La Ilustración: ¿conocimiento o sed de poder?

En diciembre de 2006 un equipo japonés de investigadores marinos encuentra un calamar gigante vivo frente a la isla Ogasawara en el sur de Tokio. El suceso salta a la prensa por tratarse de la primera vez que un calamar gigante es filmado. El animal, una hembra de 7 metros, fue cazado por los investigadores, muriendo durante el proceso debido a las heridas causadas por éstos, quienes llevaban tres años realizando expediciones en búsqueda del animal mitológico. Hasta el momento los estudios científicos de esta enorme criatura se habían basado en especímenes muertos o moribundos o en restos encontrados en el sistema digestivo de cachalotes o tiburones[1]. El jefe de la expedición, Tsunemi Kubodera, declaró a los medios: “Los cachalotes necesitan entre 500 y 1.000 kilos de comida al día. […] Se cree que hay unos 200.000 cachalotes más o menos, lo cual sugiere que existe un gran número de calamares gigantes para que puedan alimentarse. No creo que se encuentren en peligro de extinción en absoluto”[2], lo que, por supuesto, da vía libre al señor Kubodera y demás investigadores para la caza y captura de más ejemplares.

Las imágenes de la captura eran estremecedoras. Una lucha dantesca entre la vida y la muerte, entre la voluntad de vivir y el afán de dominio. La esencia de la Ilustración, del conocimiento, se reveló en esos momentos brutal, inhumana, perversa. Pues para obtener un conocimiento del animal, éste fue sacrificado.

0dialecticadelailustracion_32012-500x500Max Horkheimer y Theodor W. Adorno publican su ensayo Dialéctica de la Ilustración en 1944. En él se realiza un análisis de la Ilustración, esto es, la razón, el conocimiento y la filosofía occidental. Horkheimer y Adorno comienzan el prólogo del ensayo con la pregunta sobre la barbarie de la era contemporánea, a la que nos ha llevado la Ilustración. ¿Por qué la Ilustración nos ha dirigido a Auschwitz y no al paraíso terrenal prometido por tantos filósofos de la historia?

Lo que nos habíamos propuesto era nada menos que comprender por qué la humanidad, en lugar de entrar en un estado verdaderamente humano, se hunde en un nuevo género de barbarie.”[3]

La Ilustración no ha conducido a la humanidad, pues, hacia un progreso, sino hacia una regresión. ¿Por qué? Horkheimer y Adorno contestan a esta pregunta con una doble tesis:

El mito es ya Ilustración; la Ilustración recae en mitología.”[4]

La Ilustración estuvo enferma ya desde su inicio – el mito -, porque en él contenía la semilla del dominio. El mito quería explicar, nombrar, esto es, representar, fijar, hasta que se transformó en doctrina[5], renunció al sentido y olvidó la naturaleza. ¿Dónde yace la raíz del dominio y la enfermedad de la Ilustración? Según Horkeimer y Adorno, el hombre tenía miedo de la naturaleza amenazadora y de los demás hombres. Pensaba que éstos eran sus enemigos y que únicamente podría vencerlos si los dominaba. El miedo es sin duda un sentimiento peligroso. Y la Ilustración nació en el seno de este miedo. Desde entonces el hombre ha intentado zafarse de este miedo a través del conocimiento y la ciencia. Desde entonces renunció a la felicidad del conocimiento y tomó el camino del poder. Desde el Antiguo Testamento hasta Bacon, desde Sócrates hasta Göebels, el hombre debía dominarlo todo. De ahí, que la historia de la Ilustración sea la historia del dominio, del poder.

La Ilustración, en el más amplio sentido de pensamiento en continuo progreso, ha perseguido desde siempre el objetivo de liberar a los hombres del miedo y constituirlos en señores. […] El programa de la Ilustración era el desencantamiento del mundo. Pretendía disolver los mitos y derrocar la imaginación mediante la ciencia.“[6]

En su búsqueda del conocimiento, es decir, del poder, la Ilustración tenía que conocer todo para poder controlar todo. Nada debía escapar. La Ilustración ha trabajado con su método de la unidad y de la identidad para lograr el desencantamiento de la naturaleza y la desmitologización del mundo. El pensamiento occidental odia la diferencia, puesto que no la puede comprender. La diferencia es escurridiza, como un pez en el agua. La Ilustración quiere sólo peces muertos para poder llevar a cabo así una autopsia más precisa. Cuando todo está unificado, cuando todo se parece a todo, consigue la Ilustración su programa y cree haber perdido el miedo. No obstante, en este proceso las grietas se vuelve cada vez más estrechas y corren el peligro de cerrarse e incluso de desaparecer.

El poder ha corrompido la Iustración desde sus inicios y la ha conducido al Holocausto y al Gulag. Horkheimer y Adorno se preguntan cómo puede salvarse la Ilustración. La crítica de ambos filósofos es tan dura que puede ser vista como una aporía. La radicalidad de su crítica podía destruir sus condiciones de posibilidad. ¿Cabe la posibilidad de ilustrar la Ilustración? ¿Puede sobrevivir? Horkheimer y Adorno eran conscientes del peligro de su crítica, pero pensaron que, a pesar de ella, la Ilustración podría ser salvada. No sólo eso, sino que la crítica radical constituía su salvación, puesto que sin ella la Ilustración no podía curarse.

Theodor W Adorno and Max Horkheimer
Theodor W. Adorno y Max Horkheimer

Horkheimer y Adorno no quieren dejar morir la Ilustración, pero es preciso conocer su enfermedad y el peligro que ésta entraña para no volver a caer en la misma trampa. En la Ilustración y en su crítica se encuentran las posibilidades de la libertad y de una verdadera humanidad:

Un pensamiento crítico que no se detiene ni ante el progreso exige hoy tomar partido en favor de los residuos de libertad, de las tendencias hacia la humanidad real, aun cuando éstas parezcan impotentes frente a la marcha triunfal de la historia[7]

Horkeimer y Adorno escriben en el nuevo prólogo de 1969: “El horror continúa.”[8] Nosotros podemos decir hoy lo mismo. La Ilustración padece todavía su enfermedad. La ciencia persevera en su inclinación a dominarlo todo. Está cerca de convertirse en dios. Un dios, sin embargo, brutal y destructivo, capaz de destruir la naturaleza por tal de alcanzar más poder. Por otro lado, la tecnología ayuda al establecimiento de una sociedad orwelliana, en la que los ojos del Gran Hermano todo lo ven y lo controlan. La sed de poder no se ha aliviado, sino que, por el contrario, se extiende más y más. La Ilustración no quiere oír el peligro que se acerca. Pero nosotros debemos escuchar el momento de peligro que viene, reconocerlo, porque como Walter Benjamin escribió en su ensayo Sobre el concepto de la historia, éste desaparece en un instante y entonces será demasiado tarde:

Vergangenes historisch artikulieren heißt nicht, es erkennen „wie es denn eigentlich gewesen ist“. Es heißt, sich einer Erinnerung bemächtigen, wie sie im Augenblick einer Gefahr aufblitzt[9].

Si bien los campos de exterminio y los gulags han sido suprimidos, se están forjando en nuestra sociedad nuevas formas de dominio que siguen los pasos y expanden la enfermedad de la Ilustración. La explotación humana y del planeta sigue siendo obscena. Las libertades están en peligro. El poder se concentra. La burocracia persevera.


[2] Ibidem

[3] Horkheimer, Max und Adorno, Theodor. W.: Dialéctica de la Ilustración, página 51

[4] Ibidem, página 56

[5] Ibiden, página 63

[6] Ibidem, página 59

[7] Ibidem, página 49

[8] Ibidem, página 49

[9] Benjamin, Walter: Gesammelte Schriften I.2, Seite 695

Traducción: Articular históricamente lo pasado no significa conocerlo „tal y como realmente ha sido“. Significa adueñarse de un recuerdo tal y como se ilumina en el instante de un peligro.

2 comentarios en «La Ilustración: ¿conocimiento o sed de poder?»

  1. Texto tremendo, todavía tengo que asimilarlo… Gran escritura que hace pensar… Precisamente con mi pareja llevamos varios días preguntándonos (gracias a las sobrecogedoras imágenes de butoh que acompañaban a la actuación de Antony & The Johnsons en el Primavera Sound) cómo es posible que se hable siempre del nazismo pero jamás de la atrocidad aún más absoluta que supuso la aniquilación de Nagasaki e Hiroshima… Al respecto corren por Internet los dibujos en la más pura tradición de Arterapia que una universidad californiana les hizo realizar a algunos supervivientes de ese recuerdo atroz que jamás han logrado sacarse de la cabeza, junto a la edad que tenían cuando ocurrió el inhumano y aberrante suceso.

  2. ¡¡Muchas gracias, Ramón por tu comentario!!
    Por cierto, ¿podrías pasarnos el enlace de los dibujos de los supervivientes?
    Saludos,
    Carmen

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