Parade: ¿Quién dijo ruido?

Con Amor y Ruido (Jabalina, 2013) Parade sigue la inercia imparable de una trayectoria sin parangón dentro del pop español e internacional. Séptimo álbum en estudio, séptimo triunfo. Nos adentramos junto a Antonio Galvañ en el corazón de un disco que, más que nunca, nos muestra las ansias de su creador por seguir ensanchando los límites del planeta pop. Si, aún por encima, lo que nos regala es otra maravillosa variación de su colorido universo de ciencia-ficción, vampiros, humor negro, John Hugues, Wes Anderson, Vainica Doble, Kraftwerk, o canción mediterránea, no quedará más remedio que rendirse a la evidencia: habemus obra maestra. Y ya van unas cuantas.

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Luchando contra el ruido.

El título de tu último disco es “Amor y Ruido”. Lo de amor queda patente a lo largo del disco. Pero lo de ¿ruido?

La intención es cómo decir: “aquí lo que importa es el amor y todo lo demás que no sea amor, es ruido.” No es ruido en plan “voy a hacer mucho ruido en el disco”. La verdad es que fue un disco con el que tuve menos claro el título que le quería poner. Al final, cogí una canción mía que aparece en Intonarumore (Jabalina, 2010) que se llamaba “Plutón” y hablaba ya de amor y ruido, en referencia a las películas de John Hugues de los ’80: “La Chica de Rosa”, “Dieciséis velas”. Y hablaba un poco de eso, que lo importante era el amor y lo demás eran interferencias.

 Ya que me comentas, “La Chica de Rosa”. Precisamente, la primera canción, “La vida tal cual”,  hace referencia a esta película. Aparte de John Hugues, hay otro director que asocio cuando escucho tus canciones: Wes Anderson. No sé si la canción de “Rushmore” es un guiño a su película Academia Rushmore.

Sí, soy muy fan. “Rushmore” es un poco eso: hablar sobre el amigo que es un desastre absoluto, que siempre lo complica todo, pero que sin el cual la vida no se podría vivir tan intensamente; cualquier éxito, fracaso o cualquier empeño en el que te metas no sería lo mismo. Las sensaciones que tenía uno al ver la peli eran las desprendían el personaje en sí.

¿Con cuál de sus películas te quedarías? A mí la que me marcó más fuertemente fue Los Tennenbaums.

Me gustan mucho todas, pero especialmente la última: Moonrise Kingdom. Después de haber hecho un par de películas que me habían dado un poco más igual, Moonrise Kingdom me gustó mucho y me dejó muy noqueado también. De ahí se pueden sacar un montón de canciones.

Has llegado un punto en el que parece que sólo tienes que dar un giro sobre ti mismo para seguir avanzando y dar con algo nuevo. No sé si es por inercia y si es que, antes de ponerte con un nuevo LP, haces como Le Mans que tenían una idea muy clara del resultado final de lo que buscaban. Con o sin método, ¿cómo te planteas este proceso?

Lo que no soy es una persona que hace discos en trilogías. A mí me aburre hacer lo mismo. Tengo un estilo muy claro para mis cosas, pero lo que sí necesito es marcarme una meta diferente que me atraiga. Para Amor y Ruido yo seguía con la vuelta a los sonidos acústicos de los tres o cuatro últimos discos. En mi disco de 2006, Todas las Estrellas (Spicnic, 2006), ya hay una querencia muy acústica  de utilizar sonidos reales. Luego, en los dos siguientes, sobre todo en Materia Oscura (Jabalina, 2011), ya metí baterías y guitarras de verdad. En consecuencia, para este último la idea era sonar como estuviera tocando un grupo.

Sí, la verdad es que en este último apenas hay sintetizadores.

Sí, poca secuenciación, sintetizadores y tecno; todo mucho más acústico. Era un planteamiento que me atraía y que podía conseguir con los pocos medios que tenía, tal como el batería Dani Cardona que, además, es el técnico que me está mezclando los discos últimamente. Cuando vi que también podía conseguir un contrabajo, ya que algunas canciones así lo requerían, y que podía plasmar el sonido del disco en mi cabeza, entonces fue cuando me di cuenta que podía encontrar un tipo de canciones y letras que le van más a eso. La verdad es que esto es lo único que tengo en la cabeza a la hora de hacer un disco. No suelo tener una idea de por dónde puede ir el tema de las letras. Eso es una cuestión que no tengo clara, pero sí que, para este disco, la base quería hacerla de esa manera. También sé que el próximo disco va a ser totalmente lo contrario. Creo que ya son muchos discos intentando sonar en plan acústico, y la vuelta a los sintes también me está atrayendo mucho. Sin embargo, en cuestión de letras no sé por dónde va a ir. En Amor y Ruido me di cuenta cuando ya tenía tres o cuatro letras y vi que eran muy de amor y sus consecuencias.

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«Tierra post-apocalítica»: single para el recuerdo.

En tus letras siempre utilizas la ciencia ficción como una especia de tapadera para poder lanzarte a la crítica, como ya has hecho en varias ocasiones. Aparte de este punto, hay canciones de Amor y Ruido como “Reality en la casa encantada” que es una joya mediante la que conectas con “Flora Rostrobruno” mediante tu amor por Vainica Doble. También, me parece que reivindicas ese humor que se ha perdido en el pop en general, siempre tendente hacia la rama más transcendental, y donde hay más pose que otra cosa.

Cuando veo que un artista o cantante se lo toma todo muy en serio y que quiere ir muy de transcendental, no puedo reprimir una risa, porque eso es imposible. Intento que la música que hago tenga ese toque humorístico. Creo que la va a tener siempre porque si no parece que te crees mucho algo. Cuando es así, lo que únicamente haces es el ridículo. Para mí, ese deje humorístico es muy importante; lo seguiré conservando por muy serias que sean las cosas de la que esté hablando. El exceso de seriedad siempre tiende a convertirse en algo risible.

Retomando “Reality en la casa encantada”, ¿hubo algo en particular que te inspirara para esta canción?

Tengo temas muy recurrentes, y en esta ocasión se refiere al  del pobre incauto que, creyéndose más de lo que es, se mete un sitio donde lo que directamente hacen es comérselo vivo. Se trata de eso, de una pobre persona que se mete en algo pensando que lo va a poder superar, pero la realidad se lo cepillan.

En Amor y Ruido también hay una canción como “Amor romántico” que, personalmente, a mí me ha llegado mucho. Utilizas la figura del vampiro para humanizar al monstruo de la pantalla, y que no es otra que la visión de un viejo de cuatrocientos años. Me parece una metáfora tremenda.

Sí, es como la rebelión de “lo viejo”. Esa persona se da cuenta de que los vampiros ya no dan miedo, las cosas se han descafeinado. Los vampiros tenían que ser monstruos terribles, y se han acabado convirtiendo en ídolos de quinceañeras.

En ese sentido, hay un momento de la canción en la que él no quiere beber “sangre enlatada” ¿Es una especie de guiño a la serie True Blood?

Sí, también hay otros libros y relatos que han hablado de la sangre enlatada, pero sí, evidentemente, es un guiño.

Siempre has utilizado registros muy denostados dentro del mundo pop. Creo que en este LP lo haces más que nunca: el vals, el pasodoble, el tango. Yo lo veo como una reivindicación.

Sí, esto ya viene de lejos. Por ejemplo, en el disco Inteligencia Artificial (Spicnic, 2003)ya se tocaba un poco lo que era la música folclórica o tradicional. Vamos, lo que podría ser en mi cabeza la música mediterránea. Desde siempre, he tenido siempre una veta más verbenera. Además, lo que si notaba es que el enfoque más acústico me daba pie a utilizar este tipo de músicas y estilos que no son tan comunes y que a mí me han gustado siempre: la música francesa, italiana, mediterránea. Músicas que se adecuaban mejor al perfil acústico. Y a quien no le guste el pasodoble, pues… (risas)

Sí, por ejemplo hay una canción como “El tres” en la que, incluso, hay un poco de todo esto.

Sí, esa sí es la que es la más experimental del disco (risas). Ahí meto de todo. Me hacía mucha gracia; de vez cuando, tienes que hacer travesuras.

Además del tema del amor, sigues mostrando un descontento que ya se advertía con máyor fuerza en Materia Oscura. Para Amor y Ruido, estas intenciones se advierten en temas como como “Si no fuera por ti”, “El imperio nunca dejó de existir”, “Los muertos vivientes”.

Sí, lo que hay es una especie de reflejo de los últimos años que estamos viviendo, que están siendo un poco duros para todos y que, para un sector más pobre, son más duros todavía. Lo que pasa es que yo no soy un escritor de letras panfletario; para mí es imposible.

Creo que un disco es fruto de la época en la que se hace, por muy atemporal que pueda ser. Hay algunas cosas como “Los muertos vivientes” que, por ejemplo, puede ser la tercera temporada de Walking Dead pero también puede ser un aviso sobre idea e ideologías que ya creíamos enterradas y que reaparecen como muertos vivientes que van a por ti, que se lanzan a tu yugular.

¿Ya hay algo que tengas pensado para tu próximo paso discográfico?

No sé cuándo podré sacar otro disco pero aún estoy en una fase en la que no tengo todavía la ruta. De lo que sí me he dado cuenta es que, al pasar para el directo  las canciones de este discos a los sintes, no podía poner una batería y un contrabajo porque me parecía una estafa. Entonces, lo que hice fue retomar la vertiente electrónica. Somos un grupo con teclados y bases electrónicas; al hacer las versiones de estas canciones para el directo – que son muy tecno, con cajas de ritmo -, le he vuelto a coger las ganas. Ya llevo tres o cuatro discos cada vez más acústicos y creo que ya es hora de volver.