Los Bárbaros

PortadaCuando todavía coleaban los grandes éxitos del cine de aventuras protagonizados por bárbaros, a algún avispado productor, en plena ebullición creativa, se le debió de ocurrir que todavía faltaba la última vuelta de tuerca al citado subgénero cinematográfico ¿Por qué conformarse con un único bárbaro cuando en una pantalla de 16:9 podían caber dos aunque saliesen apretujados? De tan brillante idea nació Los Bárbaros (The Barbarians, 1987) y se le encargó la tarea de dirigirla a Ruggero Deodato. Sí, el que nos provocó arcadas con Holocausto Caníbal (Cannibal Holocaust, 1980), estaba a punto de provocarnos otro tipo de arcadas con Los Bárbaros, auspiciado por la afamada productora Cannon Films, autora de una larga lista de desastres como el presente, además de algún acierto producido casi por estadística matemática.

Para redondear el pastel se contrató a dos act… fulanos, dos fulanos que se dedicaban al culturismo, que les proporcionaba unos músculos igual de grandes que sus posibilidades de conseguir una pensión por incapacidad, porque mover, lo que se dice moverse, la verdad es que se mueven bastante poco. Pero vamos, que como eran gemelos, pues los Paul estos daban el pego, además no creo que les saliesen demasiado caros, y ya se habían gastado un pastizal en el atrezo, los extras, la música…. No, en serio, hay merluzas que salen más caras al kilo de lo que debió costar esto.

Pues nada, que érase unos gemelos que fueron adoptados de niños por una especie de gitanos ambulantes, con su reina y todo, pero en esto que se encontraron con gente muy mala que les dio la del pulpo a los gitanos y separó a los gemelos. Viva el maltrato infantil, los malos los querían poner a raya, y por eso cada vez que se portaban mal, uno recibía una ración de latigazos de un gigante con casco negro (literal del narrador) y el otro por un gigante de casco plateado (también literal). Pero dos gigantes de los de todo a cien, porque resulta que son iguales de altos que el resto de individuos que por allí pululan. Incluido el más pérfido de ellos, que lleva como adorno un cuerno de pega en la frente, sin duda un distintivo que llevaban los canis de la época.

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Malote con cornamenta. Acojonante.

Total, que a base de machacar a los dos niños, los muy cebollinos acaban creando dos superhombres con golondrinos en los sobacos, porque son incapaces de pegar los brazos al cuerpo, así que ellos solitos se cavan su propia tumba. Será por eso que deciden enfrentar a ambos hermanos, que hacía la tira que no se veían, poniéndoles un casco a cada uno para que asocien que el de enfrente es un desgraciado que les quiere mandar a criar malvas.  Claro, años entrenándolos para tirarlo todo por el sumidero en unos minutos. Rentabilidad cero. Al poco rato se ponen a jugar al strip-casco a base de espadazos. Una vez están con el jeto al descubierto, y tras un buen rato pensando en lo que está pasando, ambos se acaban reconociendo y deciden largarse de allí. La verdad tantos años retenidos y al final escapan con una facilidad pasmosa ¡Pero ojo, a caballo! No nos confundamos, porque no sé si alguno ha visto a un poste telefónico corriendo… yo tampoco, pero de verlo seguro que será algo parecido a estos dos tratando de moverse aceleradamente, que no correr porque les es imposible.

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¿Quién es quién?

Así que tras unos 20 años los gemelos pueden reencontrarse con la banda a la que pertenecían, algo así como el cirque du soleil versión rústica, que milagrosamente no han cambiado un ápice, al revés que los gemelos. Claro, no les reconocen y les ponen una soga al cuello, pero eso no es óbice para que uno de los gemelos se hinche el cuello y rompa la soga…… y de paso se hacen una amiguita nueva para que los tres juntitos puedan ir a rescatar a la reina de los ambulantes esos, que tampoco ha envejecido ni un ápice. Llegar hasta ella les cuesta más o menos lo mismo que les costó escapar, vaya mierda de banda criminal. Pero no, para rescatarla todavía se tienen que ir a dar un garbeo en busca de no sé qué armas mágicas y demás zarandajas. Aquí casi que aplaudimos la audacia del guionista, porque tal decisión nos va a permitir ver una serie de escenas impactantes.

Sí, es el momento de ver monstruos de pega, cada uno más absurdo que el anterior, que ya iba siendo hora. Hombres-lobo de baratillo, un amago de dragón que parece que tiene guirnaldas en su interior, verídico, todo camino del final, que es de un sorprendente… uf, no os lo cuento para no quitaros la emoción.

Tras el enorme éxito de esta producción, los gemelos Paul trabajaron en sucesivas películas de igual o mayor valor artístico que la presente. No en vano, fueron merecedores de una nominación a los premios Razzie como peores nuevas estrellas.