Inspiradora del “Afinador de cítaras”, colaboradora en las “Fábulas” y el nexo que les abrió a un mundo de nuevo de artistas claves durante los años ’50 y ’60, Elena Santonja fue mucho más que la hermanísima carnal y de sueños de Carmen y una gran amiga para Gloria. Inspiradora y movida por una vitalidad contagiosa, a través de sus palabras nos podemos hacer una idea de lo que debía ser el poder tener la inmensa fortuna de recibir de primera mano la magia que irradiaba el don con el que habían nacido sus queridísimas Gloria y Carmen.
Gloria vivió con vosotras desde la adolescencia ¿Cómo era vuestra convivencia?
Muy Buena. Casi todos pertenecíamos a la Escuela de Bellas Artes, que entonces estaba en Alcalá. Vivíamos en el barrio Salamanca. Ella vivía con su madre y su hermano, Alberto Lorca, que era un maravilloso bailarín, que trabajaba en la compañía de Pilar López. Estábamos todo el día juntas.
Que significaba para ellas Vainica Doble, una forma de subsistencia, un sueño de estrellas del ´rock?
Si se lo hubiesen tomado como subsistencia serían millonarias. Pones un programa musical de televisión, en recuerdo de los años ’70, y nunca aparecen ellas. Carmen y Gloria querían hacer música. Hacer discos, pero no salir jamás en las portadas. Estaban adelantadísimas.
Tengo entendido que durante los años ’50 y ’60 introdujiste a Carmen y Gloria en un círculo de amistades de los que saldría gran parte de la gente que coincidirán con ellas en sus futuros pasos ¿Quiénes fueron los que más le influyeron?
Este grupo se reunía en el estudio de mi padre, Eduardo Santonja. Era un grupo del que, por ejemplo, Alfonso Sánchez, que era un periodista del ABC, solía escribir “En el estudio de Eduardo Santonja, aparte de sus preciosas hijas, se reúnen Fernando Fernán Gómez, María Asquerino, Alberto Closas, Amparo Baró, Jose Luís Pradera, Oscar de la Renta…”
Casi todo el mundo tenía muy buen oído, como un endocrinólogo de Berna, que más que médico tocaba la guitarra, y el pintor Ramiro Tapia. Allí hacíamos unas representaciones que nos inventábamos en las que cantábamos y hacíamos coros. Incluso, Luis Escobar nos quiso contratar para dar dar una función en el Eslava. Éramos variopintos. Entre otras cosas, hacíamos los escaparates en la librería “Aguilar”, en la calle Goya. Cuando ya nos interesamos por la música, éramos mayorcísimas.
También teníais muy buena relación con Chus Lampreave.
Sí, también pintaba con nosotras, era una pintora magnífica. Es maravillosa.
Sin Jaime de Armiñán, Vainica Doble posiblemente nunca hubieran tenido oportunidades de salir adelante. Básico su trabajo en “Las doce caras de Eva” y “Fábulas” ¿Cómo entra Jaime en Televisión?
El empezó como autor teatral, pero enseguida llegó la Televisión española, y yo entré en ella, e inmediatamente Jaime. El Director que era amigo íntimo de Berlanga, me dijo:“los guiones los escribes tú misma.” A esto, yo puse cara de guasa y le respondí, no, los escribe Jaime. Así entró en la Televisión.
Entre todas sus facetas, como autor teatral, Novelista, director de cine y guionista ¿En cuál se sentía Jaime más cómodo?
Escribiendo guiones con gente como José Luis Borau, y haciendo luego él la película. Luego, en la Televisión también se sentía muy cómodo. Allí estaban los mejores. En todos los programas que hizo, “El Hombre y su Mundo”, “Fábulas”, “Las Doce Caras de Juan”, “Las Doce Caras de Eva”. Él luchaba contra la censura. Tenía que hacer pasar sus guiones muy disimuladamente.
En una ocasión un crítico experto de arte dijo que si Carmen se lo propusiera podría ser la pintora más importante de Europa ¿Alguna vez se tomó en serio estas palabras?
Eso lo dijo Ramón Faraldo. Realmente, nunca se las tomó en serio.
Carmen siempre ha sido más famosa que Gloria por su obra pictórica, ¿Cómo valoras la obra de Gloria?
Gloria era maravillosa dibujando. Se sabía muy bien el oficio de pintura. Pintó muy tarde porque de joven no le dio tiempo. Hacía ilustraciones para niños y haría el de Jaime para una colección en la que él trabajaba. Ella y todos nosotros éramos amigos de Mingote, que era mayor que nosotras, iba vestido de militar y lo conocimos cuando un domingo por la tarde vino vestido de militar a llevar sus carpetas de dibujos a la revista “Chicas”, en la que yo colaboraba. En esta revista, los primeros dibujos que se empezaron a ver fueron suyos. Se quedaba con nosotros y cantábamos. Se lo pasaba muy bien.
Hay un fuerte componente cinematográfico en las canciones de Vainica Doble. Un poso Azconiano y neorrealista ¿Qué tipo de cine les influía a ellas?
Mi hermana era más cinéfila que Gloria. Desde muy pequeña era muy cinéfila. Como nos hemos criado juntas, éramos muy distintas de carácter pero nos gustaba lo mismo. En el programa “Que grande es el cine” nos llamaban las “hermanas superford”. Ford era una pasión. También le gustaba Orson Welles y Kubrick.
En una ocasión un crítico de El País relacionó los cuentos infantiles de Carmen con Charles Dickens ¿Qué supuso este comentario sobre su obra? ¿Qué literatura le gustaba?
Sí, mi hermana se quedó patidifusa ¡¿Pero cómo me pueden comparar con Dickens?! Nos encantaba la literatura. A Gloria le pasaba igual. Leíamos, leíamos, leíamos. Yo aprendí a los cinco años, pero Carmen a los cuatro. Desde esa edad leíamos a Dickens, Guillermo Brown, “Las mil y una noches”, Julio Verne. Éramos unas lectoras empedernidas. Hay muchas tardes en las que Gloria, Mari Carmen y yo íbamos los domingos a la piscina de la Ciudad Universitaria. Llevábamos nuestros libros y no hacíamos caso de los chicos y chicas que jugaban al baloncesto. Y nos preguntaban: ¿Pero qué leéis? Y nosotras le respondíamos:“El Libro de la Selva”, para aprendérnoslo de memoria.
Sobre el tema de la literatura ¿Quién le influyo más a Carmen, Cervantes o Lorca?
Mucho más Cervantes, la verdad.
Siempre tímidas hacia fuera ¿Eran conscientes de la magnitud de sus discos?
Sí que lo eran, de que eran buenísimas. No les costaba trabajo, era un don. Carlos Berlanga que siempre estaba allí, cuando las escuchaba preguntaba ¿Por qué no soy hijo vuestro? Lo bueno, es que esto nos lo decía por mí y por Carmen.
¿Cómo comenzó vuestra amistad con Carlos Berlanga?
Sus padres, Luis y María Jesús, eran íntimos nuestros. Salíamos muchas noches a cenar un grupo de gente, como escritores y compañeros del taller de teatro. Jaime y yo éramos más jóvenes que Luis y María. Cuando sus hijos, Carlos y Jorge, fueron creciendo, se hicieron íntimos de mí y de Carmen que, siempre salíamos con gente más joven. Luego, ya no salíamos con Luis y María, lo hacíamos con sus hijos. Nos unía todo, la música, la forma de ser, no teníamos nada que ver con la gente de nuestra edad. A Carlos le encantaba estar en nuestro estudio. Vernos. Venía siempre a casa a las cenas que yo hacía en el jardín. Nuestra relación siempre fue maravillosa.
¿Qué canciones de tu hermana y Gloria te han marcado más profundamente?
Yo e Iván Zulueta les cantábamos “Un metro cuadrado” como un bolerazo para hacerlas rabiar, y nos llamaban idiotas. “El metro cuadrado” nos impactó a todos. La tocaron por primera vez en la casa de campo de Jaime Chávarri y su madre en La Mata del Pirón, Segovia. Hay estaban, entre otros, Ramón Gómez Redondo, Manolo Machi y Antonio Gasset. Estábamos todos allí con la chimenea encendida, cuando Carmen y Gloria dijeron que habían compuesto y terminado una que les gustaba mucho. Cantaron “Un metro cuadrado”. Fue como un estremecimiento general. Dijo Antonio Gasset, “después de ésta, ni tomamos nadie una copa, ni se canta otra canción porque tenemos que irnos todos a la cama.”
Aparte de “Un metro cuadrado”, las que más me han gustado siempre son “El eslabón perdido” y “El tigre del Guadarrama”. Las estrellas, los líquenes, los musgos, el aliento del tigre, precisamente, estas dos canciones dan las claves de todo lo que hemos estudiado mi hermana y yo.
En “El tigre del Guadarrama” se palpa esa querencia de Carmen por las ciencias naturales.
Es que las ciencias naturales siempre nos han gustado más que el arte. Lo que pasa, es que por definición teníamos que ser música y pintora. Nosotras estábamos todo el día cogiendo insectos, minerales, fósiles…
¿Qué le dirías a alguien que no conoce Vainica Doble?
Escucha “Un metro cuadrado” y date cuenta de su profundidad, del sistema de la música, lo que quiere decir, del ansia de libertad absoluta, de que nadie te ponga un dedo encima.