“La soledad de Anquetil”, de Paul Fournel

978849468333La incontenible devaluación de la épica en el deporte del siglo XXI, generada por el caudal de intereses de toda clase de pelaje, tiene como antónimo mayor la obra y milagros de Jacques Anquetil. Su conexión con el aficionado al ciclismo de los años cincuenta y sesenta recae en el misterio indescifrable que define la identidad de un campeón. Porque el ídolo –y también odiado- ciclista francés pertenece a este selecto grupo de seres insondables, al que el autor de este libro, Paul Fournel, lanza sus redes desde sus recuerdos de infancia y adolescente: cuando tuvo la oportunidad de verlo cara a cara, sentir la mirada vacía del sufridor que es espoleado por su propio agujero negro.

A lo largo de sus 126 páginas, podemos asistir a una biografía escrita a golpe de pedal. Como una subida hacia la cima del Galibier o una Lieja-Bastogne-Lieja, donde Anquetil selló una de las hazañas por las que siempre será recordado como el gran dominador de la época de los Bahamontes, Poulidor, justo antes de que “el caníbal” Merckx decidiese imponer su hambre voraz de triunfos. Pero antes de que el belga viviese sus años de dictadura infernal, fue Anquetil el que asentó los valores del ídolo ambiguo, capaz de negarse a pasar un control antidoping por considerarlo una falta de respeto o asestar un golpe mortal a la moral del “campeonissimo”, Coppi, arrebatándole de forma insultante el record de la hora.

Y es que, en una condensación primorosa de los diferentes polos argumentales, Fournel se sirve de Anquetil y su entorno para describir una etapa del ciclismo donde se hablaba, y escribía, de héroes lanzados siempre a retos imposibles, como hacer dos carreras en un mismo día o correr el Giro contra 150 corredores italianos en tu contra. Dichos capítulos están hilados bajo el trazo dispuesto por la rivalidad a cara de perro o la amistad imperecedera. Sensaciones recogidas en un fresco apoteósico pero también doloroso de una era proclive a la grandilocuencia, que Fournel ha esquivado con maestría y sutileza en pos de un relato captado desde los vasos comunicantes hacia el lector, ofrecidos por la experiencia personal y un agudo sentido de la intuición.

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Poniendo voz en primera persona al propio Anquetil, Fournel va insertando la voz en off de su memoria a través de una prosa nacida para hacer rodar las  vivencias de su protagonista, a la vez que nos enfrenta a los límites entre el devorador de carreras y la persona. El mismo que llegó a admitir que él no había elegido la bicicleta, sino que ésta le eligió a él. Bajo sentencias tan sonadas, podemos rascar en la superficie del mito, y atisbar haces de verdad que, en su grado de subjetividad, amplían la empatía hacia el personaje. Quizá la única manera de acercarse a sus verdaderas motivaciones, talladas a golpe de ego y con el empuje de Janine, su mujer, y sus amigos como confidentes de un artista de la provocación silenciosa y la incertidumbre.

Como si de una deuda pendiente consigo mismo se tratara, Fournel no sólo saca a relucir semejante crisol de bifurcaciones hacia la soledad de Anquetil, sino que nos hace partícipes de sus sentimientos y veneración hacia el antílope de las dos ruedas. Un ser excepcional para el que las sombras son más reveladoras que sus propias gestas. Y eso Fournel lo sabe y lo exprime hasta el punto de hilar una tragedia ciclista donde los triunfos nunca consuelan, únicamente apaciguan el alma atormentada de un deportista de los que, irremediablemente, ya no quedan. Y del que Fournel ha realizado un retrato tan majestuoso como el porte helénico del francés cuando descendía como un cohete las curvas de los Alpes en busca de la respuesta a la eterna pregunta: ¿qué mueve a Anquetil?

 

 

2 comentarios en «“La soledad de Anquetil”, de Paul Fournel»

    1. El caso de Coppi es todavía más sangrante. El rey italiano, del que casi nunca se habla. Bueno, a ver si lo arreglamos pronto 😉

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