Películas, libros y Go-Betweens (I)

Año 1976, el punk ha prendido la mecha definitivamente. La onda expansiva de los Sex Pistols no se ha hecho esperar. The Leftovers, The Survivors y, sobre todo, The Saints han delimitado las preferencias musicales de ese año en la ciudad australiana de Brisbane, la misma de los Bee Gees. Éste es el entorno en el que comienzan a despertarse las propensiones creativas de Robert Forster, uno de los tantos jóvenes encerrados en una ciudad cuya mayor motivación era poder escapar de ella a toda costa.

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Robert Forster: “No creo que realmente sepas en qué ciudad estás, y no creo que juegue un papel demasiado importante, hasta que te acercas a los 17 o 18 años. La escuela ocupa una gran cantidad de tiempo. No es como tener 12 años. Estás fuera en los clubes y estás descubriendo la ciudad por fuera. La mayoría del tiempo se mueve entre la escolaridad, los fines de semana haciendo deporte o visitando a la familia. Te encuentras en un túnel hasta que estás cerca de los 17 y, de repente, sales. Eso es lo que fue para mí. Cuando tenía 17 o 18 años, era como, “oh, Dios mío, estoy en Brisbane”. Esa fue la primera vez que me di totalmente cuenta de esto”.

“Así que hasta los 17 o 18 fue muy agradable. Verde, soleado, fácil. Me di cuenta de que no estaba en París. No estaba en Ciudad de México. No estaba en un pueblo. Me di cuenta de que estaba en una ciudad, pero mi opinión sobre la ciudad era mejor de que si hubiera estado en Sídney o Melbourne. Todo funcionaba bien”.

Sin embargo, Brisbane estaba viviendo una época dura de represión. La adopción de la actitud punk había surgido de forma natural, como el hip-hop en los guetos de Nueva York o el post-punk en Manchester. El terreno condiciona las motivaciones. Brisbane era la hermana pequeña de Sídney, ésa que siempre le está tirando de los pelos. Situada al norte de la gran capital australiana, Brisbane tiene el molde de las grandes ciudades australianas: ríos, grandes zonas verdes dentro de la misma ciudad, edificios del siglo XIX. Brisbane es como una versión a escala menor de Berlín, si no hubiera existido la II Guerra Mundial. La naturaleza en el corazón de la metrópolis, una telaraña de calma.

Desde la entrada del rock & roll en los años ’50, Brisbane había sido una ciudad perfectamente estructurada por el primer ministro del estado de Queensland, Joh Bjelke-Petersen, que desde 1968 a 1987 impuso su receta férrea de “ley y orden”, perfectamente dispuesta sobre una red de vías de escape modeladas para la juventud, adecuadas en su función de adormilamiento neuronal. Maquillaje para las ideas, entre los ’60 y ’70 los grandes referentes de la ciudad de Brisbane eran la radio pro sixtie 4BC, una red de discotecas, con the Sound Machine como gran epicentro, y el magazine Go-Set.

Sin embargo, Brisbane era una ciudad regida por una fuerte represión. En pleno 1977, te podían arrestar si bebías siendo menor de edad y también por decir palabras malsonantes…

Por inercia, la represión siempre suele derivar en una respuesta contestataria. Y Brisbane iba a seguir esta tradición. El ser una ciudad universitaria la ayudó a armarse con mayor fuerza de propósito.

Robert Forster: “Fue una época revolucionaria. Era como un campus estadounidense. Era como Berkeley en los años ‘60, algo muy caliente políticamente. Las personas estaban caminando en traje de faena; había una corriente muy fuerte de marxismo / leninismo / socialismo, un gran movimiento anarquista que estaba muy arraigado en el mundo académico. […]”

“Había una amplia percepción en la Universidad de que [el gobierno] estaba corrupto. Se sabía. Pero yo no me dirigí por un camino político. No estaba cómodo en ello y no era lo mío, aunque yo me encontraba en un ambiente muy politizado y despreciaba al gobierno tanto como cualquier otra persona”.

Robert Forster: “En aquella época, Brisbane, se le conoce por ser como la América Profunda del Sur. Casi lo podía sentir, porque estaba en un ambiente que era muy a lo campesino sureño, además de ser muy conservador”.

Uno de los focos más tenaces en la promulgación de un arremeter contra la legislación vigente fue 4ZZZ, el canal de radio anarquista. Una de los objetivos de 4ZZZ era atacar todo indicio de rock progresivo, que se había instalado en Brisbane como la gran nueva moda de los primeros ’70. Una de las colaboradoras de 4ZZZ era Lindy Morrison, que formaba parte del programa feminista “Through The Looking Glass”.

Lindy Morrison: “Sólo quería salir de Australia. Había una fuerza policial de control particularmente conservadora”.

De aquella, Morrison era parte activa de la nueva escena punk que estaba emergiendo en Brisbane, aunque de una forma algo peculiar. De hecho, en cuanto a dirección musical, entre 1976 y 1978, ella se encontraba bastante desnortada. La razón, ser parte de una banda como Shrew.

Lindy Morrison: “Éramos una banda acústica de chicas, con saxofón, clarinete, contrabajo, batería, piano y una cantante. Hacíamos versiones de canciones como ‘In The Mood’, ‘Chattanooga Choo Choo’, canciones pop de los cuarenta. Éramos una banda de mujeres políticas”.

Lindy Morrison: “Shrew reventó en 1978. Yo vivía en una casa con unos chicos. Un día me dijeron: ‘¿Qué coño haces tocando instrumentos acústicos?’. Podía oír a los Sex Pistols y The Slits y the Gang of Four. Podía escuchar a los chicos baterías demostrando sus habilidades, y los chicos estaban todavía años por delante de mí en cuanto a habilidades. Así que comencé a preguntar por la ciudad quién querría tocar conmigo”.

“Yo había pensado que el rock & roll jamás tendría algo de importancia para mí, por culpa de todo lo que había oído a comienzos de los ‘70. Entonces oí aquellas cosas. No me lo podía creer. Eso fue todo. […] Canciones como ‘Typical Girls’ de las Slits… Era en todo lo que yo pensaba entonces. ‘Anarchy In The UK’, ‘Blank Generation’.  Yo estaba muy jodidamente perdida hasta que encontré mi dirección, cuando que me enteré de estas cosas”.

Mientras Morrison iba perfilando su senda, Forster comenzaba el proceso natural del joven-que-acaba-el-colegio-y-quiere-montar-un-grupo-de-música.

Robert Forster: “La música entró en mi vida a través de ir escuchando poco a poco la radio y empezar a tener mis primeros discos. Luego aprendí a tocar la guitarra cuando tenía alrededor de 15 años”.

Pero antes de partir a la Universidad de Queensland, Forster inició su idilio con la liturgia pop. En 1975 ya había formado su primera banda, The Mosquitoes. En esta empresa embrionaria, su compañero de escuela Stephen Hollingsworth, un enamorado de los Doors, cumplía las funciones de mano derecha de Forster, que ya había pasado de la acústica a comprarse su primera guitarra eléctrica, además del correspondiente amplificador.

Pero The Mosquitoes no era algo que se pudiera considerar aún como una “banda”. Esta denominación tiene más lógica en cuanto a llegamos a finales de aquel mismo 1975, cuando Forster forma The Godots.

Robert Forster: “Recuerdo pasar veintiún sábados por la noche consecutivos en casa. Ése fue mi récord. Mis padres salían más que yo… Yo sabía que para romper las cadenas tenía que subirme al escenario. Yo formaba parte de una banda de versiones llamada The Godots, cuyo repertorio iba de Los Beatles al ‘Shake Your Booty’ de KC & The Sunshine Band”.

Como tripulante de esta nave primeriza, se encontraba un compañero de escuela, Malcolm Kelly, que realmente sabía tocar el bajo. Luego, llegó el batería.

The Godots era una banda de versiones. Los Doors eran la base, pero el perfil era completamente pop. Y en aquellos tiempos, ser una banda pop en Brisbane sólo podía significar una cosa: ir a contracorriente. La dicotomía Led Zeppelin-Black Sabbath era la norma.

Robert Forster: “Estamos hablando de 1975 a 1976 en Brisbane. Yo estaba tratando  otras áreas, tratando de expresarme, y estas avenidas me bloqueaban por todas partes. Me estaba empezando a preocupar. Escribir canciones, bueno, obviamente, se me ocurrió, pero yo realmente caí allí, no fue premeditando. Suena tan increíble que ahora parece demasiado obvio. Yo estaba en una banda y estábamos haciendo principalmente versiones. Sólo tocamos en tres ocasiones. Esto fue sobre el ’76 -‘77, y luego empecé a escribir canciones. Estos guitarristas de mierda venían y me decían: ‘¿Has escrito alguna canción?’. Ellos estaban haciendo todo este tipo de cosas a lo Jimmy Page. De esa forma, las canciones serían una mierda”.

“Entonces ellos decían: ‘Robert tiene algunas canciones’, y tocaríamos una de los mías, y la gente se iría. ¡Eso habría sido realmente genial! Entonces era obvio que yo no tenía que seguir el perfil del súper músico, que mi forma de tocar era lo suficientemente buena, que podía escribir canciones. […] En esa misma época, yo tenía una cámara de cine y estaba tratando de escribir algo más allá de las canciones, pero fue algo que simplemente se derrumbó, y la composición de canciones llegó en su lugar”.

Una de esas canciones fue ‘Karen’.

Robert Forster: “Para mí, fue un descubrimiento escuchar a Jonathan Richman y The Modern Lovers, y, hasta cierto punto, a Lou Reed. […] También a David Byrne de Talking Heads, que te mostraba que no había necesidad de escribir sobre ese exótico tema de los 60’. Se puede escribir sobre la calle, tu familia. Se podía escribir sobre el hecho de que no has vivido una vida emocionante. Podías escribir sobre el día a día, algo que la gente en los años 60 realmente no había hecho. La gente en los años 60 estaban escribiendo acerca de un mundo fantástico, un mundo en explosión. Bowie estaba escribiendo ‘Ziggy Stardust’ y ese tipo de cosas, así que cuando caes en la idea de que yo no tenía que escribir ‘Ziggy Stardust’,  no tenía que escribir ‘Blowin’ In The Wind’, resulta ser un gran salto cuando tienes 19. Podría escribir sobre ‘Karen’, que iba acerca de estar en una biblioteca de la Universidad de Queensland. Cuando hice ese salto -a través de Jonathan Richman, además de David Byrne-, fue un gran salto. Fue entonces cuando empecé a escribir canciones”.

 Tal como explica Forster, la estela de Jonathan Richman sobrevuela entre cada uno de los acordes de ‘Karen’. Aunque lo realmente significativo era el tema escogido como letra de la canción.

Robert Forster: “Aquí es donde la invención comienza a brotar. [Karen] no es ninguna persona en particular. No hay nadie llamado Karen; eso es algo que yo tenía que maquillar. Pero cuando estaba escribiendo esto, yo estaba yendo a la Universidad de Queensland, y, obviamente, estaba pasando mucho tiempo en la biblioteca. Me di cuenta de la forma en que estas mujeres estaban allí y su relación entre ellas -estaban detrás del mostrador- y cómo ayudaban a la gente. Me parecía una cosa noble para mí. Es por eso que me recuerda a las monjas o la iglesia. Había algo allí que simplemente me llamó la atención, me agarró y encontró su camino en esa canción”.