Nuevo LP de Moon Wiring Club

Moon Wiring Club 1Fiel a su cita de fin de año, el señor Ian Hodgson sigue con su sana costumbre de hacernos más oníricas las Navidades -bueno, ¿no se trataba de soñar, acaso?-, y nos hace el mejor regalo posible. En este caso, su décimo LP, y, por lo adelantado, su más que probable octava obra maestra, en un periodo -y ahora no se caigan de la silla-, en un intervalo de nueve años. Se mire por donde se mire, puro expediente X. Un caso no ya aparte, sino digno de estudios y cábalas alienígenas.

La criatura en cuestión con la que vuelve a alumbrar un reguero de sensaciones polifónicamente fantasmagóricas se trata de Why Does My House Make Creaking Noises (Gecophonic, 2015). Sin duda, un título más que apropiado para representar los efectos psicofónicos al que uno se ve imbuido cada vez que deja caer la aguja entre los surcos de sus vinilos. Para este caso, la tradición de hilar 22 canciones como travesía se ha roto. Esta vez son ocho los atracaderos dispuestos, islas paridas desde el subconsciente de Hodgon, cuya metodología nos hacen pensar en un sonámbulo con una grabadora insertada dentro de su cortex cerebral. Vamos, el súmmum de lo hipnagógico.

De vértebras más consistentes, el esqueleto sonoro tallado cuenta con un andamiaje más aquilatado que de costumbre. Lo genial del caso es que esta disposición no ha redundado en una liposucción de la materia hipnótica, sino como potenciadora de esta misma.

En cuanto a la portada, qué decir: un nuevo retrato rescatado de un resquicio temporal imaginario a añadir al álbum de fotos que representa el imaginario victoriano-tridimensional del enigmático Hodgson. El misterio sigue siendo la pulpa que esconde cada una de sus canciones, y el pegamento que mejor se agarra a la banda sonora mental del oyente. Ahora no nos queda más que esperar que, de una vez, su gran santuario sonoro, Moon Wiring Club, comience a recibir el reconocimiento que se merece. Si tratarlo como lo que es -o sea, la propuesta más fascinante de estos diez últimos años- parece una quimera, al menos que su música pueda tener un mínimo de difusión seguro que serviría para hacer que la vida de unos pocos sea aliñada con una buena dosis de sorpresas y emociones transfiguradoras. Y si no me creéis, no tenéis más que dejaros arrastrar por ‘Into The Chattering Ground’, todo un entremés para abrir el apetito de la curiosidad. Sólo un último apunte: ¿si te encandilan Boards Of Canada o Broadcast, a qué estás esperando?