; dos jóvenes muchachos de Salford Grammar School, Bernard Sumner y Peter Hook, antes de convertirse en Stiff Little Kittens, después Warsaw, a continuación, Joy Division y finalmente New Order. El pequeño flipado pelirrojo es Mick Hucknall. Y ahí está el niño de la escuela  de Stretford, Morrissey. Ése es Jon el cartero; es un cartero. Y allí, el de los ojos enloquecidos de profesor bajo corte de pelo hippy, aspirante a productor de la ciudad: Martin Hannett, uno de los verdaderos genios en esta historia. Más adelante, querrá matarme”[5].

 Aquel concierto disparó la mente de todos los allí presentes. Para unos chavales cuya vida se reducía a ver cómo se escapaba el tiempo dentro de una cárcel de hielo llamada  Manchester, presenciar a cuatro palurdos de Londres sin técnica alguna encima de un escenario, reinterpretando con la máxima sencillez los atributos del rock, y haciendo que sonara a algo totalmente nuevo, disparó su imaginación. Ya no hacía falta tener la técnica de Jimmy Page o Eric Clapton, no. Entre el público que asistió aquel día a ver a Rotten y los suyos, se encontraban los futuros miembros de los Happy Mondays, The Fall, Joy Division, Simply Red y The Durutti Column.

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El gran Pete Shelley.

 Allan Hempsall: “Tocaron en frente de una audiencia compuesta principalmente de hippies y los clones de Bowie”[6].

 De la noche a la mañana, los Pistols se convirtieron en los londinenses mejor recibidos dentro de la parroquia mancuniana. Tras aquel concierto, los Pistols tuvieron que regresar a Manchester.

Paul Morley: “1976 terminó con la gira Anarchy de los Sex Pistols tocando en Manchester dos veces, cuando la mayoría de los lugares en el país no permitirían que el grupo tocara dentro de sus fronteras ni una sola vez. Tocaron el Electric Circus, un lugar de heavy metal a un par de millas hasta Rochdale Road en Collyhurst, bruscamente readaptado por una nueva escena que necesita lugares para hacer frente a esta nueva audiencia. Con los Pistols sentí como si fueran una banda de Manchester. Y ahí estaban los Buzzcocks, muchachos locales, que tocan -maquinando-, como si invadieran y ultrajaran esta aburrida y monótona tierra”.

“Viajes en autobús se organizarían, yendo desde los jardines de Piccadilly hasta el centro de la ciudad. 75peniques el billete, en dirección a lugares de todo el país en el que los Pistols estarían tocando bajo varios alias, para evitar la ira de la censura de los consejos locales. Malcolm McLaren, gerente de los Pistols, pondría todo su poder como manager en la lista de invitados. Los jóvenes de Manchester, incluidos varios Buzzcocks, llegarían a ver a the Spots -the Sex Pistols On Tour- en Wolverhampton, y caminar en línea recta hacia el lugar y el corazón mismo de la acción deliciosamente prohibida”[7].

MANCHESTER, INDEPENDIENTE

buzzcoksMientras los Pistols introdujeron la ética DIY, los Buzzcocks sellaron la condición autónoma de Manchester. Mientras los Pistols se debatían entre multinacionales como EMI y Virgin, Pete Shelley y los suyos constituyeron el sello independiente New Hormones. La jugada de los Buzzcocks fue una declaración contra los aires de la industria londinense discográfica. Los Buzzcoks estaban proclamando una idea, si cabe, más transgresora e influyente que la mera existencia de los Pistols: cualquiera puede grabar un disco. De hecho, aquel EP, titulado como Spiral Scratch (New Hormones, 1977), fue el primer disco del punk británico en publicarse desde un sello independiente. Para llevarlo a cabo, bastó con 500 libras y tres horas grabación. Como productor, estaba acreditado un tal Martin ‘Zero’. Detrás de este pseudónimo se escondía Martín Hannet, el gurú que ideará los contornos del sonido de Manchester. Sin embargo, Spiral Scrath no era un disco destinado a perfilar una patente sonora de la ciudad. Los Buzzcocks habían ensamblado un póquer de temas que funcionan la exaltación definitiva de los cánones estilísticos del punk-pop. Como argumento principal, se palpa la rugosidad de unas guitarras correosas de dos acordes a la carrera, bajo el inconfundible patrón rítmico de los Ramones. El rock como eyaculación precoz, a lomos de estas ráfagas a horcajadas se asienta un paraguas melódico de concreción y arrebato adolescente. Lo que fluye no es la necesidad de escribir un pedazo de historia, sino la insurgencia en primer plano contra todo acto de transcendentalidad rock. La austeridad era una premisa. Spiral Scratch la divulgaba por los cuatro costados, desde su misma portada.

Paul Morley: “La cubierta de Spiral Scratch era blanca y negra, la música era en blanco y negro, el paisaje que sus canciones ocuparon era en blanco y negro, y fue la última vez que la producción de Hannett sería tan en blanco y negro. La inteligencia vivaz y seca, el ingenio descarado se introduce como el contrabando, detrás de la austeridad. Era como si el grupo hiciera un desguace clínico de la historia del rock inflado, y la búsqueda de una posición muy particular, donde las cosas se podrían poner en marcha de nuevo. Tal vez, si te gusta, Spiral Scratch fue el primer disco real de punk. El nacimiento de la cultura indie alternativa, el rico, origen comprimido, ideológicamente, si no musicalmente, del punk, post-punk, new wave, grunge, etc”[8].

 Spiral Scratch fue el ovillo del que surgió una red en expansión. Tras la fecha de su publicación, el 29 de enero de 1977, Manchester cogió velocidad. Se multiplicaron los grupos de música, los conciertos. Definitivamente, se estaba constituyendo una comunidad, y Londres era el enemigo del que había que desacomplejarse.

Mick Middles: Creo que la diferencia era que Londres siempre fue percibido como un sitio con más pose. Tenías la ropa de Vivienne Westwood, que nunca, nunca tuvimos aquí. Nadie tenía dinero. Quiero decir, no había punks aquí: sólo tenía que llevar pantalones de pitillo y eso era todo -básicamente, no llevar el pelo largo. Eso era suficiente para hacer una declaración y ser atacado en los autobuses”[10].

El efecto Spiral Scratch promovió la independencia de la industria musical de Manchester respecto a Londres. Esto también influyó en el rechazo de lo que viniera bajo la solera de la capital. Se estableció un orgullo de origen. Tal como llegaría a declarar Morrissey en noviembre de 1984: “Yo nunca podría ser considerado un sureño. Siempre estaré paseando por el Norte, en alguna parte. Veo las cualidades del Norte morir muy rápidamente, y me gustaría que no fuera así. Hay una ingenuidad y una inocencia que se va. Siempre me ha gustado la idea de que la gente sea humilde y siga adelante con su vida cotidiana”[11].

 


[1] Morley, Paul: “A Northern Soul”, The Observer, 21/05/2006. Traducción del autor.

[2] NICK REDFERN  “We do things differently here:” Manchester as a Cultural Region in 24 Hour Party People, página 300. Traducción del autor.

[3] Marcus, Greil: La historia del rock and roll en 10 canciones, Contra Ediciones, Barcelona, 2014, páginas 44-45. Traducción de Silvia Guiu y Begoña Martínez.

[4] Edge, Brian: Paintwork: A Portrait Of The Fall, Omnibus, Londres, 1988, página 9. Traducción del autor.

[5] Wilson, Tony: 24 Hour Party People, Channel 4 Books, 2002, Londres, página 23. Traducción del autor.

[6] Only the Lonely: “Crispy Ambulance – The Plateau Phase (1982/1999) / Frozen Blood 1980-1982 (2000)”, diciembre de 2013. Traducción del autor.

Fuente: http://onlythelonelymusic.blogspot.com.es/2013/12/crispy-ambulance-plateau-phase-19821999.html

[7] Morley, Paul: “A Northern Soul”, The Observer, 21/05/2006. Traducción del autor.

[8] Morley, Paul: “A Northern Soul”, The Observer, 21/05/2006. Traducción del autor.

[9] Chelsea: “Right to work”/ “The loner” (Step Forward, 1977)

Uno de los mejores singles del punk ‘77, Chelsea debutarán por todo lo alto mediante este par de cortes poderosos, intensos y micebrínicos como pocos. Punk rock de corte clásico con un revitalizante poso garage, Chelsea partirán de esta plantilla musical para ir avistando las corrientes oi! que iban a cernirse sobre los mares punk británicos. Resplandecientes visiones de futuro, tanto “Right to work” como “The loner” nos muestran el momento de máximo esplendor de un cuarteto del que siempre nos quedará la duda de adonde habrían llegado de no haber perdido a tres de sus cuatro miembros al poco tiempo de la publicación de este single. La prueba de que aquí había materia prima para hacer grandes cosas, tras este disco, tres miembros de Chelsea formarán los mucho más relevantes Generation X. Lamentablemente, en lo que a la reconstrucción de Chelsea se refiere, los de Londres seguirán en la misma línea por medio de álbumes recomendables – Chelsea (Step Forward, 1979), Alternative Hits (Step Forward, 1980) y Evacuate (Step Forward, 1982) –, aunque nunca dentro de los niveles mostrados en este pequeño gran disco.

Como último detalle, sólo recordar las citas constantes de Eduardo Benavente – Parálisis Permanente – hacia el cantante de Chelsea, al que consideraba como una de sus influencias más básicas.

 

[10] Kennedy, Jake: Joy Division and the making of Unknown Pleasures, páginas 47-48. Traducción del autor.

[11] Robertson, John: Morrissey On His Own Words, Omnibus Press, Londres, 1988, página 44. Traducción del autor.