Señorito Boadella

Sinceramente, es ridículo que hombres como usted hagan perder el tiempo a mujeres como yo.

Tengo tantas ganas de responder a su carta como un negro a estrecharle la mano a un racista. Sin embargo, por esta vez perderé mi tiempo y le contestaré.

Su carta en respuesta a la enviada por la Asociación Clásicas y Modernas era injuriosa[1]. Tachaba a este colectivo de espías, cuando ellas estaban demandando transparencia y el cumplimiento de una ley, la de igualdad entre mujeres y hombres. En su caso, al ser director de un teatro público no cabría esperar menos. Por si esto no fuera suficiente, se dirigía a ellas sirviéndose de un apelativo burlón, «caballeras«, con un tono despectivo, al más puro estilo machista de toda la vida.

Del mismo modo que yo, una mujer, no debía estar respondiendo a su carta, tampoco debería situarme a su altura, pero ya que estoy perdiendo mi tiempo, también puedo perder mis modales. A partir de este momento, me dirigiré a usted con un apelativo análogo al suyo: señorito. Ahora bien, con fundamento, ya que usted maneja el lenguaje de aquellos que lo han adoptado, los señoritos del poder  -¿no había escrito y dirigido en el pasado usted algunas obras contra el poder? ¿O acaso sueño?-.

Señorito:

Si usted quiere seguir negando la evidencia y afirmar que en este país no existe la discriminación de las mujeres en las artes escénicas, yo le rebato echándome a reír. Y más cuando su argumento es equiparar la igualdad del teatro con el folleteo en el teatro.

Su carta era pusilánime. Carecía de argumentos e insultaba a la inteligencia. Sus ejemplos eran simplones y usted, señorito, ni siquiera lo advertía. Por ejemplo:

«Digo jubilosamente en referencia al público pues a partir de la sagrada alianza con la igualdad, este podrá asistir jocoso a unas originales representaciones como consecuencia del modelo estipulado. Es posible que Tartufa, Edipa, Otela, La tía Vania, La venganza de Doña Menda o La Perra del Hortelano, se conviertan en los nuevos éxitos de la cartelera fomentados por el cumplimiento del acuerdo»[2].

¡Sus palabras no hacen más que constatar que la autoría de mujeres ha brillado por su ausencia a lo largo de la historia del teatro! ¿Y eso por qué? Quizá sería necesario preguntarse quién o quiénes las han estado apartando, prohibiendo, ocultando.

Me recordó su carta, señorito, a un artículo de un colega suyo, Javier Marías, en el que abordaba y replicaba las críticas de las feministas al lenguaje sexista de la Real Academia Española:

«Es absurdo, además de dictatorial, que diferentes grupos -sean feministas, regionales o étnicos- pretendan, o incluso exijan, que la RAE incorpore tal o cual palabra de su gusto, suprima del Diccionario aquella otra de su desagrado, o «consagre» el uso de cualquier disparate o burrada que les sean gratos a dichos grupos `(…) No insistiré hoy sobre las pretensiones de acabar con el «lenguaje sexista». (…) En cuanto a «cancillera», «bedela», «ujiera» y otras aes innecesarias, ya que la terminación en «-er» o en «-el» rara vez indica género masculino ni femenino, a este paso se acabará exigiendo que no se diga «mujer», sino «mujera»»[3].

Realmente es hermoso ver cómo el rey se pasea desnudo y se expone a que todo el mundo lo vea tal cual es. Ni siquiera se da cuenta de su vergüenza. Otras, otros -que también los hay-, sí se percatan. El señorito es un misógino.

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Foto original: © Raimond Spekking / CC BY-SA 4.0 (via Wikimedia Commons)

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Textos a los que se hace referencia:

«Carta Temática de Igualdad» enviada por «Clásicas y Modernas» a los Teatros del Canal:

https://docs.google.com/document/d/16Q4OxCuU_kcVufiVbcqftckYP1S_wPtpN4Zb_LjpZv4/edit

Respuesta a «Clásicas y Modernas» escrita por Albert Boadella:

http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/elmundopordentro/2016/05/11/boadella-responde-a-las-caballeras.html

Artículo de Javier Marías «No esperen por las mujeres»: http://elpais.com/diario/2008/05/11/eps/1210487217_850215.html



[1] Recientemente la Asociación Clásicas y Modernas envió una misiva a distintos promotores de las artes escénicas con el fin de que se comprometiesen a alcanzar la igualdad profesional de mujeres y hombres en este ámbito.

[2] http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/elmundopordentro/2016/05/11/boadella-responde-a-las-caballeras.html

[3] Marías, Javier: «No esperen por las mujeres», El Dominical de El País, 11 de mayo de 2008.

6 comentarios en «Señorito Boadella»

  1. Este tipo de individuos no hacen sino prorrogar actitudes machistas, y llenas de soberbia, que muchos creían ya pasadas y superadas… Gracias, Carmen, por desenmascarar a este “señorito” y dejar sus carnes al fresco.

  2. Gracias Carmen por dedicar tu valioso tiempo a escribir esta carta necesaria al señor. Boadella. No debemos quedarnos calladas «nunca más».

  3. ya era hora de que al que en su día se decía ácrata a sí mismo se le haya caído todo la gracia al venderse al poder. Y el poder ya se sabe es muy machista. Gracias Carmen por tus críticas siempre acertadas.

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