Informe «Twin Peaks». Fuego, camina conmigo

“Todos somos dos personas: la que eres y la que crees que eres. Creo que ‘Twin Peaks’ va de eso”.

Javier J. Valencia. 

 

Aquellos que, al estrenarse “Twin Peaks. Fuego, camina conmigo” en 1992, esperaban una continuación a rajatabla de la serie debieron llevarse un chasco tremendo. La película da comienzo en otro lugar: Deer Meadow, una población cercana a Twin Peaks, que aparece como su cara opuesta. En ella todo es feo, odioso y cruel. No hay un vecindario residencial, sino una barriada de caravanas; el sheriff es un ser despreciable; Irene, la dueña de la cafetería, es grotesca. Ahora bien, ¿no es Irene la verdadera Norma Jennings? ¿No es Deer Meadow Twin Peaks tras haber escarbado lo suficiente en la tierra? Lo cierto es que ese horrible lugar nos prepara para lo que estamos a punto de ver: un escenario completamente diferente al de la serie. Este Twin Peaks es muy distinto al que conocemos. Es la cruda realidad, sin tapujos ni censuras televisivas.

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13 de noviembre de 1985. Laura Palmer escribe en su diario: “Es tarde, y esta noche él ha venido”. Ella todavía no lo sabe; la barbarie empieza en el hogar. La genialidad del filme radica en ese no conocer; la víctima desconoce la identidad del abusador. Su mente ha creado un mecanismo en el que éste toma la forma de un hombre desconocido, Bob. ¿Cómo podría soportar si no la idea de que es su propio padre quien la viola desde que cumplió los doce años? De esta manera, los espectadores acompañan a Laura en su calvario hasta el momento en que la identidad es descubierta, situándose en un plano extremadamente realista.

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David Lynch: “Laura es una entre tantas. Se trataba de ver cómo le afectaba. De eso se trataba: la soledad, la vergüenza, la culpa, la confusión y la desolación de la víctima del incesto. También del tormento del padre, su guerra interior”.

Al mismo tiempo, el largometraje se desdobla en otra dimensión, donde magia, misterio y surrealismo se entrelazan como explicación intuitiva de todo ese horror. La bajeza humana en su estado más bárbaro, más bestial. Sin embargo, también en la suciedad hay belleza, pues en ella reside una verdad.

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Este artículo forma parte del reportaje «Informe Twin Peaks», coescrito junto a Quim Casas, que fue publicado en la Revista Rockdelux en junio de 2017. ISSN 1138-2864

La autoría de los artículos que publicamos en esta serie es de Carmen Viñolo.