Robert Forster: «Danger In The Past» (Beggars Banquet, 1990)

Robert Forster.png2Danger In The Past (Beggars Banquet, 1990) es el sensacional debut en solitario, de Robert Forster, el que fuera alma gemela del malogrado Grant Mclenann en los imprescindibles The Go-betweens: la única banda que en su momento era capaz de mirar de tú a tú a The Smiths en eso de gestar haces de pop milagroso.

Cansado de intentar subir escalafones de reconocimiento con la banda madre, esta irrepetible banda australiana se partirá en dos, con los dos cabecillas emprendiendo caminos separados, pero siempre revoloteando sobre la semilla de pop alimentado por nutritivas, y medidas, pinceladas de post-punk, country, folk y pop barroco.

 Para su primer asalto en solitario, el gran Robert se quita la presión por conseguir el éxito, a la que se vio sometido junto a los Go-Betweens, y se nota. Como resultado, el alma folk que siempre ha anidado en su interior le llevará a escaparse hacia terrenos más acústicos de los habituales. Tirando de este hilo, lo podremos disfrutar, en la mitad de los temas, dando rienda suelta a efluvios de verdadera liturgia dylaniana. Siguiendo este sendero, Robert cimenta sinceros pináculos de emoción, como en la titular del disco. En el resto de este desértico viaje en pontiac, el australiano conjuga intimismo y arrojo melódico con la naturalidad del guionista que tiene la película grabada en la cabeza antes de ponerse a escribirla. Con la maleta repleta de recursos, Robert reinventa su tono eléctrico, recordando en las formas a Before Hollywood (Stunn, 1983) de los aussies en ‘Heart Out To Tender’ y ‘Dear black dream’, pero desde una posición, casi jazz, más suelta que nunca; como si inventara los puentes sobre la marcha. mientras van fluyendo  piezas de gran calado emocional. Ahí está el pop acústico de la preciosa ‘The River People’ o esa ‘Baby Stones’, llena de delicadeza, mesura e imbuida por el espíritu pop del Blonde On Blonde (Columbia, 1966) de Bob Dylan. Precisamente, con este corte empieza esta sabia celebración de unas raíces americanas que, con el paso del tiempo, se hará más y más y presente en el cancionero de Forster. Fuente aderezada con mucha elegancia, Forster sabe lo que se hace para transcender, firmando un libro de estilo absolutamente personal. Para ello, inserta en el cuerpo acústico calambrazos anestesiados, provenientes de su propio perfil más post-punk, desarrollado durante sus comienzos. Como guinda, todo el álbum siempre está guiado por ese tono de voz tan australiano, mediante el que insufla de poder las palabras, a veces, cantadas y, otras tantas, mascadas a fuego lento; con ese deje tan característico de la escuela compuesta por los Cave, McCombs -The Triffids- y compañía.

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Elegancia, raíces e inquietud.

 Un primer, y aún no superado, primer trabajo, Danger In The Past destila toda la calma desde la que se cocinó. Alta escuela ejecutada por un artista en la máxima plenitud de sus facultades, pero trabajando sin presiones. El resultado: una obra realmente atemporal que te va atrapando irremediablemente cuando más veces se escucha.

 Qué más se puede decir de uno de los grandes del pop de últimos 30 años. Pues que este es su mejor disco en solitario y que para volver a disfrutar del mejor Forster habría que esperar una década por medio de una de las resurrecciones más esplendorosas de la década pasada. ¿Sabéis de lo que hablo? Pues si no, próximamente ahondaremos en este fascinante suceso.