Fugazi: el punk constructivo (III)

Íntegros hasta niveles insospechados, Fugazi nunca han dado su brazo a torcer ante propuestas como el Lollapalooza, ya que, como ellos mismos han dicho en alguna ocasión: “Nunca tocamos en grandes festivales. No nos resultaba interesante, nos gustaba crear nuestro propio show, aparte de cuando teloneamos a Mike Watt, con Firehose, e hicimos un show en D.C. abriendo el cartel para Sonic Youth en una ocasión. Preferíamos hacer shows exclusivos de Fugazi, en ocasiones con alguna banda tocando antes que nosotros, pero nos gustaba controlar todo el ambiente que envolvía al espectáculo, ése era el objetivo”[1]. Caníbales del directo, la importancia que le dan a esta faceta del grupo quedó perfectamente explicada por Ian MacKaye cuando comenta que su postura radica en que los discos son el menú, y los conciertos la comida. Más claro, imposible. El rasgo más recordado de su trayectoria, Fugazi siempre han ofrecido conciertos memorables, donde catarsis y precisión han convivido como si fueran hermanos siameses. Resultado de una formulación demoledora, sobre las tablas MacKaye y Picciotto hacen chocar, más que nunca, sus perfiles. De esta manera, MacKaye es como un basilisco enfurecido, construyendo tormentas rítmicas con escuadra y cartabón, y Picciotto el desencadenante de la energía desplegada por el propio MacKaye, además de ser también el pulmón sin fisuras tejido por Lally y Canty. Gimnasta suicida del vértigo, Picciotto es el frontman total. Siempre en tensión, hace de un escenario su hábitat natural. Revolcándose como un lagarto, entre ataques espasmódicos, ver a Picciotto en vivo y en directo significa presenciar uno de los momentos más encendidos e intensos que se puedan vivir en un espectáculo musical.

Incombustibles y sin visos de agotamiento, la evolución de Fugazi seguió su curso de forma natural mediante un nuevo LP, desde el que, literalmente, cambiaron el agresivo concepto sonoro que fluía en In On The Killtaker en pos de una obra con más matices que nunca, de sonido más limpio, muy cercano a la precisión impoluta de Repeater. Meses de ensayo, para extrapolarse de toda influencia externa, partieron durante varios meses a “una vieja casa de madera de los abuelos de Ian, en una parte muy rural de Connecticut. A Fugazi foto 11veces, dormíamos ahí cuando tocábamos en New York o algún sitio cercano. Eventualmente, se nos ocurrió que sería un buen sitio para escribir canciones, porque podríamos escaparnos de todas las distracciones de estar en casa, en D.C., y que podríamos enfocarnos en hacer música. Así que empezamos yendo con nuestro pequeño estudio 8-track -. Practicábamos y hacíamos demos, casi siempre nos tomaba semanas. Fue genial porque no había nada más que hacer, excepto cocinar, comer, leer, caminar en el bosque y tocar música -. Además, había un piano viejo precioso que Ian y Brendan gozaron al máximo. Creo que todo In On The Killtaker y Red Medicine fueron escritos y maqueteados en la casa Guilford, que es como la llamamos nosotros[2]. Dentro de este entorno ideal, Red Medicine fue cogiendo forma hasta estar listo para salir a la calle el 12 de junio de 1995. Disco menos directo que sus antecesores, a primera vista, si por algo destacó la nueva obra de Fugazi fue por una heterogeneidad a prueba de bombas: Red Medicine fue un esfuerzo por tratar de evitar ir al estudio como si tuviéramos cita con el médico: algo desagradable pero necesario. En esta ocasión, decidimos auto producirnos e intentar expandir la paleta un poco más, incluyendo más ensayos del material que grabábamos en nuestro estudio 8-track sólo para estratificarlo más geológicamente. También grabábamos cada canción por separado, una de cada vez. De manera que sonaran distintas unas de otras, pero siempre dentro del mismo tejido sonoro[3]. Como una cebolla repleta de capas de diferentes texturas, quizás este disco no mantenga la intensidad que los anteriores LPs, la cual decae tras un comienzo fulgurante conformado por un repóquer de bombas de fuerza arrolladora. Es precisamente en estos temas iniciales donde se encuentran algunos de los momentos más inspirados de toda la producción discográfica del grupo: ‘Do You Like Me’, ‘Bed For The Scraping’, ‘Latest Disgrace’ y ‘Birthday Pony’, estas cuatro justificarían por sí solas la existencia de este trabajo.

Sobre el tema inaugural, resulta muy revelador el grado de complejidad, y profundidad, al que los textos de Fugazi han llegado. Muy lejos quedan los golpes a mansalva de Minor Threat y los cantos desesperados en primer plano de Rites of Spring. En este sentido: “Las letras de ‘Do You Like Me’ forman un collage de tres ideas separadas. Empieza como una canción de amor, a continuación vira hacia un comentario sobre la construcción de prisiones como parte del crecimiento económico en la economía estadounidense, luego descarrila en una fantasía sobre quemar el cuartel general de los contratistas de defensa (Lockheed y Martin Marietta han emergido para crear un titán de la industria de defensa de proporciones terroríficas, abriendo sus cuarteles generales muy cerca de Bethesda), para terminar la canción haciendo espirales sobre sí misma[4].

Tras un arranque tan demoledor, entrará en escena una parte más arriesgada donde los resultados no siempre son los más acertados. Fase un tanto irregular, el instrumental ‘Combination Lock’ y el tema cantado por Joe Lally, ‘By You’ quedan ensombrecidos ante el pop sentido de ‘Forensic Scene’, los ritmos sudorosos que se cuelan en la mestiza ‘Fell, Destroyed’ y esa andanada  de dub futurista que destila la genial ‘Versions’. Tras este tránsito entre terrenos más desconocidos, el disco se guarda para el final cuatro cargas, a cada cual más intensa. Encadenado de momentos imborrables, el punk de guerrilla que supuran cortes como ‘Back To Basics’ y ‘Downed City’ son de los que no avisan antes de llegar, sencillamente arrasan a su paso. Respecto a ‘Downed City’, llegan a sonar como si los Stooges lanzaran la bomba atómica. La antesala perfecta de la última parada de Red Medicine, para cuando suenan los primeros acordes de ‘Long Distance Runner’, no cabrá la menor duda: nos volvemos a encontrar ante uno de esos chispazos de genialidad a los que los de Washington nos tenían tan malacostumbrados. Corte final que en su comienzo recuerda sobremanera a Sonic Youth, a continuación de la intro se filtra una fabulosa letra elíptica al compás de una maraña eléctrica hecha a su medida exacta. Subyugante y rebosante de emoción, los últimos versos de ‘Long Distance Runner’ marcan el final del disco, pero también la continuación de una lucha que aún no ha cesado, por lo menos para Fugazi: “I can’t keep your pace if I want to finish this race. My fight’s not with it, it’s with the gravity. Long distance runner” (No puedo mantener tu ritmo si quiero terminar esta carrera. Mi lucha no tiene que ver con esto, es con la gravedad. Corredor de larga distancia).

Respecto a la portada de esta obra, llama poderosamente la atención el parecido con la del clásico de Slint, Spiderland (Touch and Go, 1991), una de las semillas más importantes en la conformación del post-rock que dominó la escena indie durante aquellos años. Esta similitud se basa en que, en cualquiera de los dos casos, las fotos nos muestran a los miembros de sus respectivas formaciones sumergidos en el mar a la altura de la cabeza. Claro guiño a la obra de Slint, la diferencia entre estas dos viene determinada porque la foto de Fugazi aparece boca abajo, acompañado de la foto de un ampli en  primer plano. Símbolo de darle la vuelta a la tortilla, más una referencia a la esencia del grito frontal de su sonido, mediante esta portada Fugazi se desmarcan de las legiones post-rock que se habían multiplicado durante aquel mismo año, curiosamente, por medio de su disco más experimental hasta aquel entonces.

fugazi foto 12En la misma línea exitosa de crítica y ventas que sus anteriores trabajos, Red Medicine confirmó a Fugazi como una de las bandas más sembradas en la primera mitad de los ’90. Llegados a este punto, el grupo se tomó más tiempo que nunca antes de afrontar un siguiente reto que los mantuviera indemnes de un posible bajón creativo. Volcados con este disco por medio de una interminable gira mundial, en marzo de 1997 retornan a los Inner Ear Studios, de su ingeniero de sonido Don Zientara, para plasmar un carácter más experimental que nunca. Siete meses de grabación probando nuevos métodos e instrumentos como sintetizadores y baterías electrónicas, End Hits (Dischord, 1998) resultó en una obra que mantiene las constantes cada vez más experimentales de Red Medicine, pero sin llegar a sus niveles de excelencia. Eso sí, por muy poco. Obra injustamente criticada por ciertos sectores de la prensa, si bien nos encontramos ante un LP que no aguanta las comparaciones con sus anteriores discos, no es menos cierto que End Hits se revela como una obra que, extrapolada del glorioso pasado de la banda, es absolutamente autónomo. Además, es de agradecer el espíritu indomable de una banda que cuenta con un libro de estilo totalmente intransferible y que, en vez de repetirse, siempre busca nuevas formas para moldear sus constantes vitales. Con al menos media docena de cortes inolvidables, se hace impensable poder considerar como “obra menor” un álbum con pepinazos como ‘Break’, ‘Place Position’, ‘Five Corporation’, ‘Caustic Acrostic’ y ‘Guilford Fall’. Si, aún por encima, terminan el disco con dos cortes tan arriesgados como el slowcore volátil de ‘Pink Frosty’ y el infeccioso recorta y pega punk de ‘F/D’, una posible evaluación de esta obra se acercaría, cuanto menos, al sobresaliente bajo. Siendo únicamente, lastrada por ciertos pasajes sin mucha sustancia, como el art-rock que da cuerda a ‘Floating Boy’ y la  sensación de desgana que impera a lo largo de ‘No Surprise’. Y es que, realmente, el único problema de End Hits es el tener como hermanos mayores a obras de proporciones tan mayestáticas como  Repeater e In On The Killtaker. Por lo demás, qué se puede decir de un grupo que sigue en plena forma tras dos EPs supremos, cuatro LPs incontestables y más de una década de vida. Pues nada que no sea un respeto absoluto. Tras End Hits, Fugazi nos regalaron Instrument, un documental que nos ofrece los máximos perfiles de la banda. Completísimo, el trabajo realizado por el fugazi foto 14director y amigo de la banda Jem Cohen destaca por captar la esencia del grupo. Rescatando piezas de vídeo captadas entre 1987 y 1998, que llegan hasta el super 8, Cohen consigue ensamblar una película en la que no faltan ensayos en la casa de Guilford, entrevistas a aspirantes universitarias a periodista friki del año y un número incalculable de actuaciones en directo de la banda. Entre estas últimas, está incluida la que dieron en 1988 en un gimnasio de Philadelphia con Picciotto colgado por las piernas del aro de la canasta de basket, boca abajo. Publicado tanto en DVD como en LP, la versión de la banda sonora nos ofrece un buen número de demos pertenecientes a su último álbum. Injusto clasificarlo como un LP, la banda sonora de Instrument funciona como un complemento de innegable valor para el que esté muy iniciado en la banda. Interesante por mostrarnos el proceso de creación de Fugazi, también se pueden comprobar el aspecto más experimental del grupo, con el propio MacKaye sentado al piano mientras canta la preciosa tonada que da vida a ‘I’m So Tired’. Al mismo tiempo que salen a la calle el LP y el DVD, MacKaye, Picciotto y los demás ya se encontraban preparando por separado el que se convirtió en el testamento sonoro de la banda. Proceso más lento que nunca, después de que todos tengan su propio material, se juntaron para conjuntar y retorcer, de todas las maneras posibles, unas canciones que, aparte de todo el trabajo que les llevó, estan beneficiadas por el enfoque individual que recibió cada una de las partes percusivas de los cortes que integraron el álbum final. Trabajo sesudo, Fugazi prepararon este disco con un cariño especial, sabiendo que podría ser el último de la banda. Resultado de tres lustros en la primera fila del underground americano, la empatía a la que han llegado los cuatro miembros del combo se reflejará más que nunca mediante una obra que no aportaba nada nuevo a su discurso musical, pero que muestra a una banda en su punto máximo de entendimiento. Resultado de todo esto: otra obra definitiva, tras la que se encuentran todas las claves de una fórmula de infinitas variables, una con la que nadie ha jugado mejor que ellos mismos. Final por todo lo alto, The Argument (Dischord, 2001) también pretende ser un alegato anti-bélico, reflejado en su máxima esencia por medio de los versos que empapan el corte final que bautiza el disco y, de paso, ya adelanta las coordenadas acústicas que caracterizarán The Evens, el siguiente proyecto musical de MacKaye: “when they start falling executions will commence, sides will not matter now matter makes no sense. How did a difference become a disease?” (Cuando comiencen a preparar las primeras ejecuciones, dará igual el lado en que te encuentres, no importa, no tiene sentido. ¿Cómo una diferencia se convierte en enfermedad?). Antes de este último escalón, anteriormente, ya había desfilado el demoledor trío inicial conformado por ‘Cashout’, ‘Full Disclosure’ y ‘Epic Problem’, y Joe Lally ya había interpretado ‘The Kill”, una alucinógena paranoia de las que entran en el cortex cerebral como una bruma engatusadora.

fugazi foto 15Fibra pura, las encendidas subidas de punk demencial, compaginadas con ritmos endemoniados de electricidad africana, que conviven dentro de ‘Ex-Spectator’, y el imperceptible crescendo que da cuerda a ‘Nightshop’ nos muestran a una banda inquieta hasta en sus últimos instantes de vida. La prueba final de una banda mentalizada para no dejarse tragar por su arrolladora sombra, The Argument tomó tierra el 15 de octubre de 2001 con un fabuloso entremés en forma de EP llamado Furniture (Dischord, 2001). Obra final compuesta por dos temas pertenecientes a la primera etapa de la banda, más una demo de 1997, Fugazi se despidieron cerrando pasado y futuro en un círculo perfecto. Final anunciado tras tres inolvidables noches seguidas de actuaciones en Londres durante junio de 2002, mediante estas conciertos Fugazi anunciaron un descanso indefinido.

Más tiempo con la familia, y los proyectos personales de cada uno de sus miembros, tuvieron la culpa de que Fugazi dejara de funcionar como banda en activo. Otra cosa es su legado, inmarchitable al paso del tiempo. Discos que sobreviven a cualquier tipo de moda temporal, la actitud incorruptible desde la que fue generado su sustrato sirve como la mejor explicación posible a una posición como uno de los focos más resplandeciente de una forma de llevar el do it yourself a su máxima expresión.

La culminación de una historia que comenzó en The Teen Idles, la primera banda de MacKaye, y continua mediante proyectos tan sugerentes como The Evens, MacKaye habla de esta manera a la hora de explicar el trasvase entre Fugazi y su banda actual: “Fugazi fue una constante exploración de música e ideas y creo que tocar con Amy en The Evens es la continuación lógica de ese desafío. Es verdad que ya llevaba bastante tiempo sin un proyecto fuera de Fugazi, pero simplemente esto se dio por la conexión natural y espontánea que tuve con ella desde un inicio”[5]. Con Joe Lally viviendo en Roma, mientras comienza su carrera en solitario; Brendan Canty más preocupado de componer música para documentales como los de Discovery Channel y National Geographic; y Picciotto haciendo de productor de The Blood Brothers, el tristemente desaparecido Vic Chesnutt o sus admirados Blonde Redhead, entre otras cosas. La vuelta de Fugazi suena como una quimera por la que muchos matarían. Mientras decidimos si esperar o no, que mejor manera que tenerlos presentes que redescubriendo cada una de las obras que nos dejaron y las fabulosas “Live Series”, a través de las que se pueden disfrutar de prácticamente todos sus conciertos realizados, mientras desempeñaron el papel de máximos representantes de la forma más constructiva que se pueda entender por punk. Mentalidad siempre en función de sus seguidores, MacKaye y compañía son los primeros que nunca se han visto por encima de ellos, sino más bien como una estimulante influencia actitudinal: “A veces me da la impresión de que la gente piensa que nuestra forma de actuar es completamente única por tratarse de nosotros y nuestra situación, y que, por ello, les sería imposible hacer algo en ese sentido. Pero queremos mostrar justo lo contrario: si nosotros podemos, cualquiera debería poder”[6]. Amén.

 


[1]Sola, Mikel: “En la línea del frente”, entrevista a Ian MacKaye el 22 de marzo de 2002, Mondosonoro en http://www.mondosonoro.com/Entrevista/FUGAZI/…LINEA…FREN..

[2]Diskant: “Fugazi: Guy Picciotto, en http://diskant.marcelinesmith.com/features/fugazi-guy-picciotto/, traducción del autor.

[3] Ibídem

[4] Ibídem

[5] Reinoso Baltar, Francisco: “El eterno reaccionario”, entrevista a Ian MacKaye, Rockaxis, 10 de octubre de 2007 en http://www.rockaxis.com/xcore/entrevista/ian-mackaye-el-eterno-reaccionario/

[6]Sola, Mikel: “En la línea del frente”, entrevista a Ian MacKaye el 22 de marzo de 2002, Mondosonoro en http://www.mondosonoro.com/Entrevista/FUGAZI/…LINEA…FREN..