Destellos efímeros (XV)

Salvatore Schillaci

Si esta serie de artículos tuvieran un nombre alternativo, ese sería “momentos Schillaci”. Porque para todos aquellos que vivimos el mundial de 1990 no hay mayor destello efímero que el que protagonizó Salvatore “Totò” Schillaci con su aparición fulgurante en dicho mundial. Una enorme sorpresa, aun teniendo en cuenta que la cantidad de información no era la de hoy en día, en la que te puedes enterar hasta de los resultados de la segunda división de Burkina Faso, y poco más podíamos ver más allá de nuestra liga española. Únicamente veíamos a los equipos que se enfrentaban a nuestros representantes en las competiciones europeas, por lo que teníamos que fiarnos de lo que nos decían los expertos para saber quiénes eran las estrellas de cada selección, y todo apuntaba a que en Italia no sería Schillaci quien brillase.

El destinado a guiar los designios de Italia era la antítesis de Totò: Roberto Baggio, representante del glamuroso norte, de exquisita técnica individual y por el que suspiraban las féminas del país. Schillaci era un hombre nacido en el sur, más mundano, provisto de escasas dotes técnicas lo porfiaba todo a su oportunismo dentro del área y era… difícil de mirar.

El pequeño milagro de Totò comenzó a gestarse desde el mismo anuncio de la convocatoria de la selección italiana, en la que entró de forma sorpresiva y se cuenta que el seleccionador, Azeglio Vicini, lo escogió por consejo de Ruud Gullit. Llegamos al inicio del mundial y ni Baggio ni Schillaci son titulares, aunque lo de Totò no fue ninguna sorpresa, y sus puestos eran propiedad de Gianluca Vialli y Andrea Carnavale. Sin embargo, todo comenzó a cambiar en el primer partido, frente a Austria, en la que Totò entró con 0 a 0 en el marcador y a falta de 15 minutos del final. La aparición de Schillaci fue fulgurante y sólo necesitó 3 minutos para darle la victoria a su selección y abrir su cuenta goleadora. Pero fue en el tercer partido, frente a la sorprendente Checoslovaquia, cuando Schillaci consiguió la titularidad junto a Roberto Baggio, gracias a la baja forma de los delanteros titulares, y ya no la cedería en todo el campeonato. Desde ese partido Totò encadenó una racha de cinco goles marcados, tantos como partidos disputados, y se erigió como máximo goleador del mundial con seis tantos. Pese a todo, el mundial supuso una pequeña decepción para Italia, ya que el tercer puesto sabía a poco para una selección tricampeona del mundo.

Tras aquel mundial Schillaci no volvió a brillar. Internacionalmente disputó únicamente 17 partidos, anotando siete goles, o lo que es lo mismo sólo marcó un gol fuera del mundial de 1990. En aquel año militaba en la Juventus, fichando en 1992 por el Inter de Milán para un año más tarde emprender el viaje a Japón, firmando con el Jubilo Iwata, con 29 años. Allí jugó durante seis temporadas hasta colgar las botas en 1999. Lo último que se sabe de él es que se ha pasado al terreno de la ficción y ha rodado una serie italiana en la que encarna a un jefe mafioso.