Eric Fuentes: «Barcelona» (BCore, 2014), el paso de gigante.

Eric Fuentes foto 1
Desde el volcán.

El disco más valiente y ambicioso de Eric Fuentes hasta la fecha, Barcelona (BCore, 2014) es una obra faraónica que desprende una sincera humanidad muy lejana de la artificiosidad conceptual que suelen acarrear este tipo de empresas. De esta manera, Eric articula hasta treinta canciones en las que, tal como lo explica su creador, trata de “la historia de una chica que se enamora de una persona y de un plan de vida. Un traslado de un pueblo a la ciudad de Barcelona, del momento en el que ella tiene que escoger entre una de las dos polaridades y las consecuencias que dicha decisión acarrea.”[1] Aparte de este fundamental eje narrativo, Barcelona va más allá actuando de foco catalizador para una empresa todavía mayor: “Coger la tradición del rock en catalán y darle una patada en el culo.”[2] Una de las obras más relevantes de estos últimos años, ni qué decir tiene que la patada es de las que hacen pupa y dejan marca. Así, Barcelona arranca como cuchillo caliente en mantequilla mediante “Despeñaperros”. Introducción a la historia que planea sobre toda la obra, el hecho de colocar a Ana Martínez como solista resulta uno de los grandes aciertos del disco, para el que el cello de Oriol Romani agudiza el dolor expresado entre frases tan demoledoras como “Búscate un nuevo lugar/ Donde volver a empezar/ No aprendiste que al dudar/ La vida te pasó de largo”. Cambio de tercio instantáneo, la esencia más pura de Eric Fuentes transluce en “Amb l’aigua al coll”, un disparadero de nervios y tendones crujientes, tensados hasta la extenuación por la trepanadora línea de bajo de un Pol Fuentes inmenso. En cuanto a “Inncansable”, el paso de la calma en spoken-word reventará en una explosión de esquirlas sónicas, directamente expulsadas desde el bajo vientre. Paso a un nuevo arrebato de rock en carne viva, “Terrapins” se precipita en un exuberante escalonado de intensidad sin tejados a la vista. Sin respiro que valga, “Caus al fang” arranca a través del punzante cello de Romani tras el que un huracán de metal en avalancha se abalanza con Guillen Funollet como portavoz para la ocasión. Dolor sin mercromina, en “Parlar per parlar” Ramón Mas tomará el testigo, bajando la temperatura hacia una andanada de rock granítico, sin vetas en sus pulmones. Nuevo invitado de excepción, para el siguiente corte, “Trist y patétic”, Joan Colomo tomará el relevo a las funciones solistas en uno de los momentos culminantes de Barcelona. Buscando más los espacios que nunca, una base de dub hipervitaminado mutará en una sucesión de ataques sesgados de contusión instantánea. Más fulminante, si cabe, “Academia” entra como un ciclón de post-hardcore en primer plano, para el que, en esta ocasión, Eric Fuentes intercalará músculo y una sucesión de giros melódicos en perfecto contraste.

El blues padeciendo un problema de gigantismo, para el final del primer disco, Eric recupera a Sisa mediante su clásico “A sota l’alzina”. Estruendosa, de pulso sobrecargado, si una de las premisas de Barcelona es la de dejar en bragas al falso “rock catalán”, desde luego, estamos ante uno de sus símbolos más elocuentes. Como colofón, “Cowboy” cierra el primer acto con estridencia, vísceras y entrañas ardiendo entre llamaradas pura agitación. Sin duda, la mejor forma de dejarnos con ganas de más.

Paso del catalán al inglés como idioma principal, en el segundo acto las constantes del disco seguirán a pleno latir gracias a un comienzo de fulgurante gramática hardcore-pop como “Future lovesong”. Sin tiempo para poder buscar el pulsómetro, “Crash” nos traerá la punzante  guitarra distorsionada marca de la casa de Carlos Leoz – Me and the Bees -. Incidencia en un super-sonido, donde meros conceptos como hardcore, pop o post no tienen sentido por separado, Barcelona sigue su recorrido mediante la emoción intravenosa de la sincera emoción que supura la hermosa “Turbo liver”. Paso a otra pequeña gema de pop incandescente, “Journey” es la demostración de que, ni bajando las revoluciones, Eric puede rebajar el foro pasional que chorrea en cada momento de esta obra.

Pim, pam, pum, si alguien pensaba que el meridiano del disco supondría un justificable bajón, qué equivocado estaba… Todo lo contrario, la historia de desamor que navega por los océanos de “All gone” se erige como uno de los puntales más poderosos de este viaje. Agarrándose a las últimas cenizas de un amor en descomposición, el dolor que expulsa “To dust” acabará en un incendio de rock sin extintores. Aún entre llamas, “Sleep within you” es como un baño de aceite hirviendo. Más leña al fuego, para esta ocasión, Eric manda a paseo los frenos de su apisonadora para pasarnos, literalmente, por encima. La sangre buscando una vena por la que reventar, “They don’t like us” sigue la inercia desatada, casi sin aparente esfuerzo. Sin pausa posible, la versión escogida para esta segunda parte será el “Hanging on the telephone” de Blondie. Pasada por una descomunal turbina anfetamínica, Eric Fuentes bebe de la misma fuente energética de un Bob Mould desatado para volver a buscarle las cosquillas a la trepanación. Y para rematar, un pequeño respiro; o por lo menos es lo que parecía en los primeros compases de “Extinct planet”. Medio tiempo en subida, al final, la melodía circular dispuesta se irá nutriendo de más y más tirabuzones, que desembocarán en un volcán de puro éxtasis eléctrico.

Llegados a este punto, parece increíble como la posible pregunta de ¿aún hay más? haya pasado a convertirse en un “Menos mal que nos queda otra ración”. Para certificar las ansias pantagruélicas generadas por esta obra, “Superpowers i had” se cimenta sobre una amalgama super física de sintetizadores de trazo grueso, generando una magnética sensación entre  fibrosa y turbadora. Por su parte “Hold your horses” nos traerá la guitarra del gran Santi García – No More Lies – en otra abrumadora bocanada de rock marmóreo, sin plastificado que valga. En cuanto a “Outness”, volverán los sintetizadores, pero con más fuerza que nunca. Cascada analógica sin corsés, todo se funde en una tremenda bola sin fisuras que acaricia con mano ajada. Para “Disfruta perdiendo”, Ramón Rodríguez – The New Raemon, Madee – pondrá letras y voz en una suerte de pop visceral, absolutamente carnoso. “Ells millors” seguirá ratificando el gusto de Eric por bucear entre mares de teclados y galopadas de pop tenso, en uno de los ejercicios que, personalmente, más me han sobrecogido de todo este disco.

Momento de ir preparando el sprint final de este volcánico crucero,para esta empresa llegará el vibrante instrumental “Barcelona” (capital). Rock sobre las brasas, “Confessionari” saldrá expulsada del final de la anterior pieza, avanzando entre impetuosas convulsiones melódicas y punteos de sucia belleza que aguijonean el cerebelo hasta quedarse grabados a fuego limpio en la memoria. “Soc una pedra” mantendrá el nervio – si es que en algún momento de esta obra se ha perdido – entre guitarras famélicas de riffs moldeados con el marcapasos agotando hasta la última gota de las alkalinas.

Llegados a este punto, nos toparemos con la tercera de las versiones. Para esta ocasión “Ataque preventivo de la URSS” de Polanski y el Ardor será el corte elegido para recibir un proverbial chute de anabolizantes. Y sí, hemos llegado a la última parada. Tras treinta diapositivas de un flamígero rock en cinemascope, Barcelona llegará victorioso, triunfante y orgulloso hasta la orilla por medio de “La Platja dels morts”, el final soñado para una obra nunca imaginada, pero que sí, se ha hecho carne y sangre.

Por si no había quedado claro sibilino: IMPRESCINDIBLE Y ELEMENTAL.



[1] Mario X: “Eric Fuentes, talento y discurso para rato”, Ruta 66 en http://www.ruta66.es/2014/04/encuentros/eric-fuentes-talento-y-discurso-para-rato/

[2] Ibídem.