Leyland Kirby: «Sadly, The Future Is No Longer Was It Was» (2009)

leyland kirbyÚltimamente más reconocido como The Caretaker, se puede considerar sin ningún miedo a  Leyland Kirby como uno de los artistas a los que se debe agarrar la música popular en el siglo XXI. Obsesivo crónico del trabajo, su desmesurada producción musical responde a una necesidad crónica por crear al son de las agujas del reloj. Incluso, su fascinante enfermedad le llevó en 2006 a hacer una canción por día.

Originario de Manchester, sus comienzos vendrán de vivir los años dorados de Madchester: su desenfreno extasiado, la irrupción del rave como un futuro que pronto se dará de bruces con la excesiva dependencia química de sus postulados. Precisamente, una de las personas que tendrán una revelación más apocalíptica será Leyland Kirby. Obcecado en despojar de toda alquimia neurótica a la revolución tecno, sus pasos irán encaminandose progresivamente desde sus comienzos dentro del noise expansivo, a través de su alias, V/ Vm, hasta su redefinición de la música ambient, por medio de la haunthology, a través de su encarnación en The Caretaker; y más en concreto, por medio de uno de los discos más evocadores que nos ha dado el nuevo milenio: An Empty Bliss Beyond This World (Half Records, 2011). Entre medias, 2009 será el año en el que Leyland Kirby entregará bajo su propio nombre este Sadly, The Future Is No Longer Was It Was (History Always Favour The Winners, 2009): la última gran obra de ambient puro que hemos podido celebrar en los últimos años. Como el mismo Leyland explica: “Soy honesto: este es un disco de ambient. Amo el género. Se abusó de él en los noventa con la mierda del chill out ibicenco, pero siempre ha habido obras maravillosas en este campo. No creo que mi último trabajo sea música de fondo, pero como no es vigoroso puede quedar en un segundo plano. Lo que he intentado es sonar como esos clásicos, Eno, Budd y Fripp, pero reprocesando los sonidos con las herramientas de hoy y llevando así el género a algún lugar distinto.”[1] Y vaya si lo ha conseguido. Como todas sus empresas, en esta obra Kirby va hasta el mismo límite de los géneros dictados, forzándolo a moverse hacia una sensación de deja vu infinito que empieza por el mismo título de las canciones. Apelando a ensoñaciones de su memoria, Kirby no tiene reparos en usar títulos como ‘And As I Sat Beside You I Felt The Great Sadness That Day’, ‘A Longing To Be Absorbed For A While Into A Different And Beautiful World’ o ‘And At Dawn Armed With Glowing Patience, We Will Enter The Cities Of Glory (Stripped)’. Y así, hasta diecisiete demostraciones más de cómo sonar entre nebulosas de vacío acuoso.

Trabajo de casi cuatro horas de duración, Kirby apela a su ADN natural por hacer todo a lo grande. Esta concepción parte de la misma construcción de piezas musicales, casi siempre entre los diez y los veinte minutos de duración, que desafían más que nunca el último gran desafío de la música popular: destrozar el arquetipo del modelo canción que domina toda la cultura pop. Respecto a la larga duración de estos temas, Kirby aboga más que nadie por envolvernos entre miasmas de sensaciones, para las que los cercos limitadores de los tempos de la canción formal quedan absolutamente destrozados. Como él mismo dice al referirse a sus creaciones, Kirby nunca habla de canciones, sino de “piezas”: “La longitud de mis piezas tiene que ver con forzar a la gente a buscar tiempo para escuchar. Y creo que mis discos recompensan al que lo encuentra. Parece que hoy en día nadie tiene tiempo para nada, lo que es extraño, porque en los ochenta nos decían que en el año 2000 los ordenadores y robots harían todo el trabajo y nosotros dispondríamos de mucho tiempo libre.”[2]

Aún con esta concepción, la sinfonía creada para este disco está compuesta por piezas que, por separado, podrían respirar sin problemas, sin la suma de sus otros diecinueve hermanos.

leyland kirby.png 2.png3El ambient estrujado en todas las formas posibles, la disposición de Kirby por crear híbridos clásico-modernos, pasado-futuros, le llevan a utilizar tanto pianos devastados como un maletín de cirugía sonora, repleto de incisiones de electrónica expansiva tan sobrecogedores como ‘Not As She Is Now But As She Appears In My Dreams’: una canción que, literalmente, te estruja el corazón hasta hacerle llorar lágrimas de emoción. Imposible escoger ente semejante caudal de emociones. Todos los engranajes que dan vida a esta nube sonora son la quintaesencia de todo el trabajo de Kirby; uno basado en la memoria y el recuerdo.

Etiquetado en varias ocasiones como una marca de electrodomésticos: “home listening/modern classical/ambient”. En realidad, lo que Kirby nos ofrece en esta travesía de épica ambient es algo tan libre como su indefinición:  entre la inquietud del desengaño que le ha producido el presente que nos ha tocado vivir y el cinemascope de un incierto futuro de ciencia  ficción. Necesariamente, Sadly, The Future Is No Longer Was It Was es una obra que habrá que empezar a reivindicar desde ya mismo, antes de que tenga que vivir el típico rescate dentro de dos o tres décadas…

 

 


[1] Roviras, Llorenç: “Leyland Kirby: no future”, Rockdelux.

Enlace: http://www.rockdelux.com/index.html

[2] Ibídem