– Menuda cola.
– Y que lo digas. Llevo aquí parada más de diez minutos y nos hemos movido menos que ese ciempiés.
– ¿No está muerto?
– Duerme.
(Pausa.)
– Ayer vi a tu yerno.
– ¿Ayer cuándo?
– Por la tarde.
– Debió ser de camino a casa.
– Supongo.
– Parecía un pelín acalorado.
– Llegó a casa hecho una fiera.
(Pausa)
– Es un brutote. Cuando se enfada, arrambla con todo lo que se encuentra por delante y lo destroza. Sillas, estanterías, cazos de cocina, electrodomésticos. Ayer le tocó a mi sifonier. ¡Con el cariño que le tenía! Era de mi difunta tatarabuela. Una reliquia de la familia. Todo carcoma.
– Así se libera.
– Es más bruto que el esparto. Tenemos que amueblar el piso cada trimestre. Eso si el año es bueno. Ahora, cuando está calmado es un bendito. Incapaz de romper un plato o matar a una mosca cojonera.
– ¿Y ayer qué le pasó?
– Como tú sabes, trabaja en el teatro.
– Sí, dirige.
– No es muy conocido, pero ya sabes cómo van estas cosas.
– Sí, lentas.
– De buena mañana, mientras iba en metro al ensayo, leyó una reseña de la obra que está dirigiendo.
– Emigrantes, ¿no?
– Ésa. La obra pertenece a una muestra de teatro que realiza un grupo de mujeres desde hace años: Noviembre.
– La conozco, todas las piezas que se representan las hacen mujeres.
– Pues resulta que en la reseña decía, y cito textualmente:
– Qué memoria tienes, chiquilla. Y con cuarenta años en cada pierna.
– No te creas. Es que mi yerno estuvo repitiendo la frase toda la noche, mientras despedazaba la casa entera: «Se presenta asimismo la pieza dramática Emigrantes, que cuenta con la participación de los dos únicos hombres de la Muestra».
– ¿Quién es el otro?
– Pepe, el escenógrafo.
– Es bueno.
– Sí, no está mal.
– ¿Se puso así sólo por esa frase?
– (Asiente).
– No entiendo…
– Es que no se mencionaba su nombre por ningún lado.
– Ach so!
– Eso digo yo, tate.
– Daba la sensación de que lo ninguneaban.
– Que lo trataban como una anécdota.
– Como una mera anécdota.
– Ahí, ahí.
– Con lo sensible que es tu yerno. Yo también me habría puesto histérica.
– Habría que denunciar este tipo de maltrato a los artistas.
– Mira, ya corre la cola.
– A ver qué nos depara el año que viene.
–