Pom Poko – Ghibli y los tanukis

Pompoko_Pom_Poko-778021843-largeAunque los Estudios Ghibli son conocidos principalmente por el genio de Hayao Miyazaki, algo lógico y normal, no es menos cierto que bajo la batuta de otro director nipón, también de simpar creatividad, nacieron obras maestras como La Tumba de las Luciérnagas (Hotaru no Haka, 1988) o Recuerdos del Ayer (Omohide Poro Poro, 1991). Este otro pilar de Ghibli es Isao Takahata, y en 1994 se alió con el propio Miyazaki para regalarnos Pom Poko (Heisei Tanuki Gassen Ponpoko, 1994).

La idea inicial partió de Miyazaki, aunque finalmente se la ofreció a Takahata que estaba deseoso de alejarse del drama de sus anteriores producciones y por ello no tardó mucho en aceptar el proyecto. Takahata desarrolló y pulió el guion hasta su forma final, transformándose al igual que lo hacen los mapaches protagonistas. Aunque si queremos hablar de forma correcta en lugar de mapaches tendríamos que llamarlos perros mapache o tanukis, que al menos a mí me suena más bonito. Similares a los mapaches, los tanukis son animales oriundos de Asia y forman parte del folclore clásico japonés como un animal legendario pícaro y burlón, capaz de transformar su aspecto para poder burlar al hombre. De ahí que los tanukis de Pom Poko también tengan capacidades para disfrazarse, como si de Mortadelos nipones se tratasen.

Una vez aceptada la premisa de los mágicos tanukis, algo imprescindible para disfrutarla plenamente, veremos con más normalidad su comportamiento y la forma de representarlos en la película. En Pom Poko los podremos ver representados de forma realista, cuando actúan de acuerdo a su naturaleza o cuando se esconden de los humanos. De la forma antropomórfica clásica de los dibujos animados los veremos cuando realicen acciones más propias de los hombres. Por último tendrán una forma mucho más caricaturesca, propia de mangas cómicos de los 70 y 80, cuando realizan acciones cómicas o simplemente tratan de pasárselo bien.

Además de actualizar la mitología japonesa, Takahata también usa Pom Poko como vía para expresar su preocupación por la desbordante ansia de construcción que vivía Japón, algo sobre lo que por estos lares podríamos contarles alguna que otra cosilla, urbanizando cada vez más terreno para dar cabida a la creciente población del país. Anexo a ese ansía crecía también un desarraigamiento de la vida tradicional, sustituyendo vida tranquila por estrés, campo y bosque por carreteras y aceras. Por eso, los tanukis que antes vivían en armonía con el hombre ven cómo les invaden su espacio y reducen sus posibilidades de encontrar comida, teniendo que vivir en un espacio vital cada vez más minúsculo. Esto lleva a la hambruna y, en una conducta propia del ser humano, a la guerra entre tanukis por la conquista de los escasos recursos.

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Sin embargo, los tanukis finalmente se unirán y comenzarán a mejorar sus habilidades de transformismo para poder estudiar de cerca a los hombres. Al igual que el japonés medio, los tanukis también tendrán que habituarse a la presencia de extranjeros, usos y costumbres a los que no están habituados, y en el seno de su manada nacerán sentimientos de curiosidad, aceptación, odio, rabia e incluso comprensión. Todas las facciones tratarán de imponer su forma de recuperar el espacio perdido. Los tanukis inicialmente boicotearán a los humanos, provocando accidentes y haciendo fantasmagóricas apariciones para asustarlos, naciendo así nuevas leyendas sobre seres espectrales. Ellos representan las tradiciones de Japón y actuarán guiados por la preservación de la naturaleza.

Pese a ser una película de dibujos animados está más enfocada al público adulto, el que realmente podrá entender todo lo que está sucediendo. Aunque no es descartable que los más pequeños también se diviertan con los perros mapache.

Todo en Pom Poko es destacable: su historia, su desarrollo, su concepto, su caracterización, su música… todo. No es de extrañar que se convirtiese en la primera película de animación que Japón enviaba a los Oscar para el premio de mejor película de habla no inglesa. No consiguió alzarse con la estatuilla y tardó más de 10 años en ser estrenada fuera de Japón, seguramente por eso es una de las obras maestras más desconocidas del catálogo de Ghibli.