La Mujer Insecto – Imamura desangra la sociedad japonesa

La_mujer_insecto-206226399-largeTras trabajar como ayudante de dirección de Yasuhiro Ozu, Shohei Imamura se desmarcó del genial cineasta japonés y siguió su propio camino. Mientras que Ozu mostraba una sociedad japonesa casi idealizada, Imamura, junto a otros directores de su generación, se caracterizó por retratar las deficiencias de dicha sociedad, sin almibararla ni edulcorarla, mostrándola en toda su crudeza y con una fuerza visual que sorprende por estar hablando de la década de los 60, cuando este tipo de cine era algo más que lo que hoy consideraríamos como transgresivo.

La Mujer Insecto (Nippon Konchiki, 1963) es un claro ejemplo de su cine, pero para lograr estrenarla Imamura tuvo que sortear un azaroso camino, con todas las trabas que su propia productora, la Nikkatsu, le puso. Todo venía de años atrás, cuando algún que otro fracaso comercial a punto estuvo de terminar de forma prematura con la carrera de Imamura, que se vio abocado a trabajos menores encargados por Nikkatsu. Sin duda La Mujer Insecto hizo que su fama como director maldito se acrecentara, al atreverse a plasmar el desmedido patriarcalismo predominante en Japón mediante tres generaciones de mujeres a lo largo de varias décadas.

En la primera escena vemos a un insecto tratando de subir, cayendo y levantándose para volver a intentarlo, una metáfora de la vida de Tome, quien tomará el papel protagonista y servirá como nexo de unión, como paso intermedio entre la situación de su madre y la de su hija. Su madre es lo más cercano a la alegórica mujer insecto del título, una mujer prácticamente sin voluntad y objeto de desahogo para los hombres del lugar, quienes se sirven de ella a voluntad. Fruto de uno de estos actos quedará embarazada de Tome, quien nacerá en 1918. Inicialmente la vida de Tome no supondrá una mejora sustancial respecto a la de su madre, también tendrá que convivir con situaciones de violación, e incluso de incesto, por lo que finalmente decidirá viajar a la ciudad en busca de un futuro.

nippon-konchuki-03

Sin embargo, Imamura no le reserva alivio a Tome en su peregrinación a la gran urbe. El descarnado retrato de la sociedad continúa y Tome tendrá que adaptarse continuamente, comenzando a prostituirse mientras el espectador ha de asimilar la pasmosa naturalidad con la que desfilan las sucesivas escenas ante sus ojos. Esa naturalidad es continua durante todo el metraje, una bofetada moral que aumenta nuestra perplejidad mientras Tome poco a poco se va convirtiendo en un animal venenoso para medrar con el ansia de conseguir más y más dinero, un reflejo de un país que tras la guerra pasaba de su feudalismo al capitalismo y la industrialización.

También Tome dará a luz una hija debido a sus continuas relaciones. Pero para la niña quizá el futuro sea más halagüeño gracias a un Japón que poco a poco despierta del letargo y que consigue avanzar desde su sociedad machista abriéndose muy poco a poco.

La Mujer Insecto fue un gran éxito de Imamura, e incluso Sachiko Hidari, actriz que da vida a Tome, ganó el Oso de Plata de la Berlinale a la mejor actriz. Un premio muy merecido por una descarnada actuación, enmarcada dentro de esta película imprescindible para entender la corriente de cine japonés de los 60, nacida a imagen y semajanza de la Nouvelle Vague francesa. Sin duda,  La Mujer Insecto no dejará indiferente al espectador.