La grieta, un telefilme de serie Z

Qué bonito era el mundo cuando la primera secuencia de una película no te engañaba. Ni la primera, ni las subsiguientes. Cuando los directores sabían situarse al nivel que la situación requería. Las historias eran sencillas, los argumentos simples. No había capas y capas de envoltorios que mareasen al espectador para que no se diera cuenta de lo tonta que era la idea central del filme. La honestidad era importante; nada más empezar algunas películas parecían decir: «Esto es lo que es«. De modo que no hacían perder el tiempo a nadie. El público sabía lo que se le venía encima desde el primer fotograma.

La grieta (Endless Descent, 1990) de Juan Piquer Simón es una de estas perlas de honradez. Un entrañable telefilme de serie Z. La trama gira en torno a Wick Hayes, un rebelde ingeniero naval que, harto de las intrigas y oscuros tejemanejes de la empresa que construye los submarinos que él diseña, abandona su empleo. Aun sin su ayuda, el proyecto se lleva a cabo, dando como resultado una serie de sumergibles, de los que conocemos al Sirena 1 y al Sirena 2. Cuando el primero de los Sirenas se pierde en medio del océano, la empresa reclama a Wick para que averigüe lo sucedido. Si bien el ingeniero se niega al principio, los jefazos lo chantajean emocionalmente: «Nina formará parte de la expedición«, y Wick termina accediendo.

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Wick Hayes, ¿realmente este tío tiene pinta de ingeniero?

Una vez en el submarino, la tripulación recibe a Wick con prejuicios y puyas. Lo acusan de ser el causante del desastre del Sirena 1. Sin embargo, el ingeniero pronto se revelará igual de honrado que la película que protagoniza. Más todavía: el protagonista saca a sus compañeros de más de un atolladero, salvándoles la vida. Al menos, al principio.

El reparto es también el que es. Ahora bien, cuenta con Ray Wise, que andaba entonces explotando todo su potencial en la serie Twin Peaks; también con Lee Ermey, el fabuloso sargento Hartman de La chaqueta metálica. Aquí repite papel militar, representando el papel de capitán del submarino; al principio de carácter adusto, luego sensato y buena gente.

La cinta tiene sus referencias. Una de ellas es, sin duda, Alien, el octavo pasajero (Alien, 1979) de Ridley Scott. La misión subacuática lleva a la tropa a descubrir que la empresa constructora de los sumergibles se ha dedicado a realizar experimentos genéticos con seres vivos. El resultado: una pila de mutantes que nadan a sus anchas, e infectan, fecundan y matan -ole- a quien se les ponga por delante. La escena en la que el primero de los tripulantes es infectado recuerda inevitablemente a su homónima de Alien. Salvando distancias y presupuestos, en La grieta se resuelve todo en un aquí te pillo -aquí te copulo- y te mato. De esto último, por cierto, se encargan sus compañeros. Al ver cómo el torso de su amigo se retuerce y le aparecen una especie de borbotones -¡son los mutantitos bebés!-, no les queda más remedio que cargárselo con sus fusiles ultrasónicos. Ya lo dijo el capitán: «Anden con cuidado, tienen más potencia de lo que parecen«.  Dicho y hecho: al pobre tripulante infectado le pegan un tiro que le revienta la cabeza.

Si me permiten un breve inciso, debo confesar que mientras visionaba el filme pensé que La grieta era anterior a Abyss. Y empecé a imaginarme a James Cameron viendo la peli un domingo de sobremesa, mientras se decía a sí mismo: «Esta historia tiene gancho…«. Demasiado bello para ser verdad. Cameron estrena The Abyss en 1989, un año antes del estreno de La Grieta. Ambas cintas tienen más de un punto en común.

• La mayor parte de la acción sucede en el fondo del mar. El color que predomina es, claro está, el azul. Abyss consigue una textura, que hace adentrase al espectador en los fondos marinos provocando irónicamente cierta placidez, a pesar de ser un filme de acción. En cambio, el azul de La grieta es muy, pero que muy mate.

• Asimismo los protagonista Wick Hayes (Jack Scalia) y Virgil «Bud» Brigman (Ed Harris) son hombres atractivos. Ed Harris, aunque careco, siempre ha tenido un punto; Hayes es un tío bueno que luce una pelambrera fabulosa. Lo que los une en realidad es que ambos se encuentran encerrados bajo el agua con su ex. En el caso de Abyss la ex es la intrusa-ingeniera. En La grieta es él. Relaciones tensas que acaban con una reconciliación entre las dos parejas. Una vez más, triunfa el amor.

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Qué de cosas hay en el fondo del mar.

• Los tripulantes descubrirán unos seres extraños en el mar. En Abyss son alienígenas que han conseguido controlar el agua -aunque yo cambié el guión y digo que son seres marinos que han evolucionado, superando con creces en inteligencia y ecologismo a los homo sapiens-; en La grieta, son los ya citados mutantes. Uno de ellos es una estrella de mar gigantesca con lengua viperina.

Las diferencias entre ambos largometrajes son, básicamente, de género. La grieta es un telefilme de ciencia ficción, que se acoge a la dinámica de las pelis de terror: aquí mueren todos menos el/la protagonista. Por el contrario, Abyss pretendía ser una película de acción para toda la familia; sólo muere algún que otro tripulante sin importancia.

La grieta es un filme más de los ochenta que de los noventa para lo bueno como para lo malo -encontramos un par de escenas sexistas, algo muy habitual en la época-. Pero se le perdona, ¡el submarino es tan mono, parece uno de esos juguetes de plástico para la bañera!

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P.D: ¿Alguien sabe qué fue de los dos supervivientes? Evacuaron el sumergible con los trajes infectados. Oh, Mann! ¿Es que hay una secuela?

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El capitán del submarino y Nina con los trajes infectados…

 

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