“Un escritor debe enfrentarse al tema de la muerte, y yo decidí hacerlo ahora”
Lou Reed
“Originalmente no iba a ser un disco sobre la muerte, sólo sobre la magia, no sobre la pérdida”, comentaba Reed al periodista David Fricke poco después de haber aparecido el disco. “Amigos míos me habían contado historias de diferentes partes del mundo, sitios donde habían estado y las cosas que habían visto, muchas de ellas están reflejadas en el disco. Entonces empezaron a ocurrir esos otros acontecimientos…” Las muertes de Pomus y una amiga anónima simplemente llamada Rita, ocurridas “entre dos abriles”, definió finalmente la intención del álbum.” Un concepto que, al igual que Berlin, profundiza en temas casi nunca tratados en el mundo del rock. Sobre esta cuestión, Reed siempre ha sido preclaro: “Siempre fue un tema tabú en los discos de música. Tengamos esto en mente: el cine, el teatro, la literatura. Ahí está todo, cuando lees a Ginsberg, a Burroughs o a Hubert Selby Jr.”
Ahondando en este tema, si en Berlin el suicidio era la razón principal, veinte años después, la excusa temática de su nuevo “disco conceptual” nacerá del encuentro, en su entorno más cercano, con el espectro de un cáncer terminal. Nuevo salto al vacío, Reed vuelve a cargar contra los límites temáticos del mundo del rock: “¿Cómo se maneja uno con la enfermedad? ¿Cómo lo haces en una sociedad en la que nadie quiere hablar sobre ello? Nadie parece querer tratarlo, al menos no al mismo nivel en el que se trata en ciertas novelas u obras de teatro. Y lo cierto es que no se trata de hablar de muerte, sólo de pérdida. El disco de rock & roll se supone que es un medio inofensivo porque nadie se atreve a conferirle esa profundidad. A mí me interesa buscar por ese lado, espero poder ayudar al alguien, y ya sé que suena pretencioso, pero no bromeo en absoluto. La gente suele decir que Lou Reed es demasiado serio. Pues que me disparen: estoy dando, no prestando.”
En la introducción de Between Thought and Expression: Selected Lyrics of Lou Reed, Reed anota que “para mí, el corazón de una letra siempre ha estado anclado en una experiancia real… Así que como respuesta a la pregunta, “¿Estos incidentes son reales?”, con frecuencia he contestado que “sí.” El arrebato de grandeza asediada, y terca esperanza, que se mueve a través de este álbum es tan real que “They say no one person can do it all but you want to in your head/But you can’t be Shakespeare and you can’t be Joyce/So what is left instead” (Dicen que nadie puede hacerlo todo. Pero en tu cabeza tú quieres hacerlo. Pero no puedes ser Shakespeare, no puedes ser Joyce. Así que en vez de eso), Reed se pregunta retóricamente contra el estruendo lento y marcial de la canción final, “Magic and Loss: The Summation.” “You’re stuck with yourself and a rage that can hurt you/ You have to start at the beginning again” (No queda más remedio que cargar con uno mismo, y con una rabia que puede llegar a herirte. Tienes que empezar otra vez desde el principio).”
Quizá su obra más descriptiva hasta la fecha, Reed explota este recurso mediante series de imágenes donde el surrealismo y lo absurdo conviven en perfecta armonía, para explicar la perdida de sus dos amigos, con el tema “Whats’ good” como ejemplo perfecto. De esta manera, por las rendijas del surrealismo se cuelan versos con la capacidad sugestiva de “What good is seeing eye chocolate. What good’s a computerized nose. And what good was cancer in April. Why no good – no good at all” (De qué sirve ver chocolate de ojo. De qué sirve una nariz computarizada. Y de que sirvió ser cáncer de abril. De nada, de nada en absoluto). Dentro del plano absurdo, nos toparemos con momentos tan representativos como “What good’s a war without killing. What good is rain that falls up. What good’s a disease that won’t hurt you.Why no good, I guess, no good at all” (De qué sirve una guerra sin muertes. De que sirve una lluvia hacia arriba. De que sirve una enfermedad que no te duele. Supongo que de nada, de nada en absoluto). Con las pinturas de la paleta mezclándose en un tono neutro, Reed va circulando mediante una prosa clara, concisa e inspiradora, para moldear un guión sin fisuras a lo largo de todo el trayecto, repleto de momentos tan desgarradores como regeneradores. Pérdida y magia. La milagrosa cara positiva que germina del insondable pozo se eleva “a partir de esa especie de desesperación e impotencia inicial de las que Reed se ocupará a través de detalles como: “But radiation kills both bad and good, it cannot differentiate” (Pero la radiación mata lo malo y lo bueno. No puede distinguir) and “I see you in the hospital your humour intact, I’m embarrassed by the strength I seem to lack” (Te veo en el hospital, tu sentido del humor está intacto. Me da vergüenza la fuerza que me falta). Esta parte luminosa quedará refrendada entre las últimas bofetadas de la batería de “Gassed and Stoked” donde él concluye que “My friends are blending in my head, they’re melding into one great spirit. . . and that spirit isn’t dead” (Los amigos se entremezclan en mi cabeza. Se están fundiendo en un gran espíritu. Y ese espíritu no está muerto). En este sentido, lo que llevará a todo esto a no convertirse en una gran decepción, una especie de viaje lúgubre a través de las sombras, será la, por momentos, liberación distante que arrinconará el cinismo natural de Reed a una esquina. Y con el mismo tipo de simplicidad musical, que se ha convertido en su seña de identidad desde los proyectos New York/Drella, Reed renace salvaje mediante una guitarra controlada, esquelética; por momentos, cortada al momento a través de la base rítmica.”
“Un disco con el tratamiento de radiación como amenaza -“Sword of Damocles”-, “el mar negro de carbón” -“Cremation”- como futuro y el sueño de aún estar junto al amigo desaparecido -“Dreaming”- como hilos conductores de unas canciones impactantes en lo emocional y férreas en lo musical. Reflejos de un estado de plenitud creativa absoluta.” Entre tanto fogonazo de inspiración, los momentos que sobrecogerán con más saña emergerán en la forma de “Magician” y “Harry’s circuncisión”.
Devastador grito de auxilio, Reed pocas veces habrá escrito algo tan directo y emocionante como esta descripción del enfermo que, por última vez, pide ayuda contra el cáncer que lo está erosionando por dentro: “I’m sick of looking at me. I hate this painful body. That disease has slowly worm away” (Estoy harto de mirarme. Odio este cuerpo doliente. Que la enfermedad lentamente ha desgastado). Narración suspendida en el tiempo, “Magician” es la quintaesencia del ideal de “rock literario” ejecutado por Reed. Moviéndose entre lentos y marcados punteos de guitarra, estos duelen tanto como las letras exactas escogidas por el poeta neoyorkino para este exorcismo, expresado con gran economía de imágenes, respetando el drama de su amigo. De este modo, “hay una parte en el tema “Magician” que dice “My hand can’t hold a cup of coffee” (Mi mano ni siquiera puede sostener una taza de té). A un enfermo, para que pudiera sostener una taza de té tenían que ponerle un guante especial por culpa de las secuelas de la quimioterapia. El guante le daba forma a la mano. Es duro revivir una imagen así. Por eso me limité a sintetizar la situación en el hecho de no sostener la taza.”
Si “Magician” es un prodigio en su exposición tan medida, “Harry’s Circuncision” destaca, nuevamente, por su brutal aspecto biográfico, aunque esta vez por medio de un nuevo personaje. Así, “el tema está basado en la figura de Lincoln Swados, un viejo compañero de estudios de Reed en la universidad de Syracusa. Al parecer Swados, un escritor sin demasiada fortuna, sufría de esquizofrenia y trató en varias ocasiones de quitarse la vida. En una de ellas, tras saltar a la vía del metro, perdió un brazo y una pierna. En 1990 fue encontrado en su apartamento tras haber perecido de hambre. Se dice que Reed le había dedicado dos canciones anteriormente, “Home of the brave” y “My friend George.” Detallada automutilación descrita en estremecedor spoken-word. El verbo de Reed se eleva sobre una bruma ambiental de electricidad clavada en el tiempo tan desarmante como la historia de Swados, para la que, tras su intento de suicidio, Reed se guarda el momento más demoledor de todo el disco: “Harry woke up with a cough. The stitches made his wince. A doctor smiled at him from somewhere across the room. Son we saved your life. But you’ll never look the same. And when he heard that, Harry had to laugh. Although it hurt Harry had to laugh. The final disappointment” (Harry se despertó con tos. Los puntos lo retorcieron del dolor. Un doctor le sonrió desde un punto de la habitación. Hijo, te hemos salvado la vida. Pero no volverás a ser el mismo. Y cuando escuchó eso Harry se puso a reír. Aunque le dolía Harry se echó a reír. La última decepción).
Ejercicio ejemplar de autoexploración, “Es aquí, en realidad, donde Lou Reed se metió en el camino salvaje, dispuesto a todo, no con una aguja en el brazo, sino extrayendo los alfileres del corazón, enfrentándose al dolor y a la muerte”. De este modo, tras finalizar Magic & Loss, Reed cerrará una de sus etapas más fértiles. Como él mismo reconocería en aquellos momentos: “Ahora me conozco a mí mismo. Sé cómo trabajo. Sé que mi talento nunca me va a traicionar. He conseguido alcanzar un equilibrio con el talento, he hablado con esa parte de mí… O sería más exacto decir que esa parte de mí, la inspiración, el talento, me ha hablado de mí”.