World Of Twist: «Qualify Street»

world-of-twist-quality-street-1Un poco antes de que el britpop fuera el estandarte henchido de orgullo british, su canalización pudo haber sido bien diferente: una mutación de seres malformes encauzada en un objetivo enfilado en dignificar bajo una única anatomía los géneros musicales más vilipendiados de los 70 y 80. Por un lado, estaban los Pulp pre- His N’ Hers (Island, 1994); y por el otro, World Of Twist. Mientras los primeros llegaron a ser el grupo que salvó al britpop de tener que ser intervenido a través de un viaje en el tiempo para cambiar la sucesión de los hechos; y, de paso, desforestar del mapa birrias tan inanes como Kula Shaker, Bluetones y demás borralla; los segundos, fueron el otro reflejo del plano enfocado: la incomprensión más absoluta, que conllevó a su consiguiente fin. Pero el paso del tiempo siempre cuenta con la particularidad de, en algunos casos, servir de juez con los anteojos que muestran la virtud. La paja, a quemarla; y la aguja, a rescatarla del olvido. Éste ha sido el caso del primer, y único, álbum de World Of Twist. De hecho, Qualify Street (Circa, 1991) es una de los fósiles más reveladores de un what if? más que excitante.

World Of Twist, desterrados de Madchester, victorianos disfuncionales, hicieron de “Qualify Street” un carruaje lustroso de sonidos cortados con la maña de un camello Vip. Química en estado puro, pero encapsulada dentro de una redimensión del pop como última pantalla de una progresión que nace del viaje transversal del Doctor Who: de la resaca rave hasta el desembarco en los Rolling Stones psicodélicos, los del 67 -no podría ser más reveladora la versión aquí incluida de “She’s A Rainbow”. Entre medias, cada poro de esta obra se alimenta de cómo el glam y lo progresivo son detonados entre volutas de éxtasis. Más allá de esta ruta, el resto de sus raíces se propagan hasta la proyección espacial de Hawkind, el pulso dance e, incluso, el northern soul: tres ramas que poco tuvieron que ver con la progresión posterior del britpop. De esta afirmación de lo anómalo, caen gotas frías de pop estilizado para la pista de baile. Así, ‘Loose My Way’, ‘The Lights’, ‘Sweets’,  y, más que ninguna otra, la enorme ‘The Storm’ deberían servir para sembrar la evidencia de que Primal Scream no fueron los primeros en encontrar el punto exacto de fusión entre liturgia rave y la reevaluación cool de lo retro. De esta manera, no hay más que dejarse infectar por ‘Sons Of The Stage’, el himno que mejor define la sensación gloriosa de formar parte de una muchedumbre exhalando goterones de pirulas y agua de fregadero. Sí, la union ensoñadora entre indie y rave. A este fin también ayudan unas letras que parecen paridas desde la mirilla del vouyeur de barra de discoteca raver: “The theme is up /And the kids are high /I’ve seen them move /And it blows my eyes / The floor’s an ocean and this wave is breaking /Your head is gone and your body’s shaking /There’s nothing you can do /Cos there is no solution /Gotta get down to the noise and confusion”.

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‘Sons Of The Stage’ tuvo su momento, pero no pudo ir más allá del puesto 47 de los charts. Desgraciadamente, Qualify Street vino al mundo para ser una tara de fabricación, la luz sepultada en un ángulo muerto. World Of Twist jamás fueron admitidos como parte de la familia Madchester. Aunque también porque no estaban hechos para habitar entre corrientes con fecha de caducidad. Cuando Madchester reventó, en vez de embutirse camisetas tipo camisón, ellos decidieron disfrazarse como aristócratas de los años victorianos. No aceptaron las normas del hype. Tal jugada al contrario les llevó a un semi-anonimato que los llevó a tierra de nadie, una extraña isla dominada por un castillo regentado por una troupe de tarados, soñadores de Vieja Albión idílica, congelada en el tiempo como si se tratara de la viñeta de un cómic de Billy Talbot.

Ya fuera de circulación en 1992, siempre quedará la duda de cómo se hubieran desarrollado el britpop si hubieran podido ensanchar su carrera un par de añitos más. Pero lo que todavía resulta más excitante es imaginarse lo que hubiera pasado si tanto World Of Twist como Pulp hubieran podido establecer Sheffield como la verdadera cuna del britpop. Como para que pique la curiosidad, aunque sea un poquito.