La Isla Mínima – Un thriller impecable

La_isla_m_nima-276450591-largeTras firmar 7 Vírgenes (2005), la serie Hispania, La Leyenda (2010) o Grupo 7 (2012), este año 2014 ha visto cómo Alberto Rodríguez consigue filmar la que hasta ahora se puede considerar su obra maestra: La Isla Mínima. Esta película, además, supone la confirmación de que el cine español actual tiende hacia la internacionalización en su concepción, aspirando a parecerse a otras filmografías contemporáneas, fijándose en sus aciertos y tratando de recrearlos en un escenario patrio. En este caso, podríamos afirmar que La Isla Mínima nos trae reminiscencias de otro thriller policiaco como era Memories of Murder (Salinui chueok, 2003) de Bong Joon-ho, en cuanto a que ambas son películas que usan un caso de asesinato como hilo conductor para finalmente narrarnos una historia o hecho paralelo. En el caso de la película de Joon-ho se trataban los métodos de la policía coreana, en el de La Isla Mínima estamos ante la España de la transición.

Seguramente nunca se ha tratado este tema de esta forma tan sutil, personificada en los dos protagonistas. Pedro, interpretado por Raúl Arévalo, es un policía moderno, de la España de los 80, Juan, encarnado por Javier Gutiérrez, es un superviviente de la Policía de antaño, de la dictadura y los métodos de tortura. Ambos son expedientados y destinados en una pequeña población del sur, donde han de investigar la desaparición de dos hermanas tratando de lidiar con las costumbres y hábitos de los lugareños.

Con toda justicia La Isla Mínima se llevó dos premios en el reciente festival de San Sebastián, el de mejor actor para Javier Gutiérrez y el de mejor fotografía. Si para el primer premio no hay nada que objetar, el segundo resulta una obviedad en cuanto compruebas cómo ha sido rodada la película, con emocionantes panorámicas y planos cargados de electricidad, en los que la lluvia, la oscuridad o el barro resaltan casi como un personaje más y en el que el silencio deja todo el protagonismo a la imagen, en momentos reflexivos que permite al espectador digerir con calma todo lo que está aconteciendo.

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Los actores principales rayan a gran altura, dándole una gran credibilidad a sus personajes, y en el elenco de secundarios habría que destacar especialmente a Antonio de la Torre en su papel de Rodrigo, padre de las hermanas desaparecidas. En este viaje a la España profunda, Alberto Rodríguez nos regala un guión muy inteligente, aderezado con persecuciones con un cuatro latas que creo que no veíamos desde aquel cine kinki de El Vaquilla y demás sucedáneos. Todo un puñetazo de nostalgia para el público ochentero.

La Isla Mínima es un thriller de manual, prácticamente sin fisuras, que mantiene al espectador en vilo mientras la trama va dejando pistas de cuál puede ser la resolución final. La pareja protagonista no se muestra como sabuesos infalibles, lo que nos deja un espacio en el que reflexionar y montarnos nuestra propia teoría, para finalmente descubrir que, paradójicamente, el final es lo menos importante de la historia en cuanto a que realmente es un vehículo para una metáfora de la situación real de la España de principios de los 80, que quería dejar atrás la dictadura y abrirse a una nueva realidad. Difícil explicar más sobre el final sin revelar nada.

Realmente es una suerte poder disfrutar de una película así, casi sumergida en cartelera entre un mar de mediocridad.