Madame rouge: teatro, salón de baile y…

29bis-2¿Una sala de baile que se convierte en teatro? ¿Un teatro que se convierte en cabaret? ¿Un cabaret que se transforma en juego? ¿Un juego que muda en circo, música, fotografía o cine? Una experiencia, al fin y al cabo.

Madame rouge. Salón de baile desembarca en Barcelona, esa ciudad poblada por gentes tan necesitadas de un tranquilo paseo por el bosque, unos largos de piscina o una sesión de sauna-relax. Y lo hace con un claro objetivo: divertirnos, emocionarnos, hacernos reír, bailar y ¿quién sabe? enamorarnos…

El espectáculo, una creación grupal y anárquica[1] (anárquica, de orden libre) está inspirado en la película La sala de baile (Le Bal, 1983) de Ettore Scola y se divide en cuatro «cócteles» – cápsulas escénicas breves, en las que prima el gesto y la danza, y en las que la palabra enmudece.- Actores y público se entrelazan en este salón de baile que se estrena el próximo 7 de febrero en el Centre Cívic Parc-Sandaru a las 20:30h. No os lo perdáis.

Yanina Marini, una de las directoras del espectáculo, nos avanza unos entrantes de Madame rouge. Salón de baile.

Cuéntanos un poco cómo y dónde nace «Madame Rouge. Salón de baile».

Madame Rouge es una entidad que creé en Argentina, en el año 2001.

Fue a raíz de una “crisis”, (jajajja, desde que nací, esa palabra me ha perseguido aquí y allá).

Por supuesto era una crisis económica, también era un momento de agotamiento profundo, respecto a la pérdida de perspectiva y de esperanza como artistas independientes, que luchábamos, sin medios, sin publicidad masiva, sin Internet ni redes, aún, por acercarnos a la gente, para que se enteraran de que existíamos.

En Rosario, donde yo nací y viví en Argentina, había una movida muy potente artística y de gran calidad y diversidad, por fuera de los circuitos comerciales, que eran pocos y siempre con una propuesta muy similar, que se sostenía gracias a caras televisivas.

Sin embargo, el público común, el ciudadano de a pie, asistía solo a esas salas comerciales y ni siquiera se enteraba de que existían alrededor de 15 salas alternativas y montones de sitios donde sucedían cosas en al ciudad. Así que el resto de compañías, las que no teníamos caras públicas, famosas, pero éramos trabajadores del teatro, la danza, la música, el cine, etc, continuábamos montando espectáculos por pasión, pero sin remuneración y casi sin público.

26bisExtraña y maravillosamente, las salas alternativas, que funcionaban realmente como tales, apostando por aquellos trabajos de nuevos artistas y formatos, sin apoyo o subvención, nos programaban de continuado, un mes o dos, una o dos funciones a la semana. Y gracias a eso, teníamos la suerte de poder rodar las piezas y hacerlas crecer.

Pero lo que realmente oscurecía todo esto era que el público con el que contábamos, era solamente, otros colegas o estudiantes de disciplinas artísticas y en cantidades mínimas. La experiencia de hacer funciones para 15, 10, 5 y 3 personas, es interesante, para aprender, pero ampliamente entristecedora. Teñía todo de una soledad profunda, que se sumaba a la no remuneración y al cansancio de tener que trabajar todo el día de otras cosas y ensayar por las noches, como podíamos.

Aún no sabía que esto pasaba también en otros lugares del mundo, así que con la idea de marcharme ya, de Argentina, intenté una última cosa que se me ocurrió para salvar mi carrera escénica y la de otros colegas. Creé una entidad que reunía a todos los artistas que lo desearan, para llevar adelante el proyecto de “Fiestas Madame Rouge” (así se llamaba entonces).

«Madame Rouge» se trata de una fiesta en la que no sólo se da lo teatral, sino que existe un encuentro con otras muchas disciplinas artísticas.

Sí, la fiesta consistía en organizar fiestas, en lugar de funciones teatrales, ya que percibíamos que podía ser algo mucho más convocante para el público común. Y en esas fiestas, se encontraban, además de la posibilidad de bailar, beber, encontrarse, charlar, conocerse, etc, con pequeñas piezas escénicas, bandas de música, exposiciones de fotografía o pintura, proyecciones de cortos y todo tipo de trabajos artísticos, que sucedían durante la noche.

Por otra parte, se les daba dentro de la fiesta, una programación de todo lo que se estaba haciendo en la ciudad, en espacios no comerciales, permitiendo llegar con una publicidad barata a gente que no pertenecía a nuestro entorno, que era uno de los objetivos.

31bisEl modo en que conseguíamos hacer estos eventos era en formato de cooperativa y con algunas particularidades. Cada artista que quisiera trabajar en ellas, asumía varias responsabilidades que eran la condición para poder ser parte: teníamos el compromiso, todos, de llevar adelante un trabajo artístico, un trabajo de preproducción y un trabajo de gestión dentro de la propia fiesta. Por ejemplo: un actor, tenía un trabajo escénico en la fiesta, pero además debía distribuir publicidad en universidades y durante el evento, cuando no estaba actuando, poner copas. Cada uno elegía lo que hacer en cada caso y cobraba una parte proporcional de lo que se ganara, por cada tarea. Y si quería hacer más tareas, tenía otras partes proporcionales. Pero todos teníamos que llevar a cabo, al menos, una tarea de cada tipo, para que fuera posible y equitativo. Y por supuesto, cada artista, además podía publicitar su trabajo fuera de ellas.

¿Madame Rouge es un retorno a los salones de baile, a otra época, donde el contacto con la gente era algo más tangible?

La estética de estas fiestas, la planteé, creo que siguiendo mi propio gusto. Siempre sentí una gran atracción por el modo de conexión, de acercamiento, de poética de los años en que la gente bailaba abrazados y se acercaba para hablar y mirarse. Así que fue una vuelta a la esencia del salón de baile antiguo, con espectáculo. Un cabaret romántico, que permitiera volver a la musicalidad y al modo de vinculación de otras épocas. Y la idea era que el público se identificara con lo que veía y lo que le estaba pasado en ese preciso momento y lugar. Así que la temática escénica tenía que ver con las cosas que podían suceder a la gente, mientras intentan encontrar el amor, en una noche cualquiera. Las escenas eran gestuales, ya que sucedían con la música del salón funcionando y en diferentes momentos y lugares del mismo. Y el concepto de fiesta artística estaba sostenida también, por el detalle de que cada persona que cobraba entradas, que ponía copas, que atendía el guardarropas o lo que fuera, tenía un personaje par llevar a cabo esa tarea y lo sostenía toda la noche.

En Argentina conseguisteis que estos eventos fueran muy populares, aunque trabajabais desde una vertiente independiente. 

Después de empapelar las universidades y escuelas superiores y de un boca a boca, de todos los artistas durante el tiempo que fuimos creando esto, la sorpresa mayor, llegó la noche de la primera fiesta, que se hizo en la escuela superior de teatro, ya que nos la habían prestado, solidarizándose con la causa: ¡¡Entraron 700 personas!! Y no sabíamos de dónde venían, ni por qué y tampoco qué haríamos al respecto.

Después de la grata sorpresa, tuvimos que lidiar con municipales y policía, por la masa de gente, pero la fiesta se pudo llevar a cabo y fue una experiencia maravillosa para todos. Por supuesto continuamos haciéndolas, alquilando diferentes locales, pero por razones de edilicias y de dinero, limitamos el aforo a 350 personas. Cosa que siempre se cubrió. Estos eventos y este proyecto se sostuvieron, durante un año, a pesar de que éramos perseguidos y multados, constantemente por inspectores municipales, debido a que no existía una habilitación que permitiera todas las actividades que realizábamos.

Por tanto, decidí recorrer, con un dossier en mano y con el éxito del proyecto en la mochila, todas las oficinas públicas y políticas que pudiera haber, para intentar conseguir un modo de regularlas o de que nos apoyen desde lo público, pero lamentablemente, esto nunca ocurrió. Así que pasado ese tiempo y cansada de esa injusticia y pérdida de dinero y fuerzas, dejé de organizarlas. Y poco después, emigré a España, llevándome a Madame Rouge conmigo.

Y es entonces cuando Madame Rouge llega a España…

Desde el 2002 que llegué aquí, he propuesto este proyecto a diferentes lugares privados, pero no lo veían viable. Así que ha dormido conmigo, esperando renacer de alguna manera.

A comienzos del 2013, hemos despertado a Madame Rouge, con una compañía de actores maravillosos y generosos, que sin entender muy bien qué es lo que estábamos haciendo, han apostado a re-crearla. Carlos Conde, Sonia Espinosa, Diana de Guzmán, Omar Puga, Salva Soler, Joaquín Daniel (que ha estado en el proceso de creación, aunque no podrá participar en lo actoral)  y David Samaniego.

15bisComenzamos a reformular el proyecto, adaptando a la realidad del aquí y ahora, de las costumbres de aquí y de quienes los estábamos ideando. Y empezamos inspirados en “Le bal” de Ettore Scola, a crear a partir de los propios actores, un salón de baile, la gente que lo habita, las historias que pueden suceder y los impedimentos que cada uno tiene para encontrarse con el amor, que tanto anhela.

Fue un proceso de creación grupal, que nació de los propios actores, luego asumimos la dirección del espectáculo, de una manera muy especial, como se divide en cápsulas escénicas, cinco de nosotros, Carlos Conde, Diana de Guzmán, Joaquín Daniel, Salva Soler y yo, nos responsabilizamos de la dirección, cada uno, de una cápsula y toda la compañía llevaba la dirección global, de manera muy horizontal, lo cual ha sido un camino extremadamente difícil pero de un grado de aprendizaje humano y artístico enorme y que tenía mucho que ver con el objetivo del proyecto de cooperativa. Sonia Espinosa y Salva Soler, además realizaron la dramaturgia global del espectáculo, una vez construidas cada cápsula.

Todo este proceso ayudó a que creciera enormemente toda la parte escénica y la dramaturgia, la historia que estamos contando, en silencio, ya que en las cápsulas se mantiene que el lenguaje sea sólo gestual y por medio del baile. Solamente hay un personaje que tiene voz y es alguien que recorre el salón, como cómplice del público, como testigo de tantas historias de amor y desamor, propias y ajenas. Es el alma de ese salón de baile.

De esta manera, lo teatral fue ocupando el centro de la pista y una parte muy importante de la noche.

El nombre también ha cambiado, desde el proyecto en Argentina, ahora es “Madame Rouge, Salón de Baile” y eso es porque es algo nuevo, algo que hicimos nacer entre todos, de lo que yo no hubiera sido capaz, si no fuera por mis compañeros y tenía que reflejarse en todos los ámbitos.

27bisEn 2014, aquí en Barcelona, siete actores, en formato de cooperativa, soñamos con generar un lugar diferente, de encuentro poético, lleno de humor, con la ternura e inocencia de otros tiempos y la esperanza de encontrar un lazo entre los ritmos musicales y los diferentes rituales con que la gente se conoce y se vincula, a través de las épocas y ambientado con ritmos que van desde paso doble, bolero, vals, swing, tango, rock and roll, salsa, cha cha cha, merengue, mambo, música y disco y hasta reguetón. Porque nos hemos dado cuenta de que siempre, en todas las épocas y las edades, sea con el ritmo y el ritual que fuera, todos buscamos lo mismo, amor, en sus diferentes modos de ser disfrutado.

Hay algo que sí ha quedado intacto, desde Argentina hasta hoy, y es la esperanza de los artistas de  acceder a un público general, además de los propios contactos, para llegar con el teatro, con la música, con el baile, con la sensibilidad, con la humanidad, a la gente.

Con «Madame Rouge» pretendéis potenciar el vínculo con el público. ¿Crees que en estos momentos existe una brecha entre el teatro y el público?

Creo que pasa algo muy extraño, de lo que no tengo explicación. Pero no es en estos tiempos, lo veo desde que empecé en esto, a los 13 años, en los noventa, del otro lado del charco.

Quizás tiene que ver con la televisión y ya está, no sé… o quizás es que no existe una educación que incluya el teatro… hasta he llegado a pensar que los actores, directores y dramaturgos nos empecinamos en sostener un arte que la gente ya no quiere, que pertenece a una era de la presencia, del tête-à-tête, del cara a cara.  Pero entonces, veo que los musicales comerciales están llenos, que los teatros públicos con gran prestigio, subvención y publicidad se quedan sin entradas y pienso que es lo de siempre, una cuestión de clases. Me refiero a los artistas y al público. A la élite. Y sobre eso no quiero ni pensar, porque poco puedo hacer al respecto y me parece mucho más útil poner el foco en generar nuevos modos de llegar a la gente y en crear un arte que lleno de poética, sea a la vez, más simple y cercano.

Y entonces, si vuelvo sobre mi propia creación y analizo la evolución y los resultados de mis trabajos y de otros colegas, lo que sí he aprendido es que quizás, hemos pasado muchos años regodeándonos en lo vanguardista y en la creación casi científica, de espectáculos centrados en la rebelión, la queja, la diferencia y sintiendo que nos se nos entendía porque el público no estaba a la altura. Sé que es también cosa de la edad y de la realidad en la que cada uno vive, hasta de la propia historia, pero creo que al cumplir treinta, más o menos, se me cayó un trozo de esa arrogancia artística y he ido encontrando que lo simple y lo fácil de comprender no está lejos de lo humano y el hecho de que sea arte o no, tiene que ver con cómo se haga, con la forma.

3bisLas bellas obras, tocan a todos de alguna manera, aunque no sepan lo que es. Siempre me acuerdo de un día, que fui al teatro con mi mamá, en Rosario, a ver una obra que me parecía muy buena y a la que le iba bastante bien, con gran carga poética. Mi madre que era una ama de casa, simple y humilde, estaba harta de ir a verme al teatro y preguntarme si siempre iba a hacer cosas tan raras o tan fuertes, cosa que me dolía muchísimo, porque ella era un claro ejemplo del público general. Y ese día, fuimos a ver algo que no era nada comercial y que me gustaba mucho y a ella también le llegó, la emocionó.

Las grandes obras tienen capas, para diferentes niveles de comprensión, pero llegan a todos. Pero eso no creo que sea algo premeditado, hay que encontrarlo y para hacerlo, hay que crear muchas cosas malas, con fe y humildad y arriesgarse siempre como si fuera la mejor.

En vuestro espectáculo el teatro se convierte en baile y el baile busca el amor. ¿Es ésta una manera de volver a enamorarse del teatro?

Eso espero!!!! Lo has dicho muy bonito y sí, es exactamente así, lo que me imagino…

Me encantaría que estemos generando algo más que un espectáculo, un lugar, con características especiales para el encuentro y la conexión de gente. Un lugar lleno de calidez y de empatía, donde cualquiera pueda identificarse.

Y volver a marcar tendencia con el abrazo. Me refiero a bailar abrazados, a hablarnos de cerca, a mirarnos a los ojos. El tango me ha dado siempre esta sensación de emoción profunda que te acerca a la otra persona, sea quien sea, con quien estés abrazado. Hay algo en esa música que te lleva a entregarte al otro, a brindar algo de ti, a intentar construir algo común en la escucha. Eso es lo que me gustaría que estemos gestando… multiplicar ese sentimiento que me provoca el tango, a mí y a millones de personas en el mundo, sean de donde sean.

A22bisY aquí es donde Sonia Espinosa o cualquiera de los compañeros, me cortaría, ya cansados de oírme hablar del tango y me diría: “que sí, Yanina, a nosotros también nos pasaba lo mismo, cuando bailábamos “una lenta” de las icónicas, ¡¡al final de la noche!!

Y bueno, volvamos a proponer lentas, entonces…


[1] anárquica, de orden libre