Los desheredados: «El banquete celestial» de Donald Ray Pollock

 Resulta de lo más lógico que la nueva novela de Donald Ray Pollock tenga lugar en el ocaso del lejano Oeste. Esa sensación a vidas desterradas de la evolución mostrada en toda su crudeza en sus anteriores libros, centrados en Ohio, cobra mayor fuerza ante la fecha escogida para la ocasión, 1917, un año en el que Primera Guerra Mundial ha dado comienzo. La listas de reclutamiento suman nuevos alistados día tras día. El mundo cambia a base de absurdos y enfrentamientos globales. El siglo XX se muestra en toda su violencia, una retratada como un trozo de humanidad escupido al suelo y pisoteado. Nada ocurre porque sí. Nada tiene un componente cool como en las películas de Tarantino, al que, por cierto, ciertos sectores se empeñan en comparar este libro. Desde luego, la inmersión hasta los extremos de las vidas de los tres hijos de Pearl Jewett no podría ser más antagónica.

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Donde Tarantino se recrea en un espectáculo de estética vacua, Pollock nos sirve en bandeja las cicatrices abiertas del alma. Así vuelve a suceder en esta novela, mucho más coral que en la suprema “El diablo a todas horas”, y cuyos puntos de referencia apuntan más bien a “La balada de Cable Hogue” de Sam Peckinpah, donde esas vidas asustadas ante el asentamiento gradual de la civilización siguen aferrándose a los códigos de las tradiciones que nunca cambian, las mismas donde la crueldad y la avaricia son el dogma a seguir. Y para ello, Pollock se muestra más irónico que nunca. Pero lo hace dentro de un marco tragicómico seco como la arena del desierto. Las palabras se suceden como el girar de un tambor de pistola. Cada bala apunta a un gran fresco que también es el de nuestros días. Porque, al igual que Philip K. Dick y su uso de la ciencia ficción, no hay mejor forma que analizar el presente que desde un prisma temporal diferente. Y Pollock es tan inteligente como para saberlo y mostrarlo mediante una soberana reflexión de humor agrio sobre la obsesión por la modernidad. Una vez más, clásico instantáneo.

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