Nikos Gallis: «la metralleta humana»

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La gran coronación tras vencer a la todopoderosa U.R.S.S.

Para los que se hayan enganchado al baloncesto europeo en lo que llevamos de siglo, hablarle de tipos que promediaban más de veinte punto por partido les debe sonar a chiste de Eugenio. Saben aquel que diu que había un griego que promediaba más de 35 puntos por partido con la gorra. Pues no, no se trata de un chiste. Para todos los que crecimos en los ’80 con la entrañable Gigantes del Basket -¡esos posterazos!- abrir las páginas y mirar las estadísticas era como una droga. ¿Cuántos puntos habrá metido Brian Jackson? ¿40? ¿Y Lampley? ¿Más de 20? En plan más cabrón, la pregunta podía ser: ¿Habra pasado Pedro Rodríguez de 6 puntos? ¿Y Trumbo? Sí, porque si de aquella no llegabas, como mínimo, a la decena de puntos, te miraban como a un inadaptado. En las antípodas de estos dos últimos personajes -no lo dudéis, carne de cañón de próximos Mundos Aspergers-, se encontraba otro marciano, pero por todo lo contrario. Era llegar a las páginas dedicadas a las competiciones europeas y fijar directamente la mirada en cuántos puntos había metido Drazen Petrovic. ¿40? ¿50? ¿60?

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Gallis en su casting para «Perros Callejeros». ¿Por que no lo pillaste, Eloy?

Por pura inercia, el siguiente objetivo se trataba de un tal Nikos Gallis. Sobre este rifle humano, decir que llegó a promediar más puntos que el mismísimo Petrovic. Es más, sus duelos cara a cara se cuentan entre los más espectaculares que ha dado el baloncesto europeo y mundial. ¿Quién no se acuerda de aquella semifinal del europeo del ’87 entre Yugoslavia y Grecia? Aquel día inolvidable, Gallis ganó la partida; y, de paso, colocó a Grecia en la élite mundial del baloncesto. Sí señor, porque antes de Spanoulis, Diamantidis y Papaloukas fue Gallis quien hizo de Grecia una de las grandes potencias mundiales del mundo entero. Que no se engañe nadie, el camino que abrió Gallis fue tan fundamental que se hace muy difícil de imaginar que Grecia hubiera llegado donde está sin su aportación fundamental. Y por qué fue tan importante. Para entenderlo a la perfección, hay que volver a aquel Europeo del ’87 celebrado en la misma Grecia. Tras superar a la Yugoslavia de los hermanos Petrovic, Djorjevic, Kukoc y Radja, casi nada, el siguiente paso era el “más difícil todavía”, la Unión Soviética. Ni que decir tiene que ese día Gallis salió con la victoria tatuada en el entrecejazo que se gastaba, una especie de Marcial chanante en pequeñito… En los que muchos consideramos como la mejor final europea de todos los tiempos, Gallis simplemente hizo de sí mismo, llegar a los 40 puntos y quedarse tan pancho. Su selección era el paradigma de los ’80. Gallis se cascaba 40; Yannakis; 20, Fassoulas, 15; y el resto, que no solían ser más de tres jugadores, se repartían el resto. En aquel partido inolvidable, Gallis demostró que no sólo era capaz de meter 40 puntos como el gran Oscar Schmidt, sino que era un líder capaz de contagiar al resto del equipo su hambre victoria. Porque ya os digo yo que vencer a una selección con Sabonis y Marculionis en su mejor momento sólo podía ser concebible para un equipo de la NBA; o eso, o Yugoslavia en un día perfecto. Sin embargo, si Gallis había conseguido llevar a Grecia hasta la final ante su público, ¿iba a dejar pasar la oportunidad de bautizarse como gran Dios heleno? Ni de coña. Lo más cojonudo del caso es que Gallis no era de origen griego, sino norteamericano. Sí, sí, aquel tipo con pitas de secundario de Gomorra o pastor de rebaños había llegado a jugar en Seton Hall, convirtiéndose en el tercer máximo anotador de la NCCA con 27,5 puntos por partido, en el mismo año que Larry Bird se iba haciendo un hueco entre los más grandes de todos los tiempos. Curiosamente, cuenta la historia que el representante de Gallis, el mismo que la gran diosa de ébano Diana Ross, le aconsejó tan mal que acabó en el puesto 68 del draft. Curiosamente, el destino le acabó llevando a los Boston Celtics. Pero nada más llegar, se lesionó en el brazo. A lo mejor si hubiera sido 100€ norteamericano, Red Auerbach le hubiera dado la oportunidad; pero, en lo que el mismo Auerbach ha considerado como la decisión más errónea de su carrera, dejó escapar al griego.

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A ver quien es el guapo que le hace falta…

Nikos Gallis: “Todos los jugadores en Estados Unidos sueñan con jugar en la NBA. Yo no era ninguna excepción, pero en cuanto vi que mi sueño podía ser truncado, a las primeras de cambio, decidí jugar en la tierra de mis padres, un lugar nuevo y desconocido para mí. Lo que me dio Grecia no creo que me lo hubiera dado la NBA, aunque mi intención era la de jugar un par de años y volver a los Estados Unidos”[1].

Ni que decir tiene que los planes de Gallis no sucedieron como él tenía planeado. ¿Se hubieran imaginado si se hubiera quedado en los Celtics? Defender como que no le gustaba mucho, pero una dupla Larry Bird-Nikos Gallis podría haber sido la más devastadora de la historia del baloncesto. Porque el griego de recursos como que no iba falto, precisamente. De tres, en caída, a 5 metros, entrando a canasta… Gallis contaba con la mentalidad del cazador obsesionado con su presa. A su rapidísima técnica de tiro había que sumar su total falta de respeto hacia el rival, y que sí, ¡hasta era generoso! No en vano llegó a ser el máximo asistente de la liga griega entre los años 1991-94.

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El mundo al revés: Petrovic mirando como se comen su canasta.

Nunca sabremos si se hubiera adaptado a aquella NBA de los ’80, pero todas las pistas indican que, seguramente, sí. Joder, si hasta  lo ha hecho el barbacas Harden. Pero casi mejor así, que hubiera sido si no del baloncesto europeo de no haber roto el señor Gallis el monopolio yugoslavo-soviético de aquellos tiempos.

Muchos años después, un tal Macijauskas nos hizo recordar que la raza del tirador nato aún podía volver, pero sólo fue un espejismo. Mientras Macijauskas sólo tuvo un año de gloria, Gallis se pasó 14 años promediando entre los 30 y los 44 puntos -sí amiguitas/os, en la 80-81 promedió 44 puntos por partido…-. Vale, las defensas no eran las mismas, ¡pero 44! Vamos, lo que se entiende como el roster player total. Un personaje por el que entran ganas de pillar los jugadores históricos de la play y hacer un uno contra uno entre él y el guaperas de Llul. ¿Tienen alguna duda de quién vencería? Ni lo pregunten, por favor.

 



[1] Zaldua, Sergio: «El último gran héroe griego», Mundo Deportivo.

Fuente: http://www.mundodeportivo.com/20140122/nikos-galis-el-ultimo-gran-heroe-griego_54399254270.html