Depeche Mode y «Never Let Me Down Again», ¿la cumbre del tecno pop?

R-1074310-1461870609-4067.jpegIgual que el “Heroin” de la Velvet Underground para el rock neopsicodélico, “God only knows de los Beach Boys para la dignificación del pop barroco“Damaged gods” de Gang of Four para el post-punk o “Kerosene” de Big Black para la comunión entre latido post-hardcore y agresión industrial, “Never let me down again” de Depeche Mode abrió una puerta de ambigüedad y experimentación única  dentro de la evolución del tecno pop.

 No en vano estamos ante una amalgama expansiva de diferentes capas musicales en constante crecimiento. Entre los circuitos que generan su morfología, se confunden sin estridencias líneas de bajo estratosféricas, muy típicas de DJs posteriores como Dj Shadow. También bases taquicárdicas de pulsión electro-punk, sintetizadores de secos patrones rítmicos, contundentes como un martillo pilón. Y una bruma sintetizada siempre apuntando hacia una épica tensa, de proyección piramidal. Para acabar de completar el puzzle, el propio David Bascombe, productor de la pieza, explica que “como base del ritmo utilizamos ‘When the levee breaks’ de Led Zeppelin, que resulta ser un fantástico sonido de percusión. Martin Gore aportó su guitarra a la pista de fondo para que el resultado aportara una onda más rica. Entonces procesamos de forma potente el sonido de la guitarra, con un montón de efectos diferentes. También hay algunos sonidos diversos, cuerdas y vientos sacados de orquestas reales, y nosotros reestructuramos la canción para que el coro tuviera más fuerza, y poder usarlo de ese modo de cobertura”[1].

 Tan insospechado arsenal de herramientas acabaron por ensamblar un juguete sónico alambicado en un crisol de sensaciones a flor de piel. De ritmo marcial pero sincopado, las palabras esculpidas por Dave Gahan se clavan con rabia en la poderosa fibra analógica, hasta que llega el estribillo: de aura grandilocuente, casi sobrepasando los límites que separan la épica de la inflamación innecesaria. Equilibrismos donde se cuece la gallardía del propósito. Más aún, cuando el éxtasis total dobla la apuesta en un inesperado crescendo final. Un punto de ebullición sin escapatoria posible. Cuando Gahan entone el título de la canción con la convicción de una petición definitiva “Never let me down again” (“Nunca me abandones”), una orquestación de condición wagneriana se cuela en el ocaso de la canción, alcanzando tintes sobrehumanos, tras los que los coros de Gore parecen haber surgido como un eco paralelo, con el fin de contrapuntear la melodía timoneada por Gahan.

 En lo instrumental, “Never let me down again” marca un punto y aparte, no sólo en la trayectoria de Depeche Mode, sino en la certificación de las posibilidades de la electrónica dentro del formato de canción pop en su roce con estructuras clásicas.

 artworks-000222778589-6eitm4-t500x500En cuanto al apartado lírico, la estilización de la técnica narrativa de Gore da un nuevo paso adelante. Para esta ocasión, se muestra menos directo, más misterioso, elíptico. Mucho se ha hablado de la temática sobre drogas de la que trata este corte, algo que se hace implícito en el estribillo “We’re flying high/ We’re watching the world pass us by/ Never want to come down” (“Volamos alto/ Miramos cómo pasa el mundo/ No quiero bajar. No quiero volver a pisar el suelo”).Por otro lado, la canción se nutre de una ambigüedad sexual que rezuma desde la primera línea:“I’m taking a ride with my best friend/ I hope he never lets me down again” (“Estoy dando una vuelta con mi mejor amigo/ Espero que no vuelva a decepcionarme”).

 Coctel explosivo de hedonismo transcendental y placer al límite, “Never let me down again” se postula como una adicción sin contraindicaciones, siempre capaz de desdoblarse en nuevos pliegues, sin perder su particular ADN. Entre las remezclas que se llevaron a cabo de este corte, destaca el “aggro mix”, de dinámica rayana a lo infernal, tensa como un cable de la electricidad el día de fin de año. Muy representativa de los lazos de unión entre Depeche Mode con el tecno de Detroit. Dicha conexión queda refrendada en el tipo de instrumentación utilizada para la ocasión: “Sí, creo que para crear las famosas partes secuenciadas del bajo en el  Aggro mix de “Never Let Me Down Again” usamos el secuenciador Wasp and Spider y luego, probablemente, sampleamos el resultado. Vamos, todo lo que contrario que en un MIDI controlable”[2], llegaría a comentar Alan Wilder.

 Otra remezcla altamente representativa de lo imperecedero de este corte viene a cuento de la realizada por el dúo alemán Digitalism. Electro house de trazo preñado de anabolizantes donde el original de Depeche Mode queda transfigurado en un esqueleto de hueso gordo, ideal para reventar varices en la pista de baile.

Capítulo aparte en la historia del pop, “Never let me down again” también se convirtió en el tema más interpretado de Depeche Mode a lo largo de sus sucesivas giras. “Never let me down again” salió como single el 24 de agosto de 1987. Entre los diferentes formatos, resulta tremendamente significativa la cara b original del 7 pulgadas, donde los de Basildon se adentran en las raíces americanas del rockabilly, adaptándolas completamente a su ethos sonoro. Sin embargo, el punto cumbre de este corte se produjo a través de su inclusión en 101: símbolo absoluto de la conquista de las Américas realizada por los británicos durante la gira de Music for the Masses. Y paradigma de las propiedades inherentes a todo milagro musical que se precie de serlo.

 


[1]Malins, Steve: “Depeche Mode” (traducción de Iván Moldel Vallejo), Ma Non Troppo, Barcelona, 2007, pag. 126.