Universo Tezuka: «Alabaster» (Astiberri, 2014)

Alabaster foto 2Astiberri sigue con su sana intención de seguir traernos a España la obra del Tezuka oscuro. Si el año pasado era El libro de los insectos humanos (Astiberri, 2013), ahora vuelven con Alabaster (Astiberri, 2014), sin duda una de sus obras más singulares y representativas. Original de 1970-71, Alabaster coincide con los orígenes de Fenix, la obra pivotal de la infinita trayectoria del dios del manga. Más allá de esta coincidencia temporal, Alabaster tiende varias conexiones en el plano humorístico, además de otro punto de unión con su perfil heredado de Walt Disney para utilizarlo como oxígeno de un relato de una fuerza arrebatadora, pero tremendamente oscura.

Aproximación harto peculiar al mundo de los superhéroes, el protagonista principal, Alabaster, es como el nexo de unión entre Fantomas y Darkman, aunque con muchos más matices en el caso de la creación de Tezuka. En este sentido, los orígenes de Alabaster parten de John Block, un genial deportista afroamericano. Es a partir de este punto donde empieza a generarse el caldo de cultivo de toda la trama. Siguiendo su costumbre, el autor japonés te atrapa desde la primera página y ya no parará de hacer girar la rueda de los acontecimientos y las dobles capas hasta el punto y final. De este modo, la idea de hacer de John Block un personaje de color le servirá a Tezuka para adentrarse a las primeras de cambio en el tema del racismo. No contento con meter el dedo en la llaga de esta cuestión, la propensión de Tezuka será la utilizar su genial “efecto de nieve”. Así, el tema del racismo se concatenará con el de la injusticia que llevará a John Block a la cárcel y de ahí a uno de los temas sobre los que Tezuka siempre ha incidido con mayor hincapié: la venganza. Por supuesto, toda esta sucesión de cuestiones se articularán en menos de 40 páginas, incluso antes de que lleguemos a la transformación de John Block en Alabaster. A partir de esta inflexión en la trama es donde Alabaster conectará con La canción de Apolo (ECC Ediciones, 2014), otra de las obras fundamentales -bueno, todas lo son- de este periodo oscuro. El punto de unión entre estos dos mangas vendrá a causa del fin en común de mostrar a dos personajes obsesionados con destruir todo rastro de belleza en el mundo. La diferencia es que mientras en La canción de Apolo es debido a un terrible trauma infantil, en el caso de Alabaster es debido a su desengaño ante toda una humanidad que le repudia por su color de piel. Incluso John Block se plantea suicidarse como venganza hacia toda la sociedad que le rodea. En cambio, se intentará volver invisible. Desgraciadamente, esta pretensión no ocurrirá como él deseaba, en vez de eso, convirtiéndose en un personaje de rostro grotesco, monstruoso. Alabaster habrá nacido y su propósito será el de mostrar la fealdad interior que esconde toda la raza humana en sus adentros. Esta metáfora tendrá su mayor ejemplificación en el agente del FBI Rock Holme, el gran enemigo de Alabaster. Personaje de ego desmedido, Holme es un ser bello, de hermosura casi irreal. Holme está obsesionado con su propia belleza, quizá para tapar la oscuridad tenebrosa que le carcome en sus entrañas. En realidad, Holme no es el típico bueno-guapo que tiene que caer bien a todo el mundo. Eso sería caer en lo convencional, y nada más lejos de la realidad con Tezuka. De hecho, Holme es un ser despreciable, movido por una crueldad despiadada hacia sus semejantes. Este personaje vuelve a traernos a la memoria a otra de las creaciones más interesante de esta temporada de Tezuka. En este caso, el reflejo viene por parte del andrógino y maquiavélico protagonista de MW.

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Los ojos humanos de Ami, la chica invisible.

Alabaster se mueve a base de personajes movidos por un caudal de terribles sentimientos enfrentados, derivando en geniales dualidades dentro de los mismos personajes: si Alabaster es el superhéroe-villano, Rock Holme representa el paradigma del bueno-malo; de esa fealdad interior disfrazada de hermosura arrebatadora. Tezuka no tiene interés en ponérselo fácil al lector, prefiere mostrarnos las cartas planteando una obra donde el sustrato filosófico sale a la luz con más fuerza que nunca; esta vez por medio de una fusión con un thriller terrorífico  mastodóntico de tintes clásicos por el que también surgirán más personajes -como Ami, la chica invisibles- y conflictos que añaden todavía más capas de reflexión a esta gran matrioska, una desplegada través de una devastadora crítica existencial por medio de casi 500 páginas sin el menor gramo de paja. Ni que decir tiene que estamos ante una nueva pieza mayestática e imprescindible dentro del faraónico universo tezukiano.

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La transformación.