por Portadores de uno de los menús más nutritivos de la actualidad, el sello discográfico Mamá Vynila lleva ya cuatro años alimentándonos con alguna de las referencias más excitantes de los últimos tiempos. De Telephone Rouges a Travesti Afgano, Gustavo y Víctor sigue sumando bandas a su particular catálogo de ruido bizarro, sin límites expresivos. Para comprobar la buena salud de Mamá Výnila, Gustavo nos concede esta jugosa entrevista donde sale a la luz la pasión de un valiente que un día decidió en aventurarse en la necesaria función de abanderar una ONG cultural, tal como reza en su propia web Mamá Vynila Records.
Pregunta típica pero obligatoria: ¿cómo nace la idea de formar Mamá Vynila?
Bueno, de una manera u otra, siempre he estado ligado al mundo de la música. Anteriormente había movido pequeñas cantidades de casetes a nivel local en mi ciudad, Sabadell, y también fabricaba pegatinas y cositas que movía por los locales afines. Con mi entrada en la edad tardía, la de valorarlo todo, quise volver toda esa experiencia en algo más consistente. Quizás se trata de una locura, pero decidí embarcarme en Mama Vynila.
¿Qué otros sellos os han inspirado a la hora de embarcaros en esta aventura discográfica?
En lo local todos!!! Sigo y admiro a cualquier persona que emprenda esta aventura de ofrecer buena música desde los márgenes. De fuera me gusta mucho el catálogo de Slovenly Records, eso de apostar por bandas vengan de donde vengan.
¿Cómo es trabajar en un sello independiente, al margen de las corrientes indies semi-institucionalizadas? Realmente, ¿es una ventaja trabajar sin ánimo de lucro?
Yo tengo mi trabajo, que es que el que me da de comer, y Mama Vynila Records es mi tributo al amor que siento por la música. Nuestra motivación no difiere tanto, por poner un ejemplo, del músico que viaja 400 km para tocar delante de 15 personas y volver a casa habiendo palmado pasta. Esa es nuestra liga, seguir haciendo ruido manteniendo vivo el subsuelo musical.
Aquí me gustaría añadir algo. Hay propuestas de personas que sacan adelante proyectos que son su único plan para ganarse la vida, sean más o menos grandes, y esta gente son los verdaderos valientes de la música actual. Son gente muy comprometida como la que está detrás de sellos como Bcore o Discos Humeantes, por poner sólo algunos ejemplos.
Terremoto Sí, Los Teleplásticos, Lobishome, Travestí Afgano… ¿Podéis explicar cuáles son los canales a través de los que llegáis a bandas tan subterráneas?
Metástasis pura y dura. En lo local vamos a conciertos y nos mezclamos con nuestro estrato. En la lejanía damos mucha importancia a lo que nos hacen llegar bandas con las que ya colaboramos.
¿Cuáles son los factores que tenéis en cuenta a la hora de querer fichar a vuestras bandas?
Compromiso con el proyecto. Añadir algo más sería mentira.
Tras cuatro años al pie del cañón, ¿ha cambiado algo en vuestro enfoque?
Claro!! Saber de lo que podemos hacer y de lo que no. Y sobre todo encontrar la fórmula para ser solventes con cada edición.
Uno de los puntos que me resultan más interesantes de vuestra forma de trabajar es la defensa del formato en casette que lleváis a cabo. Desde hace tiempo que ha renacido en España un circuito en este formato. ¿Declaración de principios?
Bueno. Yo casi todos los grupos que amaba y descubrí en mi adolescencia los conocí en ese formato. Creo que es el formato idóneo con el que dar voz a tantas nuevas propuestas antes de dar el paso a una edición tan arriesgada como es el vinilo.
Casettes, fanzines grapados a la usanza de los ’80. ¿Hay que volver a la semilla del DIY para reinventar el futuro?
Es que nunca se ha dejado de operar así. Lo que pasa ahora es que muchas propuestas menos heterodoxas, fuera del punk puro y duro, trabajan como se ha trabajado siempre: autosuficiencia es solvencia.
Mamá Vynila, Discos Porno, La Fonoteca… Creo que uno de los motores de la escena underground es el sentimiento de comunidad, de constante colaboración entre sellos, fanzines, bandas y salas. Todo es tan bonito como parece, o aún queda mucho por hacer; por conectar las diferentes escenas como la valenciana y la gallega.
Hay comunidad. Sería imposible si no la hubiera. El problema es que somos minoritarios aquí y allí.
Esto de montar historias no es un proyecto onanista, para el goce personal de unos pocos. Esto se hace porque se cree en la cultura y la militancia en ella. Todo se hace de cara a un tercero y con la ilusión de dar a descubrir cosas nuevas, no hay que perder ese punto.
Estamos en el auge de la tremenda explosión de bandas al margen que se están dando a conocer o esto sólo es el principio de algo muy gordo.
No lo sé. Lo importante es que, al menos, tengo la sensación de que la gente busca más lo que quiere escuchar que esperar que le den lo que tiene que escuchar. Eso es bueno, ya no sólo para la música, sino para todo.
¿Han muerto las tendencias? No lo sé.
¿Qué otras bandas os gustaría tener en vuestras filas?
Nos gustaría que volvieran las que se disolvieron, como Telephones Rouges, Piñata o Teleplásticos.
¿Me puedes hablar de los próximos discos qué estáis planeando sacar?
“Tenemos en cartera dos 7”, uno de Angry Mama, post HC de altísima calidad, y otro de Esponja, que se han vuelto muy vitamínicos. Antes de que acabe el año tendremos el split de Uzumaki y Terremoto Sí. También estamos cerrando el LP con una banda de Madrid, y para 2015 sólo tenemos seguro el debut de Travesti Afgano. Y espero que fructifique, ya que me hace especial ilusión, un split entre dos bandas del extrarradio barcelonés”.
