La (s)elección del ser

El documental Homo Technologicus (Un homme presque parfait, Francia, 2011) de Cecile Denjean se adentra en un futuro próximo, el de las prótesis biónicas, los transhumanos o cyborgs (humanos-máquinas), la eugenesia mercantil, en el que la ciencia y la tecnología intentan arrebatar el poder soberano de la naturaleza sobre la vida, la creación, la evolución y la muerte.

Dejando a un lado las grandes cuestiones filosóficas que el implacable avance de la ciencia y su puesta en escena implican, me gustaría fijar la atención en una problemática concreta que se trata en el documental: La de los seres humanos pre-diseñados, por los progenitores.

 Uno de los campos que aborda el filme es la selección genética preimplantacional, más conocida como “bebés a la carta”. El hecho que podamos determinar el sexo, el color de ojos o el la piel de nuestro futuro hijo, o quién sabe, si su inteligencia, su predisposición a ciertas disciplinas o habilidades, ¿no supone un poder sobredimensionado de los padres – o en su extensión, la sociedad – sobre los hijos? Aquellas imposiciones que los padres decreta(ba)n a los hijos sobre su futuro, como “Hijo, vas a estudiar derecho”, “Hijo, tienes que entrenar”, o “Hija, tienes que cuidar tu aspecto”, se nos aparecen como meras bagatelas en comparación con el poder total frente a la creación. Puesto que en este caso el poder se ejerce sobre el mismo ser del hijo no nato.

Como una creación del mismísimo doctor Frankenstein, los niños del futuro nacerán ya modelados, pre-concebidos, perfeccionados, salidos de un catálogo pre-mamá. “Quiero el paquete número 3: Niño alto, rubio, de aspecto atlético y bueno en matemáticas”, o “Déme el número 6: Niño con carácter y sangre fría. Triunfador. Modelo banquero sin escrúpulos.”

Estos niños pre-diseñados que están por nacer carecerán no de humanidad, sino de naturaleza, en el sentido que su creación estará exenta en gran parte de azar. Niños creados a pedazos según los caprichos de sus padres. Incapaces de ser por sí mismos, porque su ser habrá sido elegido previamente por terceros.

A los futuros padres con semejantes intenciones: ¿Qué creen ustedes que es mejor, un niño nacido en la libertad de la naturaleza o un muñeco al que dar cuerda?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

2 comentarios en «La (s)elección del ser»

  1. Me había percatado del sentido de la propiedad que implica la mater-pater-nalidad. Pero esto es lo máximo: niños salidos de fábrica, niños para el consumo, de sus propios padres. La tecnología al servicio del capitalismo, este no es un negocio cualquiera. Para cuando un cambio de paradigma?

    1. Sí, es el colmo del consumismo. No nos basta con poseer miles de objetos y vivir en una especie de cueva de Alí Babá de la abundancia tecnológica, encima tenemos que programar a las generaciones que están por venir.

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