Jim McDonough: «Shakey, la biografía de Neil Young»

neil young foto 1Tras editar en castellano algunas de los ensayos musicales más estimulantes que se hayan concebido jamás -tales que Mistery Train (Contra, 2013), Nuestro Grupo Podría Ser Tu Vida (Contra, 2013) o Energy Flash (2014)-, la editorial Contra parece que no tiene suficiente, haciendo de esta buena costumbre una manera de actuar. Sólo así se entiende que ahora, y tras la publicación de las memorias de Neil Young, se atrevan con Shakey (Contra, 2014), la tremenda biografía del inimitable músico canadiense.

Escrita a lo largo de una década por Jim McDonough, la obsesión de su autor por llegar hasta los confines del cerrado “universo Young”, es ya de por sí un aliciente turbador; pocas veces, los agradecimientos de un libro han sido tan reveladores. La epopeya de McDonough para llevar a cabo esta empresa comenzada en 1991 se erige en sí como el hilo conductor que vertebran estás más de 900 páginas de investigación, sin un gramo de paja. La historia del biógrafo, sorteando las dificultades que el mismo Young le prepara para que ceje en su misión, los momentos de debilidad ante las adversidades, la falta de claridad del proyecto, las dudas surgidas ante un primer manuscrito de más de mil páginas embarulladas, y su propia ruina personal durante todo esta odisea. A lo largo de todo este viaje, McDonough se convierte en el periodista de Zodiac, y su obsesión por saber quién es realmente Neil Young sirve como gasolina para que vaya hasta el último pueblo perdido de Estados Unidos en busca de sus conocidos. Así, McDonough no sólo sigue a Young a lo largo del tiempo, sino que lanza flechas a partir de su figura que le llevan a encontrarse con más de cien allegados al entorno del canadiense. Entre los objetivos de esas flechas, muchas de las entrevistas resultan estremecedoras, pero si una se lleva la palma, esa es la de Rassy Young, la severa madre de Neil. Sólo este encuentro daría para otro libro. Pero hay más, vaya que sí. Aún siendo todas de gran valor, destacan esa delirante entrevista con los dos paladines más relevantes en la trayectoria de Young: David Briggs, su productor en 17 discos; y Elliot Roberts, el manager de toda su vida. En la relación de amor-odio entre estos dos auténticos personajes, se encuentra una de las claves para acceder a la reveladora  idiosincrasia de Young. Porque su figura no es la de una persona, sino la de una comunidad de vidas dirigida por él mismo. Young es el pastor de un rebaño al que ha ido cambiando de piezas a lo largo de toda su vida. No se entiende a Young sin su entorno. Este enfoque ha sido el que servirá a McDonough para ensamblar un relato que, eso sí, está vertebrado en torno a todas las entrevistas que éste ha ido haciendo a Young a lo largo de los años, y en las que se puede palpar la pericia de McDonough por irse ganando a un artista que desde el primer momento le suelta: “Escribe lo que quieras. Total, no pienso leer el libro”. Tras llegar a convertirse en uno más del séquito de Young, McDonough se muestra con un profundo entendido en la obra de Young, sacando conclusiones durante la entrevista, que el mismo Young le ratifica o que le sirven como pistas para saber por dónde seguir.

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Por si no queda suficientemente claro, la de abajo de todo es Rassy Young.

Crónica de una obsesión sin límites, este más que exhaustivo trabajo se va desarrollando mientras el lector sigue adelante conmovido por saber si McDonough será capaz de conseguir su objetivo. Mientras puede ir comprobando el destello de su victoria, se van desplegando ante sus narices la historia de la gran anti-estrella de rock: su infancia en una familia rota, sus comienzos con los Squires, su irrupción en la escena musical de Winnipeg, ese viaje iniciático a Los Ángeles con el grupo a bordo de un coche funerario, sus interminables disputas con Stephen Stills, su compleja relación con las mujeres, sus tortuosas giras como CSNY, el nacimiento de los Crazy Horse o la trágica muerte de Danny Whitten. No falta nada.

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Jim McDonough. ¿Por qué no lo llamaron para Los Soprano?

El trabajo de documentación es tan vasto como bien construido. McDonough es el medio para que las miles de citas escogidas se ensamblen como los fotogramas del gran documental nunca hecho sobre Neil Young. Si este libro fuera una película, sería su No Direction Home (2005) particular. Y este ideal no puede llevar más que a una sola conclusión: Shakey no sólo es un logro por llegar hasta donde ni el mismo Young ha sido capaz en primera persona, sino que se erige como un libro capaz de hacerte volver a redescubrir en toda su esencia los más de cuarenta álbumes que hizo el canadiense de pe a pa -sobre todo los de su época más jugosa, entre 1973 y 1978-. Definitivamente, más que a la librería, esta maravilla debería colocarse en la discoteca de la casa, y no por casualidad, bien pegado a Tonight’s The Night (Reprise, 1973).