Mazinger Z – ¡Quiero tener mi propio robot!

Mazinger Z

Si hay un personaje animado que une a miles y miles de personas que vivieron su infancia durante la segunda mitad de los 70 o la primera de los 80, ese sin duda es el castillo de acero: Mazinger Z. El robot, nacido de la imaginación del mangaka Go Nagai y que desde entonces lo ha ido estrujando en impulsos periódicos para extraerle hasta el último yen para mayor regocijo de nosotros, sus fans, aterrizó en una TVE que seguramente no estaba preparada para una serie de animación en la que la base era la lucha entre gigantes mecánicos. Fue un éxito tan grande como gigantesca la polémica que generó, con grupos conservadores exigiendo su retirada por estar pervirtiendo las jóvenes mentes de sus espectadores. Efectivamente, la presión pudo con TVE y retiró la serie cuando únicamente habían emitido 32 capítulos, y aún encima saltando varios para evitar lo que ellos entendían que eran los capítulos más violentos.

Pero la censura no pudo evitar ni que en más de un recreo se provocase algún que otro ojo morado al grito de ¡puños fuera! Ni tampoco que el invento del doctor Kabuto, que podía convertir a su piloto en un dios o en un demonio, plantase una huella imborrable en miles de españoles que ya nunca podrían olvidar aquella serie que fue una de las que nos abrió al anime japonés, aunque por entonces a lo único que llamábamos mangas eran a las cosas que colgaban en los laterales de nuestras camisetas.

Sayaka

Además de álbumes de cromos, caretas, pegatinas, muñecos, juegos de cartas, y un sinfín de cosas más, audiovisualmente hablando el legado de Mazinger Z se representó en forma de seis cintas VHS, de cuatro capítulos cada uno. Sí, no todos nos enganchamos a la serie en su emisión original, algunos, como en mi caso, lo hicimos más tarde, alquilando aquellas cintas para disfrutarlas en casa. “¿Otra vez quieres alquilar esa?” oía cada vez que iba al videoclub más cercano y señalaba alguna de las cintas. Por entonces, entre la falta de información y mi propia candidez, buscaba y rebuscaba para ver si aparecía alguna cinta más que enseñase el final de la serie. Pero nunca llegaba, nunca descubría cómo terminaba aquella serie y la verdad es que me daba igual, yo era feliz viendo una y otra vez los mismos capítulos, para luego recrearlos en mi memoria, o en el papel, tratando de dibujar a Mazinger, Afrodita, y a los Brutos Mecánicos, esos que un capítulo sí y al otro también, destrozaban Tokyo. Es curioso cómo en la memoria colectiva los Brutos que más han perdurado han sido, precisamente, los dos primeros: el Garada K-7, un esqueleto mecánico con dos guadañas a modo de cuernos, y el Doublas M-2, un engendro bicéfalo. Luego cada uno podía tener su favorito, pero esos dos siempre quedaban en la memoria.

¿Qué hacía de Mazinger Z algo tan especial? Principalmente el propio Mazinger, era algo completamente novedoso ver un robot de unos 25 metros de alto y dotado de un variado arsenal de combate. Pero el resto de personajes también eran muy carismáticos y la gente los recuerda sin esfuerzo alguno, comenzado por Koji Kabuto, nieto del Doctor Kabuto y piloto del Mazinger Z, un adolescente engreído que no conocía el miedo, o su hermano pequeño, Shiro Kabuto, un niño que trata de seguir los pasos de su hermano. Pero en cierto aspecto más especial todavía era la hija del Doctor Yumi, científico al mando del instituto de investigaciones fotoatómicas, Sayaka Yumi, el que podemos considerar el primer amor platónico animado de muchos adolescentes, ya que Sayaka rompía un poco con el arquetipo de personaje femenino. Es cierto que su robot, Afrodita A, no era más que una chatarra al lado de Mazinger Z, pero ella era un personaje fuerte y decidido, el primero nos enseñó que siendo mujer se podía ser algo muy distinto a una princesa Disney, y no por ello se dejaba a lado su feminidad. Quizá su condición de amor platónico fuese el que propiciase la propagación de una leyenda urbana sobre Afrodita A, y es que no es difícil encontrar a algún fan de la serie que jura y perjura que Sayaka gritaba ¡Pechos Fuera! cuando lanzaba sus misiles pectorales. Pero no, jamás se oyó tal frase en la serie ¿os imagináis el escándalo que hubiese supuesto de haberse producido?

Ashler

Pero todavía más carisma tenían los malvados de la serie. No sé muy bien cómo se le podría haber ocurrido a nadie un personaje como el Barón Ashler, mitad hombre y mitad mujer, en ningún momento de la serie se explicaba su origen ni su pasado, para eso tendríamos que esperar a que se editase el manga en nuestro país, y pese a su extravagante personalidad, nunca nos preocupábamos por entenderlo, simplemente era algo que nos cautivaba de tal manera que siempre ensombrecía a su amo: el Doctor Infierno, un científico malvado, compañero del Doctor Kabuto y descubridor en la isla de Mikonos de antiguos gigantes mecánicos de la antigua Grecia, que serían el germen de los Brutos Mecánicos.

Volviendo a aquellas cintas de VHS, hasta hace poco era la única edición que tuvimos en nuestro país, si obviamos una versión piratona lanzada por una editorial de dudosas prácticas que tuvo que ser retirada en cuento se enteró Toei, poseedora de los derechos de la obra de Go Nagai. Desde entonces, hasta ahora, la única forma de poder ver Mazinger Z de principio a fin era gracias a un grupo de fans que se unió para, con un trabajo titánico, unir la edición en DVD procedente de China, años después consiguieron la edición japonesa, con el doblaje latino. Porque sí, en España nos quedamos en 32 capítulos, pero en Latinoamérica sí que pudieron ver la serie completa ¡Y además también Gran Mazinger!

Pero ahora sí, más de 30 años después al fin ha salido una edición digna, una que nos reconcilie con nuestros recuerdos de infancia y nos permita volver a revivir aquellos momentos que nos mantenían pegados al televisor. Selecta Visión edita la serie original en DVD y Blu-Ray, usando el audio latino y también el original de TVE en los 32 capítulos que ha sido posible, algo que muchos vamos a agradecer. Así que os pido por favor que me permitáis introducir el primer Blu-Ray, y que por unas horas vuelva a ser aquel niño que entre cientos de películas del videoclub sólo sabía escoger entre seis cintas que compartían un mismo título: Mazinger Z.

Puños fuera.