Os Resentidos: «Vigo Capital Lisboa»

Os Resentidos de Vigo (gora Vigo Camasutra), una esquimal bus band de funkie depresivo. Nuestro trascendental concepto del funkie depresivo y del rock esquimal desborda obviamente la fugacidad del lenguaje y la opacidad traidora de la escritura (lapsus). Los motivos de nuestro resentimiento son amplios y confusos, puestos en situación normalmente, solemos declarar: una vez detectado el cáncer de mama galopante de la Santa Lucía de Miguel Ríos, llegó la hora (god save the mamas not the cancer)”.

Os resentidos

os resentidosA treinta años de su publicación, resulta de justicia divina rescatar del  olvido una obra de la enjundia de Vigo Capital Lisboa (GASA, 1985), el primer LP de Os Resentidos. ¿El mejor grupo gallego de la historia? Seguramente, pero también uno de los más fascinantes que haya dado todo el pop español.

Tras arrancar su trayectoria discográfica con la conexión gallego-soviética promulgada desde su EP, Surfin’ CCCP (DRO, 1984), compartido con Siniestro Total, la banda de Anton Reixa se erigía como la erupción más bizarra y nutritiva de esa “Movida Viguesa”, que Siniestro Total y Golpes Bajos estaban abanderando hasta aquel momento. Sin embargo, lo de Os Resentidos iba más allá. Más que el paradigma de una época y un contexto social, Reixa y los suyos promulgarán la esencia de la mentalidad gallega, valga la redundancia, de una forma muy gallega: tirando de chifladura surrealista. Muchos verán en su perfil de astracanada un simple perfil de choteo. Sin embargo, esto no era más que la superficie de un fondo repleto de capas compuestas de kilos reflexión, crítica y autoafirmación de la -si es que eso realmente existe- verdadera identidad gallega.

Galicia estaba dentro del mundo, y Os Resentidos se dedicarán a colocarla en su emplazamiento real, primero a tendiendo puentes con la Unión Soviética o, más tarde, con Palestina. Pero lo que tocaba en Vigo Capital Lisboa, partía de Vigo. Tal como reza el título del disco, se puede comprobar en la portada -mediante el gallo portugués- y en la contraportada -con la bandera portuguesa cruzada por el río Miño-, el guiño devenía en toda una declaración de intenciones. Pero si hay una conexión geográfica que transluce con mayor fuerza en esta obra, esta proviene de la idea de Galicia como un país más del continente africano. Como mejor ejemplo de esta perspectiva, no hay más que pinchar ‘Abdul’. Nada más arrancar, Reixa empieza a encadenar un límite geográfico recitando una serie de pueblos gallegos mezclados con países del tercer mundo -“Namibia, Ortigueira, Chad, Mondoñedo”-, mientras se oyen cantos tribales de fondo. Os Resentidos ensamblan una paranoia circular, que recuerda a unos Pere Ubu después de una enchenta de marisco y un tripi de doble gota. La adopción del ADN africano se adentra en la matriz musical de la banda con total naturalidad, dando también con un momento de excepción: ‘Paloma Pómez Bolero’. En este tema dedicado con no poca mala leche a Paloma Gómez Borrero -la corresponsal del Vaticano durante aquella época-, los vigueses se lanzan en un sudoroso tour de forcé de híper dinámica polirritmia sexual africana. El otro momento de excepción de liturgia africana corresponde a ‘Sexo Macumba’. Para esta ocasión, el ritual será pervertido por un cariz de psicodélica androginia sintetizada sencillamente delirante, mientras Reixa se lanza a un éxtasis tribal al son de las palabras chamánicas: “Totus tus, baila esta rumba” y las que rezan el título de la canción.

os resentidos 2Más allá de estos tres momentos para el recuerdo, el primer LP de Os Resentidos consta de once estampas más, sin el menor desperdicio, donde consiguen que el post-punk parezca de absoluta denominación gallega; da la impresión de que hasta Os Resentidos no había habido muestras reales de este movimiento. De hecho, la entrada directa al subconsciente por inoculación amnésica de  ‘Que Fas Fassbinder’, el synthpop alucinado de ‘Jet Society’ o el rockabilly-punk robotizado de ‘Dalle Beibe Dálle’ no son sino la muestra de que cualquier género musical adoptado por Os Resentidos tornaba al momento como una expresión de puro delirio gallego. Para alcanzar esta idiosincrasia única las formulaciones musicales planteadas, entre la abstracción casi onírica y la obsesión por el sudor rítmico, por unos geniales Javier Soto, Rubén Losada y Alberto Torrado, serán sublimadas por la personalidad marciana de Reixa. Nunca hasta entonces se había oído cantar con esa forma tan particular, de paranoia tribal tan primigenia. Cuando Reixa canta “dalle beibe dálle unha ostia dunha vez”, puedes sentir la inflamación crecer en tu cara al instante. Pocas veces las palabras salieron con tanta convicción de un solista. En este caso en particular, la propia naturaleza de Reixa como agitador político-intelectual transciende en su forma de cantar. Reixa es un tipo culto, se nota. Pero en vez de plasmarlo a través de un discurso de pedantería universitaria, prefiere sumergirse en la propia locura del brainstorming neuronal que no deja de agitarse en su cabeza. Sus palabras se balancean entre un delirio sin tratamiento posible y humor más negro que el que contiene el primer disco de Siniestro Total. Quién más si no sería capaz de disparar palabras como “eres minusválida, no puedes bailar” sobre una base de funk atómico, que parece la prima lejana del ‘Ivan Meets G.I.J.O.E.’ de The Clash. Aquí no hay broma que valga: estamos la representación más grotesca -y por tanto, cercana- del humor negrísimo de esa “República de sitio distinto” que es Galicia, y que en esta obra de licor de patata alucinógena llega al cenit mediante ‘Alcohólica’ e ‘In The Ghetto’.

Trayecto selvático, crudo e insano de principio a fin, y de lo largo a lo ancho, hasta el único punto flaco de Vigo Capital Lisboa, la producción, deviene en acierto al representar la precariedad tercermundista de la liturgia promulgada por Os Resentidos. Vamos, lo que se entiende como una obra con sentido total. Y en este caso, una que haría sentirse gallego hasta el último habitante de Biafra.

Tras este trabajo imprescindible, Os Resentidos conseguirán superarse de nuevo cinco años más tarde gracias al insuperable Jei (GASA, 1990), después de haber caído rendidos ante la dinámica marcial de Public Enemy. Pero esa ya es otra historia que se merece un capítulo aparte.