El Congo (XII): Saqueo

En el sector minero en el Congo se establece una división del trabajo en lo que a género se refiere: los hombres trabajan en las minas; las mujeres cargan con los minerales al pueblo o la ciudad[1].

Los yacimientos son excavados de forma artesanal careciendo de toda ayuda de maquinaria. Las condiciones son pésimas. Se trata de una faena muy arriesgada que no reporta beneficio alguno a sus trabajadores.

En Kalehe, Kivu Sur, «el 60% de los niños están desnutridos, el 60%, mientras esta gente trabaja en las minas. ¿Cómo podemos afirmar que esta mina beneficia a esta gente si vemos que sus hijos están desnutridos. Están mal vestidos y no están escolarizados. Yo diría que en Kalehe la mina ni beneficia a los mineros ni a sus familias», revela Jean Pierre Buledi.

A otras ramas del sector minero les va mejor.

D. Mulonda, trabajador almacén de minerales: «Debido a que este país está en guerra este trabajo me ayuda»[2].

Donato Lwiyando expone cómo funciona la cadena de suministro de las minas: «Después de sacar el oro se lleva al mercado. Y en ese mercado hay unos intermediarios que lo llevan a otro mercado. Y de allí hay otros intermediarios que vienen de la ciudad de Bukavu que lo sacan también de allí y lo llevan a fuera del país»[3].

George Bokondu del Observatorio de Recursos del África Austral se pregunta: «¿Quién se beneficia? La población se contenta con los 4 dólares que le dan en la mina, pero eso no conduce a nada, no ayuda al desarrollo. Son los exportadores los que ganan más dinero, porque exportan y sacan fuera las divisas y no hacen nada por que retornen aquí. ¿Qué se encuentra en estos pueblos? Casi nada, ni siquiera un centro hospitalario. Ése es el problema»[4].

Jean Pierre Buledi recalca: «La producción minera no aporta ningún beneficio a la población, sino más bien a los extranjeros que son los primeros beneficiarios»[5].

Gran parte de los minerales extraídos en el Congo oriental son llevados a Ruanda o a Uganda de forma clandestina. De modo que el Estado no recauda con ello ni un solo céntimo.

«Antes de que el mineral fuera transportado por carretera o avión a Ruanda habría pasado por cuatro o cinco comisionistas, generalmente miembros de alto rango del Ejército o de alguna de las facciones guerrilleras. Una vez en Ruanda, el mineral pasaba al departamento administrativo informal ‘Congo Desk’ y dos empresas: Rwanda Metals y Grands Lacs. La organización de Uganda en la extracción del coltán, según informes de la ONU, era mucho menos sistemática y piramidal, y también estarían involucrados altos cargos del Ejército o de las guerrillas financiadas, entre otros, por un hermano del actual presidente de Uganda»[6].

«Para canalizar los beneficios de la venta del coltán saqueado de la R D Congo, Ruanda estableció un organismo conocido como “Congo Desk”, cuya contabilidad estaba separada de los presupuestos generales del estado. El Congo Desk dependía del ejército ruandés y fue creado como una división del DEI (Department of External Intelligence). Estaba dirigido por el oficial de inteligencia Deus Kagiraneza y contaba con los generales Dan Muyuna y James Kabarebe, como sus negociadores principales. De acuerdo con los paneles de investigación de la ONU, el Congo Desk, obtuvo un beneficio de 320 millones de dólares en el año 1999»[7].

El hecho de que el organismo dedicado a la gestión del pillaje ruandés en la República Democrática del Congo tome el nombre de «Congo Desk» es una muestra más del cinismo con el que actúan las autoridades de este país.

La cosa no acababa ahí: «Además del Congo Desk, Ruanda permitía que ciertos oficiales ruandeses llevasen negocios relacionados con los minerales congoleños y se beneficiasen de ellos. La mayor parte de estos negocios consistían en los “comptoirs” o almacenes donde se compraban diamantes y otros minerales. Entre ellos estaba Rwanda Metals, dirigido por Francis Karimba; Grands Lacs Metals, propiedad de los mayores del ejército ruandés Munyunza, Kazura y Gatete y Eagle Wings Resources, que era llevado por Alfred Rwigema, cuñado de Paul Kagame, presidente de Ruanda»[8].

«El Banco Mundial nos manda dinero y muchas organizaciones nos mandan ayuda; lo único que hacen es devolvernos lo que nos han robado»[9], sentencia Caddy Adzuba.

Jean Pierre Buledi: «El saqueo de recursos naturales sigue como antes, quizás las tácticas han cambiado pero el saqueo continúa»[10].

La afirmación de Buledi es estremecedora, pues plantea la siguiente pregunta: ¿cuánto ha cambiado la situación del Congo desde los tiempos de Leopoldo II?



[1] José Luis Aragón: R. D. Congo. Minerales de guerra, emitido en el programa «En portada», RTVE (2009)

[2] Ibídem

[3] Ibídem

[4] Ibídem

[5] Ibídem

[6] José Eugenio Lucas: El coltán y la guerra del Congo. Rapiña y complicidad internacional, Diagonal, 1 de marzo de 2007, https://www.diagonalperiodico.net/global/coltan-y-la-guerra-del-congo.html

[7] José Eugenio Lucas: R. D. del Congo: 20 años de guerras, Umoya, 25 de noviembre de 2016, https://umoya.org/2016/11/25/r-d-del-congo-20-anos-de-guerras/

[8] Ibídem

[9] Alicia Ibarra: Caddy Adzuba: Nosotras morimos para que ustedes puedan tener sus smartphones, Público, 15 de julio de 2015, http://www.publico.es/internacional/caddy-adzuba-morimos-ustedes-puedan.html

[10] Aragón, José Luis: R. D. Congo. Minerales de guerra