La felicidad se encuentra bajo el agua: «Ashes and Snow» de Gregory Colbert

“Hubo una época en la que los cielos estaban poblados de elefantes. Demasiados pesados para el vuelo, golpeaban a menudo las cumbres de los árboles, asustando a los otros animales. Un día algunas de estas amables criaturas decidieron renunciar a sus propias alas y establecerse sobre la tierra… Las estrellas que vemos brillar en la noche son elefantes que sueñan; también durante el sueño tienen un ojo abierto de par en par para velar mejor por nosotros”.     

Gregory Colbert

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Gregory Colbert danzaba con ballenas y nadie lo sabía. Durante años, estuvo escondido escuchando el silencio de los elefantes. Las alas de las águilas imperiales batían veloces mientras un hombre anciano cantaba extrañas melodías. Una tortuga nadaba pacientemente entre las aguas apacibles de un río. Los animales pesados se volvían ligeros y daban alas a aquellos que nacieron sin ellas. Lejos de esos paisajes permanecía el resto de la humanidad, ajena a toda esta belleza.

India, Sri Lanka, Tailandia, Egipto, Somalia, Etiopía y Sudáfrica son algunos de los lugares a los que viajó Colbert para hacer realidad Ashes and Snow (Cenizas y nieve), el resultado de una experiencia que atravesó cerca de una década y se presentó en la Biennale de Venecia de 2002. Con un formato de unas 200 fotografías de grandes dimensiones (1,30/2 metros por 3/3,30 metros) impresas en papel vegetal japonés, en las que el blanco y negro se imaginan de una forma distinta, mezclados con ocres, sepias y marrones; y un documental de 58 minutos de duración en el que se habla de una comunicación mística entre el hombre y los animales.

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La obra fotográfica de Colbert parece salida de las manos de un hombre anciano que ha entendido que la libertad se alcanza únicamente a través de la paz y la armonía. Es, sin duda alguna, la obra de un asceta. Sin embargo, el fotógrafo canadiense contaba con tan sólo 32 años cuando decidió lanzarse a por todas en esta mágica empresa. Un artista escurridizo, por aquel entonces llevaba sin exponer diez años, no estaba representado por ninguna galería y no concedía entrevistas. Sin el soporte económico de ningún espónsor, tan sólo con la ayuda de un pequeño grupo de coleccionistas acaudalados que supieron apreciar la envergadura del proyecto, consiguió crear con esta composición una manera diferente de acercarse al arte contemporáneo, abatido durante las últimas décadas por artistas que justifican sus obras sin-sentido con títulos extravagantes y explicaciones imposibles, alegando que lo que importa realmente es la interpretación del espectador. Colbert presenta una colección donde la belleza se revela en su estado más puro, sin necesidad de interpretaciones intelectuales, que, al fin y al cabo, no hacen más que prostituir la obra.

Colbert se mueve bajo el agua rodeado de ballenas que danzan con él. Una mujer negra vestida con ropas blancas baila mientras un águila imperial vuela hacia ella. Un elefante que escucha atento las palabras de un niño mientras lee un libro. Un monje tibetano al que le crecen alas en una comunión con la naturaleza. Un joven descansa en una balsa rodeado de elefantes que corren por el río. A través de la visión de las imágenes se puede notar el tacto del elefante, el rumor de las ballenas al nadar. El olor de los halcones mientras vuelan.

ashesandsnowworks

El agua y el aire materializan un vínculo místico en la relación del hombre con los animales, que nos recuerda que todos estamos hechos de lo mismo. A través de estos dos elementos el ser humano alcanza una absoluta comunicación, donde no hacen falta palabras.

La mística que reproduce Colbert entre los animales y el ser humano no es nada inventado, se trata de la captación de un paraíso que siempre ha existido y que la mayoría había olvidado. La obra refleja la verdad de un mundo soñado por muchos, aunque no por ello ficticio. Un mundo hecho realidad para aquellos que se adentran en el mágico universo del artista.

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Más información sobre Gregory Colbert y su obra en https://gregorycolbert.com