Fugazi: el punk constructivo (II)

Dos clásicos en dos años, Fugazi estaba marcando desde sus comienzos un camino para infinidad de bandas que vieron un revitalizante punto de fuga en su ruptura con los códigos establecidos del hardcore, uno cuyo grosor aún estaba por ensancharse más todavía por medio de su siguiente paso discográfico. La obra de una vida, el primer álbum de Fugazi fue acompañado de un proverbial paso evolutivo en el entramado sonoro de la banda provocado por un malestar que a Picciotto le estaba empezando a corroer por dentro. Cansado de no poder aportar nada a la parte instrumental del grupo, Picciotto comenzó a buscar una manera de poder ayudar en unas labores, donde la química existente entre el musculoso bajo infectado en dub de Lally y la multiforme guitarra rítmica de MacKaye ya ocupaban todo el espacio. Empeñado en dotar de una mayor cantidad de registros al discurso musical de la banda, Picciotto comenzó con el uso de una guitarra más melódica de lo esperado: una Rickenbaker. Ideal para agudos trenzados harmónicos, Picciotto se fue fugazi foto 6enfrascando en los ensayos de la banda, ampliando nuevos horizontes melódicos y realizando un personal uso del feedback. Tal como relata Carlos Leoz -guitarrista de Half Foot Outside y Me and the Bees- : “Picciotto es un ejemplo de gran guitarrista sin necesidad de ser un virtuoso. Consigue expresar con la guitarra lo  que él quiere. Se nota que ha escuchado a los Rolling y a los Beatles. Se le ve raíz clásica. Hace muchos acordes de rock clásico, pero es por su manera de tocarla. Es muy intuitivo e imaginativo. No sabes por dónde te puede salir”[1]. La guinda del pastel, la nueva dualidad instrumental conformada por MacKaye y Picciotto dio lugar a algunos de los momentos más inolvidables dentro del mundo de la guitarra eléctrica, propiciados por su intuitivo uso de los pedales de distorsión. En este sentido, es muy esclarecedor el concepto que tiene MacKaye a la hora de explicar porque siempre usa una Gibson y un amplificador Marshall para tocar: “Aunque sé que  hay un montón de opciones, no estoy interesado en ellas. En lo que realmente estoy interesado es en saber lo lejos que puedo llegar con esta simple ecuación, que consiste en una guitarra, un ampli y un cable”[2]. Ya preparados para el jaque a la reina con Repeater (Dischord, 1990), poco antes de la publicación de esta obra inmortal, a finales de 1989 Fugazi recopilan sus dos primeros EPs bajo el nombre de Thirteen Songs (Dischord, 1989). Además, en enero de 1990 publican 3 Songs (Dischord, 1990), un single enriquecedor compuesto por un trío de temas en la misma línea que en sus dos  primeros EPs. Brillante antesala de lo que se nos avecinaba, definitivamente, el punk alcanzó un nuevo grado de significación el 19 de abril de 1990. Uno de los debuts en largo más influyentes del último cuarto de siglo, Repeater condensa en apenas 35 minutos todo lo mostrado en sus anteriores obras, más un excelente plus ejemplificado en una riqueza instrumental y temática amplificada. De una perfección insultante, nada más salir a la calle, Repeater marcó un antes y un después a la hora de ampliar las posibilidades estilísticas del post-hardcore. Punk inteligente, avanzadísimo a su tiempo, a través de los once cortes que dan vida al disco se va trazando un hilo argumental sobre las causas que provoca el estado de dependencia consumista en el que vive la sociedad, y un aviso al respecto, mostrado en el estribillo frontal que emana de ‘Merchandise’: “We owe you nothing, you have no control.  You are not what you own” [No te debemos nada, no tienes el control, no eres lo que posees]. Ampliando las posibilidades rítmicas del binomio Lally/Canty; no obstante, donde Fugazi sufrió un salto evolutivo de proporciones astronómicas fue a raíz de las guitarras cruzadas que despliegan MacKaye y Picciotto. Tratado modélico sobre como acelerar –‘Sieve-Fisted Find’-, parar en seco –‘Greed’-, aumentar la intensidad –‘Blueprint’- y crear telas de electricidad de calma falsa –‘Shut The Door’-, estamos ante una obra que se erige como faro guía de una manera de entender la música, donde el término “prohibido” queda en vías de extinción. Actitud en grado sumo, Fugazi también predicaban con el ejemplo marcado por la línea temática que da vida al disco, renegando de cualquier tipo de merchandising para promocionar sus obras. De esta manera, nunca cedieron sus derechos para posters o camisetas. Siempre un paso más adelante que el resto, dentro de su activismo social, Fugazi nunca dejaron de dar conciertos benéficos y dedicar sumas de dinero para albergues o clínicas especializadas en el tratamiento del SIDA. En este sentido: “Aquí en D.C. no sólo damos conciertos benéficos, también trabajamos directamente en otros temas: la ‘Emmaeus Services For The Aged’, que da fugazi foto 8asistencia a ciudadanos necesitados que se han venido abajo por culpa de nuestros patéticos servicios sociales, y The Latin American Youth Center, que es un centro para niños de mi vecindario que no son ayudados por una ciudad más preocupada por deportar,  o enviar inmigrantes ilegales de vuelta, que de cuidar de la gente que trabaja y vive aquí. Solemos enfocar nuestra ayuda a organizaciones con raíces, que se puedan beneficiar inmediatamente del dinero que podemos recaudar y que actualmente trabajan en concreto, en un cambio demostrable a efectos inmediatos”[3]. Comprometidos hasta niveles admirables, todo lo que rodea a Fugazi siempre estuvo en concordancia con su visión constructiva de las cosas. No entienden el punk como un acto de destrucción, sino como un fin constructivo. Su posicionamiento es tan firme que siempre se han negado a realizar entrevistas para revistas como Spin o Rolling Stone, ejemplo de publicaciones mayoritarias, de gran influencia y portadoras de publicidad sobre tabaco y alcohol. Vamos, muy poco straigh edge

Retomando el apartado discográfico del grupo, tras una obra de las dimensiones de Repeater -sólo igualada en impacto e importancia dentro del post-hardcore por el Songs About Fucking (Touch and Go, 1987) de Big Black y el Spiderland (Touch and Go, 1991) de Slint-, Fugazi se plantearon una reválida a la altura. Y vaya si lo lograron. Para tamaña empresa, querían contar otra vez con los servicios de Ted Nicely, el productor de confianza de la banda de Washington durante sus comienzos. Por desgracia, Nicely no pudo participar en este nuevo reto, ya que su trabajo como chef le quitaba demasiado tiempo. Decididos a seguir adelante por ellos mismos, Fugazi tomaron el control de la producción del nuevo disco.

Fruto de un ambiente extraño entre los miembros del grupo, Ian, Guy, Brendan y Joe se refieren a esta grabación como un capítulo en el que se guardaron muchas cosas a punto de explotar en torno a reproches en la forma de tocar de cada uno de ellos. Aun así, Steady Out Of Nothing (Dischord, 1991) suena como un inspiradísimo reverso desencantado de Repeater. Más politizado que nunca, el nuevo álbum de Fugazi se nutre del estado de desconfianza que generó la guerra del Golfo. Eso en cuanto a la temática predominante. Dentro del plano estrictamente musical, Steady Diet Of Nothing es un disco  menos hip-hop que sus anteriores obras. Por el contrario, las escaladas de electricidad marmolea se imponen más que nunca en el centro de unas canciones que se desarrollan como un soufflé en pleno crecimiento: ‘Latin Roots’, ‘Reclamation’ y ‘Polish’. Las cargas se vuelven más intempestivas que nunca. Se pierde agilidad, pero se gana en contundencia. Si a todo esto unimos la inclusión de un trío de temas tan incontestables como ‘Exit Only’, ‘Long Division’ y ‘Dear Justice Letter’, el resultado no puede ser más que sobresaliente. Y eso a pesar del insulso instrumental ‘Steady Diet’. Disco publicado en julio de 1991, el mismo año que estalló la bomba “Nirvana”, el segundo álbum de Fugazi se coló dentro de la onda expansiva provocada por el repentino interés del público hacia las ligas más independientes. Esta situación hizo que llegara a colarse en el puesto 63 de las listas británicas de ventas.

fugazi foto 9Más consolidados que nunca, el nombre de Fugazi se fue convirtiendo en sinónimo de respeto por parte de la mayor parte de la industria musical. Venerados desde el underground hasta el mainstream, con Eddie Vedder -Pearl Jam- como uno de sus máximos seguidores, Fugazi han conseguido lo que parece casi imposible: la admiración desde los extremos más lejanos del circo “rock”. Hasta tal punto que, a propósito de su siguiente LP, el crítico de la Rolling Stone, Matt Diehl, llega a decir que “Fugazi es la única banda que importa”. Con este plus de reconocimiento, se tomaron su siguiente movimiento discográfico con más calma que nunca. Así, se trasladan hasta Chicago, el otro gran epicentro del post-hardcore en aquellos años, con la idea de grabar un EP con Steve Albini de productor. Durante estas sesiones, Fugazi comenzaron a dar cuerpo a un mayor número de canciones de las que tenían en mente, acabando el proyecto inicial desechado para ponerse a trabajar en un nuevo LP. No contentos con el resultado final de las demos, la labor realizada con Albini quedó sellada en unos bootlegs de valor incalculable. Con todo el material nuevo en la mochila, Fugazi volvieron a Washington para regrabar las canciones nuevas, contando con dos viejos conocidos: el productor Ted Nicely y el ingeniero de sonido Don Zientara. Para esta ocasión, el proceso fue más lento que con sus anteriores trabajos. Más conectados entre ellos mismos que en su anterior obra, la prueba del “difícil tercer LP” quedó solventada con otro paso de impresión. En este caso, uno más visceral que nunca. Así pues, el 30 de junio de 1993 In on the Killtaker (Dischord, 1993) cayó como un meteorito.

Otra obra imprescindible para añadir al carro, el tercer álbum de Fugazi suena más convulso y nervudo que todos sus trabajos anteriores. Más punks que nunca pero también más experimentales, la jugada de conjugar estos dos conceptos al máximo dio como resultado a un caudal de aguas turbulentas, donde las marismas de ruido son más orgánicas que nunca. Disco enmarañado en una tensión agrandada por una mayor sensación de agresividad, la cirugía precisa de Repeater queda ya muy alejada. Espiral de canciones fagocitadas por el espíritu del cambio constante, en In On The Killtaker los entramados sonoros inciden cada vez más en subidas de fugazi foto 10intensidad antológicas, representadas en todo su esplendor por tres temas que hacen de este recurso uno de los más vibrantes de su inmenso código de estilo: ‘Instrument’, ‘Returning The Screw’, ‘Rend It’. Un volcán escupiendo flamaradas de tensión ardiente, este trío de cortes llegan a niveles de intensidad imposibles de reproducir mediante palabras. Los momentos más recordados de esta nueva demostración de genio, el resto del lote tampoco tiene el menor desperdicio: el punk-rap de ‘Cassavetes’ -homenaje al genial director de cine independiente, John Cassavetes-; la demoledora bofetada de hardcore-punk, ‘Great Cop’; la velocidad suicida de ‘Public Witness Program’; y la coctelera,  repleta de pequeñas canciones reptantes en su interior, que utilizan para ‘Smallpox Champion’ y ‘Walken”s Syndrome’. Todo este catálogo punk germinó en un lobo nocturno que ha estado esperando un par de años en la cueva para salir más sabio y famélico que nunca.

Su disco más vendido hasta la fecha, la confirmación no pudo ser más contundente: más de un millón de copias vendidas. Por inercia, llegaron a unos niveles de aceptación inimaginables para una banda con su insobornable carácter independiente. Como mejor muestra de esta faceta, no hay más que recordar como a la salida de su concierto en el Roseland Ballroom, celebrado en septiembre de 1993, el presidente de Atlantic Records, Ahmet Ertegün, les ofreció 10 millones de dólares y un sello propio, subsidiario de Atlantic, sólo por firmar. Tras tan suculenta oferta, el presidente de la multinacional se quedó con un palmo de narices al recibir una respuesta negativa.

 


[1] Entrevista del autor a Carlos Leoz en 2013

[2]  Azerrad, Michael: “Our band ciuld be our life:Scenes from the American Indie Underground, 1981-1991”, Underground Music, 2001, pag. 400, traducción del autor.

[3]Obando, Juan David: “Entrevista con Fugazi”, 2004, Zonagirante.com en http://www.zonagirante.com/archivohistorico/fugazi2004.html