El jardín de las palabras

01_zpsa3422a3bCon el inmejorable precedente que era Cinco Centímetros por Segundo (Byōsoku Go Senchimētoru, 2007), el director japonés Makoto Shinkai presentaba el pasado año El Jardín de las Palabras (Kotonoha no Niwa, 2013). Se trata, de nuevo, de un mediometraje ausente de fantasía o ciencia ficción, a diferencia de sus primeros trabajos. Lo primero que resalta en esta producción es su impresionante apartado artístico, destacando especialmente  la representación de la naturaleza, llegando en algunos momentos a resultar foto realista en los primeros planos. Porque si de algo está servida esta película es de primerísimos planos, salpicados con planos más generales, como queriendo que prestemos atención a los pequeños detalles y a la vez queriendo que nos impregnemos del bucólico paisaje que es el jardín que da nombre a la película. La escasez de planos medios, orientados a los personajes, sin duda es un intento por conseguir que nos centremos más en el diálogo, en las palabras, fundamentales en el desarrollo de la historia.

Pero El Jardín de las Palabras no es sólo belleza visual, sino que la historia acompaña de principio a fin con una gran carga emocional, bella y emotiva. Una historia sobre el amor, sobre el primer amor, más platónico que carnal, idealizado por un joven de 15 años, Takao Akizuki, aspirante a zapatero y amante de los días lluviosos. Tanto que cuando el cielo descarga él prefiere ir a clase caminando en lugar de coger el tren. En su travesía atraviesa un jardín japonés, y uno de esos días se detiene en un pequeño quiosco donde conoce a Yukari Yukino, una chica de 27 años que por un misterioso trastorno sólo bebe cerveza y come chocolatinas. Poco a poco ambos se irán conociendo y Takao le irá revelando sus sueños como zapatero. Según van estrechando lazos la lluvia se convertirá en un símbolo, un anhelo que cada noche desean para el día siguiente, dándoles así la posibilidad de verse al día siguiente. Inevitablemente, llegará el momento en el que entre ambos surja un sentimiento que va más allá de la amistad, aunque la diferencia de edad estará muy presente y la verdadera profesión de Yukari, de la que nunca habla, será otro obstáculo con el que no contaba Takao.

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El Jardín de las Palabras es, ante todo, una historia que derrocha corazón por los cuatro costados, una demostración de cómo tratar el romanticismo sin caer en la pedantería o en una ridícula exageración (Crepúsculo, ejem).  Es emotiva, pero comedida, es preciosa, pero no empalagosa, es otra joya que nos ofrece Makoto Shinkai.

鳴る神の 少し響みて さし曇り 雨も降らぬが 君を留めむ

Aunque la lluvia no caiga, el trueno no suene, y el cielo no este nublado ¿estarás aquí?