Esclarecidos: «Esclarecidos 2»

01293812093801293813Esclarecidos 2 es una de las obras de referencia de la música española. Grabado entre la primavera y el otoño de 1985, estamos ante un álbum inconmensurable de principio a fin que da muestras de una máquina perfectamente engrasada en la que mucho tiene que ver la poliédrica perspectiva musical sobre la que giran los diferentes componentes del grupo. Sobre esta suma de factores divergentes que encajaban casi sin querer, Alfonso Pérez, batería y letrista de la formación, diría en una ocasión: “Influye en el sonido que Esclarecidos es una especie de amalgama extraña. Fernando es un señor que el último disco que se debió comprar era el de The Mamas and The Papas. Coyan es un tipo que escucha una rumba y se pone a bailar como un negro, porque el cuerpo se lo pide. Nacho es un alucinado del jazz y yo soy un fanático de los discos y me siento más crítico que músico.”[1] Si esta disparatada variedad, que iba mucho más allá del pop, era uno de los grandes valores más reconocibles del sonido de Esclarecidos, lo que ya lo elevaba en discos tan magistrales como el que nos ocupa, provenía de la voz de Cristina Lliso. Un oasis en el desierto, las palabras en su voz se mecían o propulsaban con la naturalidad del que lo hace sin ningún tipo de esfuerzo aparente. Bajo este contexto, “Esclarecidos 2” sale ganando por un encanto en el que se conjugan sus gustos con abrumadora determinación por medio del jazz – “En plan velas” -; la salsa – “El dormía en un fotomatón” -; hits de pop incontestables – “Los pies frios” y “Pipeline” -; pop-funk sofisticado – “Milu” -; la canción-homenaje definitiva – “Miles, Miles, Miles” – y la balada majestuosa – “Arponera” -. Inmaculada demostración de estampas insufladas de poderosa vitalidad, maravillas como “Arponera” y “Miles, Miles, Miles” se agrandan más todavía gracias las letras de Alfonso Pérez, sin duda, otro de los puntos fuertes del grupo.

 Fastuosa síntesis a la hora de escribir, la habilidad por dotar de magia el costumbrismo que brota de la cabeza de Alfonso es la que, junto a la de Carlos Berlanga, José María Cano y Antonio Galván – Parade -, más se asemeja al estilo inconfundible de Carmen Santonja. De esta manera, una simple frase de “Arponera” como “Arponera, yo quiero ser arponera y pescar tus sentimientos” lleva encerrada en sí misma todo la esencia de la canción. Escribiendo con mira telescópica, al igual que Carmen Santonja, su pericia escogiendo siempre la palabra exacta para poder  describir a cada personaje o situación, son dignas de estudio.

 Como mejor ejemplo de este habilidad, cerramos la recomendación, a corazón abierto de esta obra reveladora de la mejor forma posible: mediante el retrato tan certero y emocionante de “Miles, Miles, Miles”; por cierto, otro guiño al jazz por medio de un sentido homenaje a Miles Davis:

“Balanceando la trompeta

y sin mover los pies

esa chulería indecente

esa forma de mirar

es el dueño del silencio

ya no sé ni que pensar”



[1] Surio, Ramón: entrevista a Esclarecidos; Rockdelux 31, junio de 1987, pag 56