Espeleólogos del pop: Talk Talk, superándose a sí mismos

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Buscando el color de la primavera

Muy a su pesar, Talk Talk representan la esencia más genuina de los 80, aunque su carrera fue un constante desafío por huir de las etiquetas. Resulta complicado en la inmensa e inabarcable historia del pop, tanto en sus vertientes más comerciales como en las más complejas, localizar ejemplos tan palpables como el de los ingleses Talk Talk, en el que se consigue una evolución constante en lo estilístico y una búsqueda permanente de la perfección, logrando superarse a sí mismos álbum tras álbum.

A lo largo de una década de existencia, entre los años 1981 y 1991, la banda fundada en Londres por Mark Hollis, con la aportación de Paul Webb al bajo, Simon Brenner a los teclados y Lee Harris a la batería, ofrecieron al mundo 5 discos con aportaciones básicas al universo de la música popular de los últimos 35 años.

La apuesta comienza en el año 1982 con The Party’s Over, con claros guiños a la New Wave y al Synth Pop imperantes en la época, pero ya marcando ciertas distancias con sus coetáneos en cuanto a densidad lírica e instrumental, todo presidido por la hipnótica voz del jefe de operaciones: Mark Hollis, que sin duda merecería llenar muchas más páginas de la historia del pop rock. Las distancias ya empiezan a estar marcadas respecto a los Duran Duran y Spandau Ballet de la época, pero lo mejor aún estaba por llegar.

Y en 1984 llega It’s my life, en donde probablemente se reconozcan gran parte de los  hits de su carrera, como ‘Dum Dum Girl’, ‘Such a Shame’, y uno de los temas más reconocibles y más oídos de los 80, que ya es decir: ‘It’s my life’, joya atemporal cruelmente masacrada por los inefables No Doubt. Brenner había abandonado la formación y era sustituido a los efectos por Tim Friese-Greene. Todo suena más redondo, más elaborado, más personal y, por supuesto, más distanciado del pop más comercial de la época, aunque todavía siguen siendo un grupo apto para prácticamente todos los públicos. Quizá una evocación contextual que sirva como punto de partida pueda ser la de unos maduros Roxy Music. No obstante, Hollis no es Ferry (para bien y para mal, claro). Pese a esto, el álbum resultó mucho más exitoso en mercados centroeuropeos que en el propio Reino Unido.

No se me ocurre mejor símil para identificar la obra de este magnífico grupo, que un puerto de categoría especial en el Tour de Francia. Nos encontramos en 1986, año de la publicación de su tercer LP The Colour of the Spring, momento en el que se empieza a hacer la selección de los elegidos para la gloria en la cumbre. Y en este álbum, los londinenses comienzan con el demarraje para alcanzar la élite del universo pop.

Empiezan las contradicciones. Por un lado supone el  fin de su primera época, más basada en los sintetizadores, y aparecen múltiples músicos de estudio, secciones de viento y percusión por doquier. Por otro, supone la culminación de la que sin duda es su época más comercial. En la balanza, por un lado chispazos pop como ‘Happiness is Easy’ ,’Living in another world’ o ‘Give It Up’, y en la otra parte, los dos temas que lo cierran: ‘Chameleon Day’ y ‘Time It’s Time’, que suponen una declaración de intenciones acerca de los derroteros que tomaría en adelante la banda. Asimismo hubo tiempo para que por fin fuesen profetas en su tierra, y alcanzasen por primera vez el top10 de álbumes más vendidos en UK, y para que la banda actuase en un lugar tan a priori insólito como el Festival de Jazz de Montreux.

Y llegamos al momento clave: 1988, año de publicación de The Spirit of Eden. Punto y aparte absoluto en la carrera del grupo. Obra maestra, personal y catártica, con la imperante presencia de numerosas capas de instrumentos de viento y cuerda que lo dotan de una atmósfera única.  Imposible de ceñir a etiquetas y estilos concretos, aparcando por completo todo su pasado. Se trata más bien de una obra conceptual de algo más de 40 minutos repartida en 6 piezas, en la que Mark Hollis y Tim Friese-Greene dispusieron de total libertad creativa por parte de la discográfica EMI. Grabado en una iglesia abandonada de Suffolk (Inglaterra), supuso un total éxito de crítica especializada, que no dudaron en poner por las nubes el trabajo de la banda, y a la vez un auténtico chasco para la discográfica, incapaz de abarcar por ningún lado las posibilidades comerciales del álbum. Por si fuera poco, la banda se negó a realizar una gira de presentación, debido en parte a la complejidad de los temas para ser ejecutados en directo. Esto supuso el principio del fin de la unión de ambas partes, y la rescisión del contrato con la popular discográfica, previo paso por los juzgados, que dieron la razón a la banda. La EMI como colofón, se sacó de la manga un single de la obra ‘I believe in you’, nada que ver con lo imperante en las listas de entonces, desde luego.

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También sabían sonreir

Cuando parecía que era imposible dar un nuevo giro de tuerca, en 1991 publican ya para Polydor, el que sería su último disco en estudio: Laughing Stock, el que supuso para muchos la cumbre de su obra creativa. De nuevo un disco complejo, donde toman mayor protagonismo las percusiones y las guitarras eléctricas. Supone en parte, una continuación evolutiva del Spirit of Eden (el estilo de ambas portadas los delatan), y de nuevo se genera una atmosfera intensa y preciosista dentro de su complejo universo personal. Densidad, complejidad, ausencia de cadencias melódicas, caracterizan a una nueva obra de arte imperecedera y difícil a partes iguales, y que supone el broche a una carrera de 11 años intensa, y siempre en constante evolución.

 

Discografía Básica.

1982 The Party’s Over EMI
  1984 It’s My Life EMI
  1986 The Colour of Spring EMI
  1988 Spirit of Eden EMI
  1991 Laughing Stock Polydor