Destellos efímeros (XII)

José Luis Morales

El 5 de febrero de 2004 se celebraba un encuentro de liga entre el Real Madrid y el Deportivo de La Coruña. Una plaga de bajas obligó a Benito Floro, por entonces entrenador del Real Madrid, a rebuscar entre su cantera en busca de jugadores para completar la convocatoria, poniendo especial hincapié en la delantera, donde el técnico manchego no disponía de ningún efectivo. Aquel partido era bastante trascendente ya que el Real Madrid amenazaba con descolgarse de la lucha por el título de liga, por lo que la semana previa la plantilla lanzó mensajes pidiendo el apoyo de su afición, siendo el más directo Míchel: “si llenáis el Bernabéu ganaremos”.

Finalmente dos canteranos debutaron aquel día jugando como delanteros, uno de ellos es el que hoy nos ocupa: José Luis Morales, titular en el filial donde presentaba unos números respetables (terminó la temporada con 14 goles en 25 partidos). El partido fue tenso, con ocasiones para ambos bandos aunque era el conjunto gallego quien dominaba, y el marcador no se abrió hasta el minuto 56. En ese momento el Real Madrid lanza un córner, Hierro apenas logra contactar el balón con la cabeza dejándolo casi muerto al borde del área pequeña. En el mismo sitio donde se encontraba Morales completamente solo. No lo piensa y golpea de chilena logrando anotar, pero una chilena con el balón a metro escaso del suelo y dejándose caer de culo. Míchel firmó el 2-0 final, pero lo importante es que la Moralesmanía acababa de nacer.

Como no podía ser menos, los periódicos deportivos de la capital se afanan por entrevistar al héroe y hacer reportajes sobre cualquier aspecto de su vida encumbrándolo como salvador del Real Madrid y proclamándolo como el jugador más prometedor del filial. El gol le valió a Morales más oportunidades, pero lo único que consiguió fue demostrar que aquello le venía excesivamente grande, y partido a partido mostraba todas sus carencias. Así que en la siguiente temporada Morales sale en dirección a Gijón, donde aguanta poco más de un año antes de volver a hacer las maletas rumbo a Mallorca para jugar en segunda división, donde tiene su mejor temporada demostrando que esa era una liga más adecuada para su nivel futbolístico. Pese a todo solo aguanta un año en la isla y ficha por el Logroñés para regresar así a primera, descendiendo e iniciando un calvario que le lleva al Numancia, Salamanca, Jaén, Gimnástica de Torrelavega y Palamós, consiguiendo 16 goles en 9 años, uno más de los que anotó en una sola temporada en Mallorca.

Aquel caso fue un claro ejemplo de cómo funciona la prensa nacional y cómo en determinadas ocasiones se toman decisiones precipitadas por momentos puntuales, sin llevar a cabo un análisis adecuado. Porque varios técnicos de la cantera madridista aquel 5 de febrero se llevaron las manos a la cabeza ante tantos elogios hacia Morales por un gol, a la vez que decían que el bueno era el otro canterano. ¿Quién era el “otro”? Pues Daniel García Lara, cuya trayectoria finalmente fue infinitamente mejor que la de Morales, tal y como era de esperar.